Cuando la tragedia se sirve fr¨ªa
?Qu¨¦ sencillo es hacer la cr¨ªtica de un buen espect¨¢culo, y qu¨¦ ¨¢spero cuando el estreno no responde a las expectativas! Este ambicioso Edipo. Una trilog¨ªa, dirigido por Georges Lavaudant, intenta resumir en apenas dos horas y media tres obras de duraci¨®n muy superior: Edipo rey, Edipo en Colono y Ant¨ªgona. Para ello elimina el coro, que es como prescindir de la orquesta en un concierto y dejar a los solistas solos. La tragedia griega alterna sabiamente el estatismo de las escenas dialogadas con el intenso dinamismo de las corales, en parte cantadas y danzadas. Sin coro, no hay contraste.
La acci¨®n de este Edipo se desarrolla en torno a un peque?o escenario m¨®vil situado a diez metros de la primera fila de butacas del antiguo Matadero municipal de Madrid: incomprensiblemente lejos, bajo una iluminaci¨®n fr¨ªa que aleja todav¨ªa m¨¢s la acci¨®n interna de unos personajes intensamente est¨¢ticos, a los que el director ha marcado una declamaci¨®n distante. Algunos actores se mueven con cierta naturalidad en ese registro, entre ellos Luis Hostalot, Noelia Ben¨ªtez y Laia Marull; otros est¨¢n lejos de encontrarla.
EDIPO. UNA TRILOG?A
A partir de Edipo rey, Edipo en Colono y Ant¨ªgona, de S¨®focles.
Int¨¦rpretes: Eusebio Poncela, Rosa Novell, Laia Marull.
Direcci¨®n: Georges Lavaudant.
Madrid. Matadero. Naves del Espa?ol. Del 29 de mayo al 28 de junio.
M¨¢s que recrear el movimiento interior firme y violento de estas tres obras cardinales, Lavaudant nos las sirve como relatos lejanos, a los que intenta aproximarnos proyectando una riada de im¨¢genes actuales, algunas de corte documental. El tama?o de las proyecciones, mucho mayor que el de los actores, que adem¨¢s est¨¢n situados siempre lejos de la boca del escenario, les roba foco y atenci¨®n. La tragedia es el g¨¦nero sint¨¦tico y depurado por excelencia del arte teatral, un g¨¦nero l¨ªmite que refleja la soledad profunda del hombre y su aflicci¨®n ante un dolor definitivo del que no es culpable.
Un g¨¦nero todo nervio, sin un gramo de grasa. Lavaudant, que lo sabe, ha estilizado su montaje al m¨¢ximo, pero lo ha cauterizado tanto que lo ha dejado sin coraz¨®n. Pasan los episodios y mueren los h¨¦roes sin que se produzca esa transmisi¨®n de energ¨ªa que, en la tragedia, como una ola, provoca la catarsis. Algunos espectadores aprovecharon en la noche del estreno los largu¨ªsimos y anticlim¨¢ticos oscuros para abandonar sus asientos.
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