"En el mundo literario todos se creen dioses, mayores o menores"
Despues de vender cuatro millones de La catedral del mar, el abogado barcelon¨¦s narra la expulsi¨®n de los moriscos en La mano de F¨¢tima. Desde su bufete, Falcones desvela la trastienda de su novela y sus ideas
Bufete". Nada m¨¢s en la placa dorada, antesala de la sobria decoraci¨®n del generoso despacho del Eixample barcelon¨¦s. En realidad, todo acorde con el estilo que destila el abogado Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) cuando muda en novelista, sin concesiones a los tropos literarios ni a la psicolog¨ªa: sujeto, verbo y predicado al servicio de una concatenaci¨®n de acciones. La mesura se extiende, coherente, al personaje, impasible a pesar de los cuatro millones de ejemplares vendidos en 37 pa¨ªses de su primera novela, La catedral del mar (Grijalbo, C¨ªrculo de Lectores y Debolsillo). No hay ego literario aparente bajo los revueltos rizos del letrado escritor, ¨²nica concesi¨®n a la desmesura. Y lo ratifica hablando de su segunda obra, La mano de F¨¢tima (Grijalbo, 500.000 ejemplares de salida), de nuevo novela hist¨®rica, ahora ambientada en el episodio nacional que va desde el levantamiento de los moriscos en las Alpujarras hasta su expulsi¨®n de la Pen¨ªnsula 40 a?os despu¨¦s. Un episodio delicado que da pie a confrontar los intolerantes fanatismos cat¨®lico y musulm¨¢n en un caldo de aventuras, pasiones y una sabia y bien distribuida documentaci¨®n de la ¨¦poca. En cualquier caso, 960 p¨¢ginas que se leen r¨¢pido. "Pero es muy larga, pienso en los lectores y entiendo que es una barrera; yo me veo como lector y casi mil p¨¢ginas pesan". Autocr¨ªtica. Inaudito en el Parnaso.
"No nos separan tantas cosas a cristianos y musulmanes. Llegar a un cierto sincretismo no me parecer¨ªa mal"
PREGUNTA. Una excursi¨®n escolar a la catedral de Barcelona inspir¨® su primer libro. ?Qu¨¦ le llev¨® a los moriscos y a la C¨®rdoba de las mezquitas?
RESPUESTA. La historia de las caballerizas reales y la obsesi¨®n en el siglo XVI por buscar la excelencia de los caballos cortesanos, intentando reunir las mil mejores yeguas. Es un episodio que conoc¨ªa y me apetec¨ªa ahondar. Y por ah¨ª se cruz¨® la Historia.
P. ?Ni en el tema ni al escribir le condicionaron los cuatro millones de catedrales?
R. Lo creas o no, te olvidas de eso; entre el despacho y los pleitos por ganar y las zapatillas de los ni?os por casa
[tiene cuatro varones, entre los 5 y los 13 a?os] no hay tiempo para pensar en eso. No, no soy de los de obsesionarse con algo; haces lo que sabes hacer y punto.
P. ?Est¨¢ m¨¢s satisfecho en el estilo o en el planteamiento respecto a su novela anterior? ?Siente que ha evolucionado?
R. Si gust¨® la otra, espero no haber cambiado mucho en lo estil¨ªstico. En los personajes, quiz¨¢: en La catedral... iban m¨¢s al albur de los acontecimientos; aqu¨ª dependen m¨¢s de su voluntad.
P. O sea, ?ha planificado m¨¢s la novela? ?C¨®mo se las plantea?
R. Me hago un gui¨®n con los puntos ¨¢lgidos que ha de tener, momentos trascendentales que tendr¨¢n que ir rompiendo los cap¨ªtulos y por ah¨ª hay que parar.
P. ?Tambi¨¦n se ha le¨ªdo 40 libros esta vez para documentarse?
R. No, ahora 200: desde un mont¨®n de cr¨®nicas de la ¨¦poca a estudios sobre el islam, cinco o seis, pasando por tesis doctorales, como una sobre el asilo eclesi¨¢stico.
P. ?Tanto para hacer ficci¨®n?
R. El lector sabe distinguir la trama ficticia de lo otro; por eso los datos siempre deben ser reales. Y m¨¢s en una novela hist¨®rica; el autor no puede hacer lo que quiera: la trama siempre debe ajustarse a la realidad; tramas, hay infinitas, pero realidad, s¨®lo una. Si no ?qu¨¦ ha de hacer el lector? ?Ponerse a estudiar ese periodo hist¨®rico?
P. Que el original de
La catedral pasara por un taller de escritura y muchas manos gener¨® pol¨¦mica. ?Ha repetido f¨®rmula?
R. La catedral la llev¨¦ al taller porque no encontraba quien quisiera hacerle un editing. Esta vez ya he trabajado directamente con mi editora y luego est¨¢ mi mujer, mi primera lectora. Vamos a ver, los profesionales son ellos, hay todo un equipo trabajando para ti ?no?, entonces, ?por qu¨¦ no hacerles caso? Quiz¨¢ me influye mi profesi¨®n: yo no puedo ir a un juez con un pliego as¨ª de gordo; los casos y las exposiciones hay que trabajarlos y el juez a veces los tumba... El otro d¨ªa le¨ªa Los novios, de Alessandro Manzoni, la obra maestra italiana, y hab¨ªa un pie de p¨¢gina que dec¨ªa que Manzoni hab¨ªa cambiado no s¨¦ qu¨¦ por consejo de un amigo porque eso no pod¨ªa ser. Me alegr¨® saber que un escritor as¨ª adoptara esa actitud.
