Edurne, en la cima del mundo
La alpinista de Tolosa Edurne Pasaban estuvo 24 horas a m¨¢s de 8.000 metros de altura, en la llamada "zona de la muerte". El lunes por la tarde, a las cinco menos cuarto, hora local, alcanz¨® la cima del Kangchenjunga, la tercera monta?a m¨¢s alta del mundo (8.586 metros), pero lo m¨¢s duro de su aventura todav¨ªa no hab¨ªa comenzado. Para el alpinista, la cumbre s¨®lo se conquista del todo cuando se ha regresado al campo base. As¨ª que, ah¨ª arriba, tras una dur¨ªsima ascensi¨®n que se complic¨® por los fuertes vientos que limpiaron la nieve para dejar desnuda la dureza del hielo y la piedra, Edurne Pasaban sab¨ªa que le tocaba empezar un descenso en el que encontrar¨ªa la noche.
Un terrible descenso, que pod¨ªa ser tan dram¨¢tico como el que realiz¨® en 2004 tras coronar el K2, en el que estuvo a punto de morir y donde perdi¨® dos falanges de los pies por congelaciones.
Bajar a oscuras, casi sin ox¨ªgeno, al borde del agotamiento total. Lleg¨® al campo IV ocho horas despu¨¦s. Pero no hab¨ªa llegado lo peor. Del campo IV al campo III, con un dolor agudo de garganta y casi sin fuerzas, Edurne Pasaban se desliz¨® con la ayuda de dos de sus compa?eros.
Ni siquiera entonces padeci¨® lo que habr¨ªa de padecer en la ¨²ltima etapa del recorrido, la que la condujo por fin al campo base, donde lleg¨® el mi¨¦rcoles. Ayer lo cont¨® desde Katmand¨². Dijo que fueron los peores momentos de su vida y explic¨® que el cuerpo le dijo "basta", y que se tir¨®, y que pidi¨® que la dejaran all¨ª. No lo hicieron, y cumpli¨® la haza?a.
Tanto sufrimiento para llegar tan alto, y luego bajar. El desaf¨ªo de ir un poco m¨¢s all¨¢, de romper barreras, de superar la situaci¨®n m¨¢s extrema. A ratos cuesta entenderlo. Luego, cuando Asier Izagirre la acompa?a en plena noche, y m¨¢s tarde cuando junto a Ferran Latorre la empujan a seguir, y cuando Alex Chic¨®n y Alberto Zerain y Juanito Oiarzabal (y los sherpas) est¨¢n ah¨ª para lo que haga falta, es cuando se comprende que algo may¨²sculo tiene que suceder ah¨ª arriba. Tan grandioso que, con se?ales de congelaci¨®n en dos dedos de los pies y un pulgar, casi af¨®nica y rota, Edurne Pasaban admit¨ªa ayer que intentar¨ªa coronar un nuevo ochomil. Eso s¨ª, insisti¨®, que lo llamen el "12 + 1". Por si acaso.
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