?frica da sus tierras por nada
El continente no logra mejoras de relieve con la venta de terrenos cultivables
Las adquisiciones de fincas agrarias en pa¨ªses pobres, ¨²ltima tendencia entre corporaciones, fondos de inversi¨®n y pa¨ªses importadores de comida, supone enfrentar a los m¨¢s pobres al posible desalojo de sus tierras y al acceso a las mismas y a sus recursos, como el agua. As¨ª se desprende de un estudio encargado por las agencias de las Naciones Unidas de la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO) y del Desarrollo (UNDP), presentado ayer.
Si bien el documento puntualiza que las adquisiciones (por lo general en ?frica mediante contratos de alquiler de medio siglo o un siglo por los que apenas se paga nada) pueden constituir un beneficio al suponer inversi¨®n extranjera. Tambi¨¦n puede acarrear atracci¨®n tecnol¨®gica, incremento de la productividad agraria y creaci¨®n de empleo y de infraestructuras. Pero tal y como se est¨¢n llevando a cabo, con precarias consultas a la poblaci¨®n local, falta de transparencia y sin asegurar en los contratos los compromisos de inversi¨®n, empleo o desarrollo de infraestructuras, supone poner en riesgo el modo de vida de miles de peque?os agricultores o pastores, cuya existencia depende de la tierra.
En pa¨ªses como Mal¨ª la hect¨¢rea cuesta entre cinco y diez euros
El estudio, realizado por el Instituto Internacional para el Medioambiente y el Desarrollo (IIED), enfatiza la necesidad primera de los gobiernos africanos de asegurar los t¨ªtulos de propiedad de la poblaci¨®n local, para protegerla, evitar que sea despose¨ªda arbitrariamente y, asimismo, posibilitar que obtenga mayores beneficios de los hipot¨¦ticos inversores.
Los autores del informe han analizado los contratos a los que han llegado diversos pa¨ªses africanos con corporaciones, fondos de inversi¨®n y pa¨ªses importadores de comida como los del Golfo P¨¦rsico, del Sudeste Asi¨¢tico y China. A la vista de estos documentos alertan de que existe entre los inversores la creencia de que ?frica (y Latinoam¨¦rica) tiene tierra en abundancia disponible, yerma o abandonada, "pero hay que ir con cuidado con estos t¨¦rminos". Opinan que son usados para equipararlas a tierras no productivas, cuando puede ser que sean usadas intermitentemente (se dejen en barbecho) por peque?os agricultores o por pastores o por cazadores-recolectores. Esta situaci¨®n se habr¨ªa dado ya en Tanzania, Etiop¨ªa o Mozambique, donde tierras que s¨ª estaban siendo usadas se habr¨ªan alquilado como "abandonadas".
Si el acopio de tierras por firmas inversoras extranjeras podr¨ªa tener beneficios, algo que enfatizan los autores, dichos beneficios no est¨¢n tan claros cuando se revisan los acuerdos firmados con los gobiernos africanos (se han estudiado inversiones en Etiop¨ªa, Ghana, Kenia, Madagascar, Mozambique, Sud¨¢n, Tanzania y Zambia), donde se constata falta de transparencia e imposibilidad del p¨²blico de acceder a los contratos.
La tierra en s¨ª o se da gratis o tiene un cargo nominal (entre 5 y 10 euros la hect¨¢rea en Mali). Los gobiernos esperan beneficios como infraestructuras o creaci¨®n de empleo. Pero los contratos -"por lo general cortos y simples"- carecen de explicaciones sobre riesgos o beneficios, sobre el tipo de negocio a llevar en la tierra (si ser¨¢ una plantaci¨®n t¨ªpica, si se formar¨¢ un negocio conjunto con la poblaci¨®n local) o sobre contrataci¨®n. Los autores del estudio reclaman la necesidad de consultas transparentes con la poblaci¨®n (apuntan que en alg¨²n caso estas consultas se limitan a los ancianos de los pueblos, a los oficiales y a la ¨¦lite del gobierno municipal). Cuestiones como la seguridad alimentaria en el propio pa¨ªs tambi¨¦n son, en muchas ocasiones, pasadas por alto.
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