Montanelli y la informaci¨®n en Italia
El gran periodista luch¨® contra el berlusconismo por la misma raz¨®n por la que hab¨ªa luchado contra el comunismo: era un liberal. Pero a muchos italianos les tienta agruparse bajo el "balc¨®n" del "hombre fuerte"
Fue Indro Montanelli, el periodista m¨¢s grande que ha tenido jam¨¢s Italia, el primero en denunciar el conflicto de intereses de Silvio Berlusconi, que, en 1994, de ser empresario y propietario de cadenas de televisi¨®n y peri¨®dicos, pas¨® a convertirse en pol¨ªtico. Y fue tambi¨¦n Indro Montanelli el primero que llam¨® "r¨¦gimen" al Gobierno de Berlusconi hace ya 15 a?os. Ya fuera porque Montanelli era un raro ejemplar de la cultura liberal, apegado al principio de la separaci¨®n de poderes, en un pa¨ªs dominado por culturas autoritarias y reaccionarias -el marxismo-leninismo, el fascismo, el catolicismo contrarreformista, las familias amorales, el separatismo y la xenofobia de la Liga, el anarquismo antilegal de una parte de la clase empresarial-, o porque conoc¨ªa bien a Berlusconi, puesto que lo hab¨ªa tenido como editor de Il Giornale de 1977 a 1992, el caso es que en cuanto Il Cavaliere, en el verano de 1993, le anunci¨® su intenci¨®n de crear un partido ("si no, tendr¨¦ que declararme en bancarrota por deudas y acabar¨¦ en la c¨¢rcel") y le sugiri¨® convertir el diario en el ¨®rgano de Forza Italia, ¨¦l rehus¨®.
?Qui¨¦n osa desafinar en un pa¨ªs donde se persigue a los mejores artistas y periodistas?
Hasta los directores de peri¨®dicos que no son de su propiedad caen si lo sugiere Berlusconi
A partir de entonces, Berlusconi hizo que sus asesinos televisivos le atacaran para obligarle a dimitir del peri¨®dico que hab¨ªa fundado 20 a?os antes y sustituirlo por el alfil de una derecha expeditiva y reaccionaria, Vittorio Feltri, con quien hab¨ªa llegado a un acuerdo secreto. Como Montanelli no cedi¨® a las provocaciones, el 8 de enero de 1994 Il Cavaliere irrumpi¨® en la asamblea de redactores de Il Giornale para invitarles a rebelarse contra su director (ausente e ignorante de todo ello) y a sumarse a su batalla anticomunista (el comunismo se hab¨ªa acabado cinco a?os antes) armados con una "metralleta" y no con un "florete". Montanelli, desbancado por quien desde hac¨ªa dos a?os ya no era ni siquiera su editor (hab¨ªa cedido Il Giornale a su hermano, para sortear la ley antimonopolio), dimiti¨® y fund¨® un nuevo diario, La Voce. Que tuvo una vida breve, entre otras causas, por el boicot de los anunciantes deseosos de complacer al nuevo patr¨®n de Italia.
Desde entonces, el gran periodista luch¨® desde posiciones liberales contra el berlusconismo, que consideraba m¨¢s peligroso que al propio Berlusconi, por esa tentaci¨®n de muchos italianos de precipitarse siempre bajo el "balc¨®n" del "hombre fuerte" que "resuelve" los problemas con soluciones r¨¢pidas, atajos, golpes teatrales y golpes de mano. Comparaba a menudo a Il Cavaliere con Mussolini e imaginaba la reacci¨®n de la Italia de siempre, que en los a?os veinte y treinta se hizo fascista para despu¨¦s convertirse en bloque al antifascismo, tras la ca¨ªda del Duce. Y recordaba una c¨¦lebre frase de Mussolini: "?C¨®mo no va uno a hacerse patr¨®n, en un pa¨ªs de siervos?".
Muchos, hijos de las distintas culturas reaccionarias, tergiversaron las razones de la batalla de un viejo anticomunista como Montanelli contra el campe¨®n de la nueva "derecha". La consideraron, o prefirieron despacharla, como una conversi¨®n senil a la izquierda o una cuesti¨®n de hast¨ªo personal. En realidad, Montanelli luchaba contra el berlusconismo por la misma raz¨®n por la que, entre los a?os cincuenta y ochenta, hab¨ªa luchado contra el comunismo: porque era un viejo liberal del Risorgimento, apegado a una idea de pol¨ªtica como servicio al pa¨ªs y no como inter¨¦s personal. Y al que le preocupaba la fragilidad hist¨®rica de la democracia italiana, carente de sentido del Estado y del inter¨¦s p¨²blico, al¨¦rgica a los checks and balances (sistemas de control y equilibrio parlamentario), incapaz de asimilar y respetar unas reglas comunes, contaminada por la evasi¨®n fiscal, los abusos inmobiliarios, la corrupci¨®n y las mafias, aquejada del contagioso conformismo de una clase intelectual siempre en armon¨ªa con el poder dominante.
Montanelli conoc¨ªa bien la tendencia de los intelectuales italianos, empezando por los periodistas, a correr en auxilio del vencedor. De hecho, m¨¢s que las censuras y las depuraciones de Berlusconi, le preocupaban las autocensuras y los servilismos espont¨¢neos, animados por el poder corruptor de Il Cavaliere, muy h¨¢bil a la hora de alternar los halagos y las amenazas.