P. Informar, formar o entretener. Ponga en orden las funciones de la novela.
R. Entretener. En mi caso, se trata de buscar la acci¨®n y la trama para contar aquello que quieres contar. Puede haber luego mensajes, pero han de estar ah¨ª, en la propia historia.
P. En su Historia, los Reyes Cat¨®licos y el cardenal Cisneros quedan como traidores.
R. Isabel la Cat¨®lica se movi¨® m¨¢s por lo econ¨®mico que por lo religioso; sobre Cisneros, alguien que obliga a convertir a los moros y a los ocho a?os vuelve a la carga...
P. Y pensar que todo eso se da en un momento de auge de Espa?a
...
R. ?Auge? Toda la riqueza de las Indias se malbarat¨®; se dio un aumento de precios espectacular; los hidalgos no quer¨ªan trabajar; la cultura del esfuerzo era inexistente; nunca se tuvo una econom¨ªa estable y potente; para la agricultura, la expulsi¨®n de los moriscos fue una hecatombe: en Valencia se hizo una excepci¨®n para que de cada cien moriscos seis pudieran quedarse a ense?ar a los cristianos a cultivar. Se cargaron el sistema por anteponer lo religioso y lo pol¨ªtico.
P. ?La famosa evangelizaci¨®n fracas¨®?
R. Es que la integraci¨®n no lleg¨® nunca porque, entre otras cosas, los moriscos eran odiados... Es cierto que estaban en perpetuo alzamiento y se les ve¨ªa como una fuerza interna peligrosa. En cualquier caso, se hicieron esfuerzos para integrarlos muy superiores a los que se podr¨ªa esperar de una sociedad tan cat¨®lica como era la espa?ola.
P. El protagonista, Hernando, es amonestado en un momento de la novela por su comunidad por desviarse de su religi¨®n y acercarse, por su origen mestizo, a los cristianos y vivir de la picaresca.
R. Es un episodio clave de la obra. Para tener unos valores hay que tener los referentes muy claros y le recriminan que ¨¦l los haya perdido.
P. ?Es lo que pasa ahora, tambi¨¦n?
R. Es evidente que hay unos par¨¢metros, como los del esfuerzo y el trabajo, que se han perdido. Nunca he visto Operaci¨®n Triunfo, pero s¨ª un casting, y me impact¨® ver a un chico eliminado de 29 a?os llorando y diciendo que su vida ya no val¨ªa nada. ?Arruinado la vida? De entrada, si quieres vivir de eso, estudia piano 10 a?os. ?Estamos locos? La vida no es as¨ª; lo normal es no triunfar y si luchas mucho quiz¨¢ un d¨ªa logras algo.
P. Tanto Hernando como Arnau, protagonista de
La catedral..., son dos self-made man. ?Son referencias personales?
R. ?Por?
P. Por lo de la muerte de su padre siendo usted joven, lo que le oblig¨® a trabajar en un bingo mientras estudiaba, dejar una carrera, la de Econ¨®micas, y su vocaci¨®n literaria...
R. De manera consciente, no lo creo, si bien, el hacerse a uno mismo es una actitud que me atrae. El esfuerzo es un valor que deber¨ªa ir al alza. Mira: no se puede pagar al estudiante para que estudie. ?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? Pues por exceso de permisividad en estos 30 a?os de democracia, con pol¨ªticos con intereses no muy claros... Por ejemplo, ?qu¨¦ se pretende con Catalu?a? Votamos un estatuto que al d¨ªa siguiente ya se quer¨ªa reformar... Pero nos alejamos de la novela.
P. Hernando es religiosamente ecl¨¦ctico. ?Usted tambi¨¦n?
R. No tengo necesidad, pero tampoco nos separan tantas cosas a cristianos y musulmanes. El problema es el fanatismo y el desconocimiento mutuo. Llegar a un cierto sincretismo no me parecer¨ªa mal. La mezquita de C¨®rdoba es el ¨²nico ejemplo en el mundo de esta convivencia. Hoy que se ha rehabilitado el mihrab, sientes ah¨ª los dos esp¨ªritus diferentes.
P. Entre las amenazas de Al Qaeda est¨¢ la de reconquistar Al Andalus...
R. Eso es la misma estupidez que si los cristianos reclam¨¢ramos Jerusal¨¦n porque fue nuestra cuando la primera Cruzada.
P. ?Podr¨¢ continuar escribiendo y ejerciendo de abogado?
R. Ahora, en vez de una hora ya le dedico tres, de ocho a once de la ma?ana. Y voy a montar a caballo al mediod¨ªa. Tampoco voy a cerrar el bufete tras 30 a?os de trabajo: pero si sigo escribiendo habr¨¢ que ver c¨®mo lo hago.
P. No se le ve por el circuito literario...
R. No tengo tiempo ni ganas. Continuar¨¦ siendo un outsider: ese mundo me parece un co?azo y a m¨ª me gusta hablar con la gente de muchas cosas y del Bar?a.
P. ?Le molesta la imagen que ese ¨¢mbito tiene de usted?
R. Lo que me molest¨® es que se dijera que me escribieron La catedral. Si fuera tan f¨¢cil, echo a los abogados y pongo aqu¨ª a 11 negros a escribir. No hay campa?a de marketing que te haga vender cuatro millones de libros. A lo mejor es que tiene algo de calidad lo que yo escribo... Ironizo. El literario es un mundo donde todos se creen dioses, mayores o menores. No me interesa.
La mano de F¨¢tima. Ildefonso Falcones. Grijalbo. Barcelona, 2009. 960 p¨¢ginas. 24,90 euros.
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