"No soy Michelle Obama"
La esposa del reformista Musavi irrumpe con fuerza en la campa?a iran¨ª
Desde luego no luce los estupendos brazos de la esposa del presidente estadounidense. Sin embargo, la activa participaci¨®n de Zahra Rahnavard en la campa?a electoral de su marido, Mir Hosein Musavi, ha desatado la imaginaci¨®n de los periodistas que cubren los comicios iran¨ªes. Algunos incluso han especulado con la eventualidad de una primera dama iran¨ª. En una inusual reuni¨®n con la prensa convocada por la propia Rahnavard, la consorte del candidato reformista desestim¨® esa posibilidad el domingo. "No soy Michelle Obama, sino Zahra Rahnavard", dijo.
La improbable novedad contrasta con el papel secundario al que los fundamentalistas quieren relegar a las mujeres, tal como denunci¨® esta profesora universitaria y artista. Rahnavard, de 61 a?os, atribuy¨® el ataque de que fue objeto unos d¨ªas antes por parte de Mahmud Ahmadineyad a su incapacidad para tolerar la presencia de mujeres en puestos destacados. En el debate electoral con Musavi, el presidente le mostr¨® un documento con una foto de su esposa. "?Conoce a esta mujer?", le pregunt¨® antes de acusarla de haber "accedido a la universidad sin pasar las pruebas de acceso".
"Ahmadineyad me ha ofendido a m¨ª y a las mujeres de este pa¨ªs", dice Rahnavard
"No s¨®lo me ha ofendido a m¨ª, sino a todas las mujeres de este pa¨ªs, a todos los iran¨ªes y a su cargo", declar¨® Rahnavard. Para ella, sus palabras despectivas prueban que Ahmadineyad no acepta la existencia de "una mujer artista, con dos masters, un doctorado y una c¨¢tedra en la universidad". No debe de ser el ¨²nico en Ir¨¢n. El Consejo de Guardianes, el ¨®rgano encargado de velar por las credenciales isl¨¢micas de los candidatos, no consider¨® que ninguna de las 42 iran¨ªes que se inscribieron para las elecciones presidenciales tuviera las cualidades personales y morales necesarias.
Pero las aspirantes no se han arredrado. La mayor¨ªa ha reconducido su esfuerzo a hacer campa?a ante los cuatro candidatos aprobados para que se ocupen de su causa. Y el empe?o est¨¢ dando frutos. Todos ellos han hecho alguna menci¨®n a la necesidad de potenciar a las mujeres durante sus campa?as. Pero ninguno como Musavi ha predicado con el ejemplo. La presencia a su lado de Rahnavard durante los m¨ªtines electorales es una primicia en la Rep¨²blica Isl¨¢mica. La mujer de Ahmadineyad, maestra, rara vez ha sido vista en p¨²blico. Lo mismo vale para las esposas de sus predecesores.
Siempre cubierta con el chador que distingue a las chi¨ªes piadosas, Rahnavard no se ha limitado a sujetar con entusiasmo los carteles con la imagen de su marido. Ha intervenido en sus m¨ªtines electorales y, como demostr¨® durante su comparecencia ante la prensa, se siente parte de su proyecto pol¨ªtico.
"Reconsideraremos los casos de las mujeres detenidas por motivos pol¨ªticos y puedo asegurarles que la libertad de expresi¨®n ser¨¢ una prioridad", se?al¨® utilizando el plural. Incluso avanz¨® que Musavi "estudia [nombrar] al menos dos o tres ministras, varias viceministras y embajadoras, adem¨¢s de consejeras y directoras generales". Esa mayor visibilidad de su causa no ha evitado que contin¨²e la presi¨®n oficial contra la Campa?a por la Igualdad. "Por primera vez en tres a?os, y a pesar de medio centenar de detenciones, dos activistas han sido acusadas de pertenecer a una organizaci¨®n ilegal", denuncia otra de ellas, Sussan Tahmasebi. Desde el verano de 2006, y con el respaldo de la Nobel Shir¨ªn Ebad¨ª, grupos de mujeres de todo el espectro pol¨ªtico recogen firmas contra su discriminaci¨®n ante la ley. Musavi y Rahnavard han prometido acabar con ella.
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