El don de la anacron¨ªa
El autor argentino Oliverio Coelho reflexiona sobre las cualidades que permiten "llegar a un libro a tiempo, es decir, temprano para la historia y tarde para quienes prefieren leer las necesidades de la literatura en la contingencia del presente"
Hace poco, en Argentina una ola de nuevos narradores y otros no tan nuevos involuntariamente les concedi¨® a algunos cr¨ªticos la oportunidad de actualizar sus discusiones. De la mano de una narrativa influenciada por Internet, los blogs, la cr¨®nica, la fusi¨®n de g¨¦neros se acu?¨® el concepto sofisticado de literaturas "posaut¨®nomas". Seg¨²n este concepto, la literatura podr¨ªa no regirse ya por sus leyes internas, estar¨ªa perdiendo autorreferencialidad y podr¨ªa obedecer a nuevos criterios de valoraci¨®n para adecuarse al presente. R¨¢pidamente, superada por el v¨¦rtigo medi¨¢tico, la novedad fue desplazada por una tendencia asociada a la anterior: una presunta literatura del yo.
Curiosamente, esas categor¨ªas en juego pasaron a ocupar en varios suplementos culturales el lugar ef¨ªmero de la noticia, como en otro momento el r¨®tulo de literatura femenina. Esta vez la invenci¨®n no fue una estrategia de marketing editorial, sino un rapto de sofisticaci¨®n intelectual. Algo parec¨ªa mudar de piel: no la literatura sino la cr¨ªtica, que abandonaba criterios intr¨ªnsecos de valoraci¨®n -estilo, calidad literaria, etc¨¦tera-, y con una terminolog¨ªa extra¨ªda de los m¨¢s recientes estudios culturales intentaba abordar textos h¨ªbridos que hablaran la lengua del presente.
Hay un largo tr¨¢nsito que exige la aceptaci¨®n de otra temporalidad: la literaria. En ese periodo, una novela puede envejecer, o anticiparse y resultar original
Lo cierto es que textos que fuerzan categor¨ªas distintas de an¨¢lisis existen desde hace tiempo -los precursores de la poes¨ªa concreta, de la poes¨ªa visual, sin ir m¨¢s lejos, o escritores como Puig, Copi y Aira-. Lo interesante del caso es que la figura del cr¨ªtico literario, bajo esta innovaci¨®n, se superpone a la del cr¨ªtico de arte, ese agente externo a la obra que dirime criterios de valoraci¨®n circunstanciales. Es un rasgo que puede verificarse a nivel global: el cr¨ªtico literario en el rol de curador.
No estoy seguro de que en la literatura estas reglas de prestidigitaci¨®n sean tan efectivas como en el arte contempor¨¢neo. La operaci¨®n de este tipo de cr¨ªtico consistir¨ªa en fundar la ilusi¨®n de movimiento y verdad donde hay contingencia. Aunque es v¨¢lido, esta operaci¨®n soslaya que el lector todav¨ªa sigue regido por una autonom¨ªa temporal y una historia privada que forma su gusto, y que probablemente acuda a un libro no para encontrar retazos de lenguajes medi¨¢ticos y actuales, sino para desalienarse de ese imaginario p¨²blico y pasar a una dimensi¨®n en que las palabras significan y resuenan de modo diferente.
Aun cuando alg¨²n autor considere original construir un relato naturalista con los dialectos cotidianos de la tecnolog¨ªa y los medios para retratar la velocidad del presente, el resultado no dejar¨¢ de ser le¨ªdo con criterios que crecen y mudan en el interior de la literatura hasta transformarse, con el tiempo, en convenciones. A la vez, ninguna novela que pretenda ser actual podr¨¢ en un mismo paso reproducir y reflexionar, como los lenguajes audiovisuales, sobre un acontecimiento. Llegar¨¢ a destiempo. ?sa es la ventaja parad¨®jica de la circulaci¨®n del libro. Hay un largo tr¨¢nsito -que el lector llegue al libro, luego el pasaje a la lectura- que exige la aceptaci¨®n de otra temporalidad: la literaria. En ese periodo, una novela puede envejecer con la realidad, o anticiparse y resultar original.
Por otro lado, el r¨®tulo de "nueva generaci¨®n" en este ¨²ltimo tiempo pas¨® a ser fundamental para abrir otro campo de an¨¢lisis. Tan central quiz¨¢s como la noci¨®n de g¨¦nero literario en otro momento. Sospecho que cuando esto ocurre prematuramente, lo que queda oculto es la esencia del escritor, y lo que se exalta es la circulaci¨®n p¨²blica de su imagen. Hoy se perciben conjuntos y antolog¨ªas fluctuantes: en Latinoam¨¦rica, Bogot¨¢ 39 y El Futuro no es Nuestro; en Argentina, La Joven Guardia, y los Nocilla en Espa?a. Podr¨ªa pensarse a estos conjuntos como parte de la contingencia del presente, aunque el recorte generacional resulta m¨¢s llano, si el fin es la solvencia medi¨¢tica, que criterios de valoraci¨®n extraliterarios para la literatura.
Entre las nuevas generaciones de narradores en Argentina el legado de Arlt, Borges y Saer est¨¢ pendiente. Quiz¨¢s no pueda ser de otro modo. Con Puig ocurre algo extra?o: tanto se ha escrito sobre su uso desinhibido de la oralidad, que casi cualquier autor que presente un registro coloquial es confinado por la cr¨ªtica a un imberbe ed¨¦n puiguiano. No han dejado de producirse, sin embargo, identidades literarias fuertes. En el ¨²ltimo medio siglo en Latinoam¨¦rica abundaron escritores que impusieron, no nuevas categor¨ªas de an¨¢lisis, sino po¨¦ticas impares. Al cr¨ªtico literario le queda la utop¨ªa de detectar las claves de esas po¨¦ticas, en una lengua sincronizada con la del escritor pero asc¨¦tica con la de su ¨¦poca. No hicieron otra cosa Blanchot con Kafka, Deleuze con Lewis Carroll, o Kermode con Shakespeare. Hoy parecen raramente anacr¨®nicos, como si esas lecturas vinieran del futuro.
Lejos de la actualidad, en Argentina dos escritores incursionaron en el ensayo con esa misma ¨¦pica asceta. Por un lado, C. E. Feiling (1961-1997). Una selecci¨®n de sus cr¨ªticas y art¨ªculos se public¨® bajo el t¨ªtulo Con toda intenci¨®n (2005). Por otro, Luis Chitarroni (1958), que en Siluetas (1992) reuni¨® semblanzas de escritores reales y ficticios. En Mil tazas de t¨¦, matiza la soberan¨ªa del gusto con una iron¨ªa y una lucidez que se empareja con la efusi¨®n borgeana. Ambos, Feiling y Chitarroni, tienen el don de la anacron¨ªa, del recelo emotivo y la demora, afecciones que permiten llegar a un libro a tiempo, es decir, temprano para la historia y tarde para quienes prefieren leer las necesidades de la literatura en la contingencia del presente. -
Oliverio Coelho (Buenos Aires, 1977) es autor de la novela Ida (Norma, 2008), entre otros libros.
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