Lo que hab¨ªa previsto Montanelli se hizo realidad. Su expulsi¨®n de Il Giornale no suscit¨® reacciones institucionales proporcionales a la gravedad del hecho, y la situaci¨®n se repiti¨® con la persecuci¨®n de otros grandes periodistas de la televisi¨®n y la prensa escrita. En 2002, despu¨¦s de volver al Gobierno, Berlusconi orden¨® desde Bulgaria que se apartase de la RAI a los dos presentadores m¨¢s famosos, Enzo Biagi y Michele Santoro, y a un excelente actor sat¨ªrico, Daniele Luttazzi, que hab¨ªan osado criticarlo. Los dirigentes de la televisi¨®n p¨²blica, reci¨¦n nombrados por el primer ministro (propietario del grupo rival Mediaset), se apresuraron a obedecer. Lo mismo ocurri¨® con otros periodistas y artistas que no le agradaban a Il Cavaliere, con el silencio sustancial de la oposici¨®n.
Berlusconi complet¨® su obra exponiendo a la mofa p¨²blica a algunos directores de diarios que no le pertenec¨ªan, desde Furio Colombo, de Unit¨¤ (de izquierdas), a Ferruccio de Bortoli, de Il Corriere della Sera (el primer diario italiano, vinculado a la burgues¨ªa milanesa). Poco despu¨¦s, Colombo y Bortoli tuvieron que hacer las maletas. Hace unos meses, despu¨¦s de regresar al poder por tercera vez, Il Cavaliere protest¨® por las cr¨ªticas de La Stampa (el peri¨®dico de los Agnelli) y, como siempre, del Corriere, a su ley para duplicar las tasas a la cadena de televisi¨®n por sat¨¦lite Sky, de su rival Rupert Murdoch: "Los directores de esos peri¨®dicos deben cambiar de oficio". En el ¨²ltimo mes han sido sustituidos tanto el director de La Stampa, Giulio Anselmi, como el del Corriere, Paolo Mieli.
?C¨®mo puede influir Berlusconi incluso en los peri¨®dicos que no son suyos? La respuesta est¨¢ en la fragilidad del sistema italiano. Las televisiones son mitad (Mediaset) propiedad de Berlusconi y mitad (RAI) dirigidas y, en gran parte, infiltradas por ¨¦l. Y la prensa escrita, que podr¨ªa constituir un firme contrapoder, est¨¢ en manos de editores no "puros", es decir, que suelen tener autom¨®viles, obras p¨²blicas, bancos, cl¨ªnicas privadas financiadas por las regiones, energ¨ªa el¨¦ctrica, concesiones de autopistas o telefon¨ªa del Estado, etc¨¦tera. Ninguno de ellos puede salir adelante sin los favores del Gobierno, sobre todo en ¨¦poca de crisis financiera y ayudas del Estado. Si se a?ade la ca¨ªda de la publicidad y del n¨²mero de lectores, que pone en peligro la propia supervivencia de muchos diarios, la necesidad de congraciarse con el Gobierno es vital. ?Qu¨¦ espacio de cr¨ªtica puede tener un peri¨®dico en este panorama, agravado por la progresiva precarizaci¨®n de los contratos en la prensa? Si un joven reportero con contrato de seis meses propone una investigaci¨®n inconveniente para el Gobierno o sus amigos, ?qu¨¦ esperanza tiene de verla publicada?
Lo mismo ocurre con la s¨¢tira pol¨ªtica, pr¨¢cticamente desaparecida en la televisi¨®n. Hace un mes, uno de los dibujantes m¨¢s famosos, Vauro Senesi, fue castigado con la suspensi¨®n de la RAI por haberse atrevido a mostrar en el programa Annozero de Michele Santoro, continuamente amenazado, una caricatura de humor negro sobre las tr¨¢gicas consecuencias del terremoto de L'Aquila debidas a las infracciones inmobiliarias alentadas por los abusos berlusconianos. Otra sanci¨®n "educativa"; como dec¨ªa Mao Tse Tung, "golpear a uno para educar a 100". ?Qui¨¦n va a atreverse a desafinar en el coro de un pa¨ªs que, desde hace 15 a?os, ha visto c¨®mo persegu¨ªan a los mejores periodistas y artistas por motivos pol¨ªticos?
No es casualidad que, en estos 15 a?os, los que han tratado de poner freno al berlusconismo hayan sido personajes muy prestigiosos (y a menudo, de edad avanzada) del periodismo, el cine, la s¨¢tira: "solistas" ya asentados o al final de su carrera y, por tanto, con menos miedo a las represalias. Montanelli fue el primero y el m¨¢s famoso. Desde 2001, cuando muri¨® a los 92 a?os, su voz ya no se oye. Pero en los ¨²ltimos d¨ªas, con motivo del centenario de su nacimiento, Annozero ha mostrado algunas de sus ¨²ltimas entrevistas antes de morir. "El berlusconismo -dec¨ªa poco antes de morir- es la escoria que desborda el pozo... ?sta no es la derecha, esto es una porra". Unos a?os antes, Montanelli hab¨ªa fotografiado el caso italiano con esta fase de T¨¢cito: "En Italia lo que falta no es la libertad; faltan los hombres libres". Hoy empieza a escasear tambi¨¦n la libertad.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Marco Travaglio es periodista, y autor del libro Montanelli e Il Cavaliere.
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