Piratas
En la espl¨¦ndida biograf¨ªa que le hizo Manuel Chaves Nogales, el torero Juan Belmonte contaba que lleg¨® a hacerse ganadero. En sus propias palabras, "se?orito terrateniente". Recordaba que en 1931, con la Rep¨²blica, los jornaleros andaluces iban por el campo "vengando viejos agravios de los caciques y llev¨¢ndose de paso lo que buenamente pod¨ªan". Y a?ad¨ªa: "Les guiaba, sin embargo, en estas depredaciones, un cierto esp¨ªritu de justicia".
Ya s¨¦ que no es lo mismo y que no es igual, pero me cuesta muy poco relacionar a las grandes empresas productoras (ejecutivos con avi¨®n privado, retribuciones estratosf¨¦ricas, etc¨¦tera) con aquellos caciques, y a los consumidores, estafados durante d¨¦cadas, con aquellos jornaleros. Tambi¨¦n s¨¦ que entre los ejecutivos bien pagados y los consumidores est¨¢n los creadores, que necesitan cobrar por su trabajo, a ser posible algo m¨¢s de lo que la industria ha venido pag¨¢ndoles. Pero considerando la situaci¨®n en su conjunto, me alegro mucho de que el Partido Pirata sueco haya obtenido un esca?o en Estrasburgo. No estoy de acuerdo con todo lo que propone el Partido Pirata (el nombre ya es discutible), pero estoy m¨¢s de acuerdo con ellos que con sus enemigos.
Luchar contra los intercambios personales en Internet es como luchar contra la inmigraci¨®n ilegal: puede parecer razonable en teor¨ªa, pero en la pr¨¢ctica resulta in¨²til y conduce a injusticias intolerables. Para ser disuasorias, las sanciones contra los intercambios digitales deben ser severas; y si son severas, son desproporcionadas. La sociedad suele tolerar mal la desproporci¨®n en el castigo. O sea, me parece una batalla perdida. Convendr¨ªa ir repensando el sistema del copyright, las patentes y el conjunto de la propiedad intelectual. Porque no es justo (las empresas ganan m¨¢s que los creadores, sin ahondar en la prepotencia de las viejas discogr¨¢ficas) y, sobre todo, porque las nuevas tecnolog¨ªas lo hacen obsoleto. Obviemos tambi¨¦n las leyes que permiten el control de la correspondencia electr¨®nica; su indecencia resulta obvia.
Un eurodiputado no es mucho, pero valdr¨¢ m¨¢s que muchos pol¨ªticos prejubilados en Estrasburgo.
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