"He escrito para salvarme del fr¨ªo de la guerra"

Le le¨ªmos ayer a Juan Eduardo Z¨²?iga, escritor, madrile?o de 80 a?os, que ha edificado sobre la guerra una casa literaria en la que conviven la rabia y la melancol¨ªa, esta definici¨®n que hizo de ¨¦l su colega Manuel Longares: "Z¨²?iga conoce el riesgo de pisar la calle. Por eso, al rebasar el portal de su casa pone la mano en la pared de los telefonillos, como para concederse un respiro antes de acometer la audacia". Con sus ojos atentos, como si le estuvi¨¦ramos leyendo sobre otro, Z¨²?iga escuchaba. Hoy a este hombre que escucha le homenajean en la Biblioteca Nacional.
Pregunta. ?Y c¨®mo se ve?
Respuesta. Como me ve Longares. Me ha gustado tener experiencias fuera de lo normal, encontrar extranjeros que me orientaran hacia otras lenguas... ?l me ve como un personaje fuera de lo corriente. Lo soy.
"A los 12 a?os encontr¨¦ una novela rusa. Me impresion¨®"
"La posguerra es un periodo largo que no se sabe a¨²n si ha concluido"
P. ?Sigue siendo la guerra el motor de su mirada?
R. Fue una experiencia tan terrible e inesperada para un adolescente que forzosamente traz¨® una especie de estructura en la sensibilidad. Pasados muchos a?os percib¨ª que necesitaba reelaborar literariamente aquel pasado. Y no creo que fueran los impactos m¨¢s definitivos los que quedaran de manera m¨¢s indeleble en mi retina. Fueron las peque?as particularidades de la vida cotidiana.
P. Eso est¨¢ en su trilog¨ªa: la vida cotidiana atravesada por la guerra.
R. Es lo que hice. Una traves¨ªa de Madrid relacion¨¢ndome con los personajes, no precisamente ejemplares, que no se adscribieron a ninguno de los bandos que estaban en contienda, sino que viv¨ªan en soledad, con mala conciencia por no tener un compromiso. ?stos son los personajes que he querido ir poniendo en el papel.
P. No hab¨ªa en ellos hero¨ªsmo alguno. ?O s¨ª lo hab¨ªa?
R. No, no hab¨ªa hero¨ªsmo. Lo heroico estaba en esa cierta lejan¨ªa de una ciudad asediada, hambrienta, bombardeada. Ellos eran como personas que pretenden hacer algo y no lo consiguen. Es la b¨²squeda de una realizaci¨®n, por eso no son personas ejemplares; son personas m¨¢s bien anodinas.
P. P¨¦rez Minik sol¨ªa decir que la guerra le dej¨® al rojo vivo. ?A usted c¨®mo le dej¨®?
R. M¨¢s bien lo que yo experiment¨¦ fue lo contrario. Una gran frialdad. Not¨¦ como un d¨ªa nublado, un d¨ªa de esos de llovizna madrile?a que sopla el aire helado de la sierra. ?sa era la situaci¨®n vital en aquellos a?os. Sobreviv¨ªa con el gran esfuerzo de la cultura. La cultura fue el punto de apoyo, la que me ayud¨® a tener ese cierto calor. Escribir me salv¨® de aquel fr¨ªo. Y de esa frialdad del ambiente tuve que pasar a un periodo en el que yo sintiera ese vigor de la creaci¨®n; deb¨ªa inventar los personajes, revestirlos de inter¨¦s.
P. Poner en pie otra vida despu¨¦s de la devastaci¨®n.
R. Exactamente. Era como una forma de salvarme yo mismo, porque en estos personajes qui¨¦n sabe si tambi¨¦n hab¨ªa astillas de mi madera.
P. ?Y siguen las astillas de la guerra?
R. Quedan rastros, naturalmente. Son como la cicatriz que va desapareciendo pero a¨²n subsiste.
P. Surc¨® la posguerra aprendiendo ruso a solas, y ocup¨¢ndose de autores rusos.
R. A los doce a?os encontr¨¦ debajo de la puerta de la casa de mis padres una novela rusa. Me impresion¨®. Me sirvi¨® para orientarme. Me llev¨® a la literatura, en especial a la literatura rusa.
P. Public¨® El coral y las aguas, una novela rom¨¢ntica ambientada en Grecia, cuando en 1962 dominaba aqu¨ª el social realismo.
R. Y yo era amigo de los social realistas. No fue bien aceptada; era lo opuesto a aquella visi¨®n social de la literatura. No me desanim¨¦, ni perd¨ª a los amigos. Mi discrepancia era s¨®lo est¨¦tica y literaria.
P. Un homenaje en la Biblioteca Nacional.
R. As¨ª lo han querido unos amigos. Otros se lo merecen m¨¢s. Mire usted a Delibes, a Mars¨¦, a Luis Mateo D¨ªez...
P. ?Y ahora qu¨¦ escribe?
R. Cuentos de la posguerra, ese periodo tan largo que hemos sufrido y que no se sabe si ya ha concluido.

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