Hero¨ªna literaria con toga
La novelista Reyes Calder¨®n ambienta 'El expediente Canaima' en las intrigas de la Audiencia Nacional
"La mejor manera de enterarse de todos los chismes de la Audiencia Nacional es sentarse un rato en el Starbucks de la calle G¨¦nova de Madrid". El consejo es de la escritora Reyes Calder¨®n y a juzgar por el entusiasmo con el que documenta sus novelas hay que hacerle caso. Su ¨²ltimo libro, El expediente Canaima (RBA Editores), es una intriga de corrupci¨®n internacional entre Caracas, Madrid y Singapur que pondr¨¢ a prueba la integridad de la juez Lola McHor, su protagonista.
Es la misma hero¨ªna de Los cr¨ªmenes del n¨²mero primo, la anterior novela de Calder¨®n, que se fue hasta los 35.000 ejemplares vendidos. Esta vez, esta hero¨ªna literaria con toga tendr¨¢ que lidiar con empresarios y pol¨ªticos corruptos, narcotraficantes y hasta con el FBI desde su reci¨¦n adquirido cargo de presidenta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. "Para escribir lo tengo que conocer todo hasta el tu¨¦tano; debe de ser porque soy profesora", dice Calder¨®n, que tambi¨¦n es decana de la Facultad de Econ¨®micas de la Universidad de Navarra. Esa inquietud la llev¨® a mover Roma con Santiago para poder recorrer la Audiencia, en la que est¨¢ ambientada parte de su novela, mientras la escrib¨ªa. Ahora, un a?o despu¨¦s, con El expediente Canaima ya publicado, la acompa?amos en el mismo recorrido por los pasillos laber¨ªnticos, los despachos atiborrados de expedientes y las salas donde se juzgan los verdaderos delitos econ¨®micos.
"La corrupci¨®n se convierte en algo normal cuando el ciudadano la excusa"
"Entre economistas, a la corrupci¨®n se la llama ir¨®nicamente lubricante porque se usa para forzar el ritmo de la maquinaria burocr¨¢tica", explica Calder¨®n caminando sobre una alfombra con el dibujo de unas tablas de la ley. En la novela se hace una reflexi¨®n sobre el mal uso del poder en clave de thriller a trav¨¦s de los ojos de una mujer. La protagonista de Reyes Calder¨®n compagina su cargo en la Audiencia Nacional con una arriesgada misi¨®n propia como justiciera fuera de los despachos y con los quebraderos de cabeza de la vida dom¨¦stica. "Trato de humanizar a los jueces. Parece muy evidente pero a veces se nos olvida", explica, y se?ala una fila de varias columnas de papeles que llegan hasta la rodilla a la puerta de uno de los despachos.
En su libro tambi¨¦n hay un muy humano presidente del Banco Mundial ca¨ªdo en desgracia por mezclar el placer con los negocios. Tambi¨¦n un juez estrella espa?ol al que la presi¨®n de los juicios medi¨¢ticos acaba pasando factura. A la hora de establecer las evidentes correspondencias con la realidad, la escritora prefiere ser prudente. "Hay muchos altos cargos y jefes con el perfil que describo".
"Aqu¨ª huele a Aranzadi". El recorrido contin¨²a en la biblioteca de la Audiencia. A Calder¨®n, el olor a cuero que desprenden los libros de la editorial jur¨ªdica le recuerda a su infancia, a su padre abogado. Aunque ¨¦sta sea su segunda visita a las entra?as de la instituci¨®n, a cada paso hace preguntas a la funcionaria que nos acompa?a como si en su fuero interno no dejaran de urdirse nuevas tramas para las que necesita documentarse. "?Para qu¨¦ se usa esta sala? ?Desde cu¨¢ndo?". Ella se describe como observadora, le gusta mirar con lupa lo que hace la gente. Su trabajo como asesora de varias instituciones internacionales en temas de anticorrupci¨®n le ha llevado a conclusiones claras: "La corrupci¨®n se convierte en algo normal cuando los ciudadanos la excusamos. Cuando pensamos que si no lo hace un pol¨ªtico lo har¨¢ otro y que el que no se corrompe es tonto". Aunque en su labor de novelista prefiere mostrar todas las facetas posibles de una situaci¨®n y dejar que el lector se posicione. Una actitud muy acorde con su personalidad m¨²ltiple: Calder¨®n es decana, escritor, asesora... y madre de nueve hijos.
El ¨²ltimo tramo de la visita son los s¨®tanos donde est¨¢n los calabozos. Once habit¨¢culos de paredes azul oscuro con un banco de obra en los que los detenidos s¨®lo pasan la noche en casos excepcionales. Los juicios econ¨®micos suelen tener muchos imputados, con lo que a menudo las celdas preparadas para una sola persona albergan a cuatro. "Mientras escrib¨ªa la novela pude entrar aqu¨ª. Me imagin¨¦ a m¨ª misma con otras tres personas en este espacio tan peque?o", comenta la escritora encogiendo los hombros en un gesto de desamparo y confirmando su pasi¨®n por escudri?ar en la realidad todo lo que est¨¢ a su alcance para construir sus intrigas de ficci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.