?rdago a Obama
En teor¨ªa, Corea del Norte ha desafiado la legalidad internacional, como se han apresurado a calificar —con mayor o menor intensidad, seg¨²n sus intereses nacionales— los l¨ªderes mundiales tras la segunda explosi¨®n nuclear en menos de tres a?os llevada a cabo el lunes por Corea del Norte, seguida por el lanzamiento de varios misiles de corto alcance tierra-mar y tierra-aire hacia el mar del Jap¨®n. En la pr¨¢ctica, el chantaje del dictador norcoreano Kim Jong-il tiene un destinatario directo: Barack Husein Obama y su pol¨ªtica de mano tendida hacia los, hasta ahora, enemigos declarados de Estados Unidos.
Una pol¨ªtica, cuyos resultados hasta ahora han sido m¨¢s bien escasos, por no decir nulos. El mismo d¨ªa de la explosi¨®n nuclear norcoreana, el presidente iran¨ª Mahmud Ahmadineyad, rechazaba la ¨²ltima oferta occidental para congelar la producci¨®n de uranio a cambio de sustanciales beneficios econ¨®micos y lo ¨²nico que ofrec¨ªa al presidente estadounidense era un debate en Naciones Unidas para contrastar sus posiciones. En todo caso, conviene no hacerse ilusiones sobre el posible cambio en la presidencia iran¨ª tras las elecciones de este verano. Todos los candidatos, y el supremo l¨ªder, el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, apoyan la continuaci¨®n del programa nuclear iran¨ª.
Pyongyang cuenta con el benepl¨¢cito de China, que satisface el 75% de sus necesidades energ¨¦ticas
Pero, Corea del Norte, y las decisiones de su querido l¨ªder, requieren de la inmediata atenci¨®n de Obama y van a poner a prueba su capacidad de liderazgo dentro y fuera de Estados Unidos. Por sus obras los conocer¨¦is y Kim est¨¢ tensando la cuerda, como ha hecho una y otra vez en el pasado, para comprobar hasta d¨®nde llega la reacci¨®n de Washington.
Su decisi¨®n de anteayer de retirarse del armisticio de 1953, que puso fin a la guerra de Corea, restableciendo el estado de guerra en la pen¨ªnsula coreana puede resultar alarmante, pero, seg¨²n los analistas internacionales, no supone un peligro inmediato. Hasta el momento, y a pesar de las amenazantes palabras de Pyongyang, t¨ªpicas de toda dictadura comunista, el Ej¨¦rcito norcoreano, el cuarto del mundo en potencial humano (1.200.000 efectivos en una poblaci¨®n de 23 millones de habitantes) no ha realizado el m¨¢s m¨ªnimo movimiento de tropas en las cercan¨ªas de la zona desmilitarizada de 240 kil¨®metros que separa a las dos Coreas a lo largo del paralelo 38, seg¨²n constataba el mi¨¦rcoles la corresponsal de la CNN en el Pent¨¢gono.
La excusa oficial para esta ¨²ltima parafernalia oral b¨¦lica por parte de la dictadura estalinista norcoreana ha sido la decisi¨®n de Se¨²l, anunciada poco despu¨¦s de conocerse la explosi¨®n at¨®mica norcoreana, de convertirse en el pa¨ªs 95 que se adhiere a la Proliferation Security Initiative, una medida propuesta en 2003 por la Administraci¨®n Bush y que trata de impedir el tr¨¢fico mar¨ªtimo de materiales y componentes nucleares. La iniciativa est¨¢ apoyada por cerca de un centenar de pa¨ªses, entre los que se encuentran, adem¨¢s de Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia e Israel, pero no otros estados nucleares como China, India y Pakist¨¢n.
La reacci¨®n de Obama fue la m¨¢s en¨¦rgica desde su llegada a la Casa Blanca. Los t¨¦rminos "violaci¨®n descarada de la legalidad internacional", "haremos frente juntos" al desaf¨ªo y otros similares no son corrientes en el lenguaje utilizado hasta ahora por el presidente estadounidense en el enfoque de los problemas de pol¨ªtica exterior.
Obama se da cuenta del chantaje al que le quiere someter Kim para quien las condenas de Naciones Unidas no son sino un argumento para demostrar a sus s¨²bditos las maldades del capitalismo, representado por Estados Unidos, Jap¨®n y Corea del Sur. Sabe que, descartada una acci¨®n militar directa como la que intent¨®, pero no materializ¨®, Clinton en 1994, el dictador norcoreano tiene todas las cartas a su favor en tanto en cuanto siga contando con el benepl¨¢cito de China, a quien le debe su subsistencia diaria. Pek¨ªn facilita a Pyongyang el 75% de sus necesidades energ¨¦ticas y, aunque se oponga al programa nuclear norcoreano —¨¦ste fue el verbo utilizado en el Consejo de Seguridad para no usar el m¨¢s contundente de condenar—, no quiere, todav¨ªa, hablar de una desestabilizaci¨®n del r¨¦gimen de su repulsivo protegido por dos razones principales. La primera, porque no desea, como ocurri¨® en la ¨²ltima hambruna, la emigraci¨®n de decenas de miles de coreanos del norte a territorio chino.
La segunda, porque una ca¨ªda del r¨¦gimen norcoreano supondr¨ªa la reunificaci¨®n de la pen¨ªnsula coreana bajo un r¨¦gimen democr¨¢tico, una perspectiva que no causa precisamente grandes entusiasmos en Pek¨ªn. La clave, por tanto, est¨¢ en la actitud futura de China y es hacia el gigante asi¨¢tico donde debe dirigir sus esfuerzos el presidente Obama, si quiere que su pol¨ªtica de firmeza frente a Pyongyang tenga alg¨²n ¨¦xito.
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