Obama remueve la regi¨®n
Washington aprecia indicios de un leve movimiento de p¨¦ndulo hacia la democracia en Oriente Pr¨®ximo
Seguramente la gesti¨®n m¨¢s eficaz de la diplomacia norteamericana en relaci¨®n con la crisis de Ir¨¢n la hizo el lunes un joven funcionario del Departamento de Estado que pidi¨® a la red social Twitter que aplazara el servicio de mantenimiento que la compa?¨ªa ten¨ªa previsto para ese d¨ªa y que hubiera interrumpido el servicio en todo el mundo durante alg¨²n tiempo. De esa manera la oposici¨®n mantiene una peque?a ventana desde la que exponer sus quejas y coordinar sus movimientos. O quiz¨¢ no tan peque?a: la red de amigos de Mir Hosein Musav¨ª en Facebook sobrepasa los 15.000.
Estos datos valen tanto para recordar el poder de las nuevas tecnolog¨ªas como reconocer los l¨ªmites de la pol¨ªtica. Hay casos en los que la abundancia de art¨ªculos y declaraciones sobre un hecho es inversamente proporcional al conocimiento que de ¨¦l se tiene. Ir¨¢n es uno de esos casos. Nadie sabe muy bien las verdaderas intenciones del r¨¦gimen al autorizar esos candidatos, al validar esos resultados, al permitir las manifestaciones primeras o al reprimirlas despu¨¦s. Nadie sabe muy bien qui¨¦nes son los ganadores y perdedores de este proceso ni c¨®mo todo esto afectar¨¢ a los asuntos principales en los que Ir¨¢n est¨¢ envuelto: la carrera nuclear, el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, las guerras de Irak y Afganist¨¢n.
La Casa Blanca prefiere intentar la negociaci¨®n con el r¨¦gimen iran¨ª
Tras el discurso de El Cairo, los amigos de EE UU no tienen que esconderse
Ante la confusi¨®n, unos han tomado bando con rapidez frente a una divisi¨®n que s¨ª resulta transparente: en un lado est¨¢n ciudadanos que piden libertad en las calles y en el otro est¨¢n agentes del Estado con porras y fusiles. Pero otros han preferido relativizar la trascendencia de esa divisi¨®n y observar la situaci¨®n con prudencia. Barack Obama est¨¢ entre estos ¨²ltimos.
En su m¨¢s importante declaraci¨®n sobre el problema, Obama dijo que "ser¨ªa un error que el presidente de Estados Unidos se entrometiera en las elecciones iran¨ªes".
Esa actitud ha sido catalogada de apaciguadora y suicida de parte del pensamiento conservador, que le pide a Obama que aliente el movimiento de protestas internas, denuncie el fraude cometido por los l¨ªderes religiosos y lidere al mundo en una campa?a de aislamiento y, eventualmente, de destrucci¨®n del r¨¦gimen.
Obama, posiblemente, estar¨ªa de acuerdo en el fin de esa pol¨ªtica, pero claramente no comparte el camino. El Gobierno norteamericano considera que una actuaci¨®n de ese tipo ser¨ªa explotada propagand¨ªsticamente por los ayatol¨¢s y arrinconar¨ªa a los disidentes como meras marionetas de Occidente. Obama observa el enfrentamiento directo con Ir¨¢n -militar, en ¨²ltima instancia- como una tragedia que es necesario evitar a toda costa. Cree que es necesario explorar antes las posibilidades de una negociaci¨®n con el r¨¦gimen iran¨ª, buscando intereses comunes, que existen, y eliminando prejuicios, que abundan.
Despu¨¦s de todo, Ir¨¢n tiene inter¨¦s en jugar un papel m¨¢s importante en el mundo y recela tanto como Washington de la influencia alcanzada por el extremismo sun¨ª. Por esas razones, Ir¨¢n ha sido hist¨®ricamente un aliado de Estados Unidos y todos los presidentes norteamericanos han intentado el di¨¢logo con Teher¨¢n.
Tambi¨¦n es cierto que todos han fracasado, y que si Obama fracasa, dejar¨¢ a un Ir¨¢n a punto de tener armas nucleares y con la intenci¨®n confesada de borrar a Israel del mapa.
Pero en los ¨²ltimos d¨ªas han aparecido signos que han permitido al Gobierno norteamericano concebir cierto optimismo, ciertos signos de un leve movimiento del p¨¦ndulo en Oriente Pr¨®ximo.
El primero es, obviamente, la acogida al discurso de El Cairo, mucho mejor de la esperada. Los simpatizantes de Estados Unidos no tienen ya que esconderse debajo de las piedras despu¨¦s de ese discurso.
El segundo fueron las elecciones en L¨ªbano, donde la derrota de Hezbol¨¢ puso fin a un largo periodo en la regi¨®n en la que s¨®lo los movimientos islamistas demostraban recursos y habilidad para triunfar en las urnas.
El tercero es la actuaci¨®n a la defensiva del Gobierno de Israel. S¨ª, ciertamente, el discurso del primer ministro, Benjam¨ªn Netanyahu, decepcion¨® a los moderados. Pero ese discurso en s¨ª es una prueba del problema que para Netanyahu representa la presi¨®n de Obama. Un d¨ªa despu¨¦s de su intervenci¨®n, apareci¨® ante la televisi¨®n norteamericana para abogar por un acuerdo sobre los asentamientos.
Y el cuarto signo es el propio Ir¨¢n. Nadie puede decir que las protestas han sido promovidas por Estados Unidos, pero no es descabellado pensar que esas protestas se han visto favorecidas por un nuevo clima en la regi¨®n.
Los grandes cambios surgen a veces desde la orilla.
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