La esquina de un icono hispanoamericano
En la trayectoria intelectual y pol¨ªtica del uruguayo Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920-Montevideo, 2009), fallecido el pasado 17 de mayo, confluyen virtudes insuperables para convertirlo en icono de una progres¨ªa occidental predispuesta a mitolog¨ªas acogedoras y sentimentalmente c¨¢lidas. Sus a?os de exilio, su compromiso pol¨ªtico con la izquierda, su sinton¨ªa de edad y ¨¦poca con los nombres intocables de la narrativa hispanoamericana del ¨²ltimo medio siglo (pero sin pertenecer a cuadra alguna), incluso su vinculaci¨®n particular con Espa?a a trav¨¦s de Joan Manuel Serrat o la simpat¨ªa misma de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n son avales altamente cualificados para que su nombre resuene entre tant¨ªsimos lectores de la izquierda sensible pero algo decapitada de s¨ªmbolos. Una virtud objetiva del autor es la calidad de algunas de sus obras, para mi gusto, en particular, antes que su poes¨ªa, La tregua y, sobre todo, Primavera con una esquina rota.
Mario Benedetti. Un mito discret¨ªsimo
Hortensia Campanella
Alfaguara. Madrid, 2009
376 p¨¢ginas. 19,23 euros
La biograf¨ªa de Hortensia Campanella cuenta algunas de estas cosas, pero siempre demasiado poco, como si el respeto por el autor no s¨®lo fuese insuperable sino gen¨¦tico y tan activo que ha volatilizado la aptitud misma de una cierta distancia cr¨ªtica. Da pistas de la importancia de su vinculaci¨®n a la revista Marcha, apunta menos de lo que ser¨ªa gustoso leer en torno a ¨¦l y Juan Carlos Onetti -con el reciente ensayo de Mario Vargas Llosa al fondo, y su libertad de juicio- o incluso un cr¨ªtico del valor de ?ngel Rama y otros equipos intelectuales de la izquierda; subraya una y otra vez su vocaci¨®n de compromiso y defensa de los m¨¢s vulnerables, pero no da mucho m¨¢s que el retrato de un hombre bueno, ¨ªntegro, inteligente y casi de una pieza. Es todav¨ªa la biograf¨ªa de un escritor con peso de icono y as¨ª es dif¨ªcil ir m¨¢s all¨¢ de la peripecia m¨¢s externa y el relato algo banal de una vida. Le falta el conflicto y el dolor, le falta la duda y el arrepentimiento y hasta explota escasamente una noci¨®n tan original como el desexilio -con el tiempo "nos convertimos en un modesto empalme de culturas, de presencias, de sue?os"-, desaprovechada entre tantas p¨¢ginas a ratos aduladoras y a ratos tan respetuosas del personaje que no asoma la persona. La embarazosa devoci¨®n del bi¨®grafo no basta para que el resultado sea una buena biograf¨ªa, incluso si se trata de escribir la vida de un hombre bueno. -
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