?Fuera m¨¢scaras!
Cuanto m¨¢s se acerca la c¨¢mara a mi rostro m¨¢s ganas me dan de quitarme la m¨¢scara". Esta frase de la actriz Liv Ullman le gusta especialmente a Eduard Fern¨¢ndez. Es eso lo que ¨¦l quiere conseguir. "S¨®lo eso, no quiero nada m¨¢s, quiero quitarme la m¨¢scara, desnudarme, intentar que haya momentos en los que dejar entrar en mi interior". Ha propuesto el Ateneo barcelon¨¦s para el encuentro. "Suele estar tranquilo", hab¨ªa advertido. La sorpresa fue que el d¨ªa elegido la fuente del bonito jard¨ªn interior -n¨ªsperos, palmeras, limoneros- ten¨ªa la atracci¨®n de un huevo en lo alto que con la presi¨®n del agua no ca¨ªa. Expectaci¨®n, risas, fotos y m¨¢s fotos de los visitantes. El interior del edificio ya es otra cosa. Eduard Fern¨¢ndez (Barcelona, 1964) se acomoda en uno de los cl¨¢sicos sillones de cuero, no sin antes hacer de camarero y ofrecerse a traer caf¨¦ y agua. Se sienta casi al borde del sill¨®n, como si fuera a salir disparado. Le gustan los silencios, las miradas, mostrar ah¨ª mismo lo que ¨¦l pretende en su oficio. "Con el silencio tienes que estar de verdad, no hay adornos, no te puedes agarrar a nada, no te puedes cubrir, no hay palabras que te tapen, est¨¢s o no est¨¢s. Ver los procesos mentales en el rostro de un actor es lo m¨¢s maravilloso", confiesa.
"Hay guiones que se hacen pero que no se ten¨ªan que rodar y otros que no se ruedan y a m¨ª me parecen magn¨ªficos"
Han pasado apenas diez a?os desde que dio la campanada en Los lobos de Washington, de Mariano Barroso, y ya es el actor s¨®lido, imprescindible, solvente, seguro de la cinematograf¨ªa espa?ola. Le reclaman los directores consagrados y los noveles. Y ¨¦l se arroja en sus brazos con un oficio y una profesionalidad a prueba de bombas, con pasi¨®n, tes¨®n y fuerza. Lo saben todos los que han trabajado con ¨¦l. "Me gusta su capacidad de interpretaci¨®n, consigue que parezca una improvisaci¨®n algo que ha estudiado y trabajado con verdadera profesionalidad", dice Vicente Aranda, el realizador con el que acaba de finalizar el rodaje de Luna caliente. Mar Coll, la joven cineasta que debuta con Tres d¨ªas con la familia, tras su ¨¦xito cosechado en el Festival de M¨¢laga -premios a la mejor direcci¨®n, actor (Eduard Fern¨¢ndez) y actriz (Nausicaa Bonnin)- y que se estrena el pr¨®ximo viernes, tambi¨¦n lo tiene claro. "Despu¨¦s de trabajar con ¨¦l me he dado cuenta de que tenemos una sensibilidad parecida. Una de las obsesiones de Eduard son los di¨¢logos, que tienen que ser coherentes y naturales, pero no s¨®lo los de su personaje, tambi¨¦n los del resto del reparto", afirma Coll, mientras al fondo de la conversaci¨®n se puede escuchar el mar. Le han dado un par de d¨ªas de descanso antes de que comience la promoci¨®n de Tres d¨ªas con la familia, un retrato duro, directo y sencillo sobre las conflictivas y complejas relaciones en el seno de una familia catalana, en la que Fern¨¢ndez interpreta al menor de tres hermanos, padre de una hija adolescente, durante los tres d¨ªas que transcurren entre la muerte del patriarca familiar y su entierro. El car¨¢cter moderado y pudoroso de los catalanes queda reflejado en el filme. "Si los espa?oles somos pudorosos, los catalanes son los reyes. Es una sociedad muy controlada o m¨¢s bien reprimida. Hay cosas inconcebibles para m¨ª de mi personaje, siempre tan distante", explica el actor, padre de una hija de 14 a?os y de cuya experiencia se ha guiado para indagar en el interior de s¨ª mismo. "El papel de padre es el m¨¢s dif¨ªcil que hay, como dice Serrat en alguna canci¨®n. Se arman unos hilos muy dif¨ªciles de desenganchar", a?ade.
?Toma m¨¢s precauciones cuando trabaja con un director o directora novel? "Para nada", contesta de inmediato Eduard Fern¨¢ndez, casi al mismo tiempo que abre un poco el ventanal que da al jard¨ªn y as¨ª echar el humo del tabaco al exterior. "Es distinto porque de unos hay informaci¨®n y de los otros no, pero la informaci¨®n que yo saco de los directores la saco en directo, de primera mano. Es distinto si te das la mano, que un abrazo o un beso. Es verdad que un novel tiene menos prejuicios porque lo tiene todo por descubrir. Recuerdo que Mar vino a verme a Madrid, donde yo estaba entonces trabajando. Me encontr¨¦ con una chica peque?a, joven, muy delgadita y muy linda. Ya en las primeras conversaciones que tuvimos me di cuenta de que pensaba como una directora, que piensa bien, que mira bien. Adem¨¢s, el gui¨®n me gust¨® mucho. Yo estoy en esta profesi¨®n para hacer cosas que me gustan y ¨¦sta me gustaba".
Comenz¨® de mimo en las calles de Barcelona, antes de iniciarse en el teatro de la mano de Albert Boadella y Els Joglars. Pero el cine le ha atrapado de tal manera que en muy pocas ocasiones se sube ya a un escenario. Ahora la proporci¨®n es de 5 a 1 a favor del cine, en ocasiones hasta de 7 a 1. "He hecho mucho teatro y el teatro es muy cansado. Cuando me plantearon la posibilidad de hacer cine no lo dud¨¦. Para m¨ª es un privilegio. Del cine lo que m¨¢s me gusta es que te pueden leer los pensamientos sin decir palabra. Eso en el teatro no es posible y por eso lo elijo con cuentagotas".
Lo que de verdad le gusta es el trabajo en equipo. Habla, discute, en ocasiones se pelea, se implica, piensa una y otra vez en su personaje, en el de los dem¨¢s, se r¨ªe. A Mar Coll le fascinaba el trabajo de mesa y de casa que Eduard tra¨ªa cada d¨ªa al rodaje. "Llena la escena de millones de detalles, de pausas, de gestos, porque lo tiene todo muy bien estudiado", explica la realizadora. ?l asiente: "Todo lo que yo digo es texto, improviso poco, todo lo que cambiamos lo tengo en el texto. Me gusta acordarlo antes y as¨ª llego con las cosas muy claras al rodaje y sabemos a qu¨¦ jugamos. Soy poco partidario de la improvisaci¨®n. En realidad, nos pagan para que todo lo que hagamos parezca improvisaci¨®n".
Aunque est¨¢ loco por hacer una comedia y morirse de risa todo el rato, su participaci¨®n en el cine no ha sido muy elegida -"quiz¨¢s la unidad que alguien pueda ver se deba a mi trabajo, mi oficio es hacer carne lo que est¨¢ escrito en un gui¨®n y, seg¨²n como lo hagas, tiene una unidad o no tiene ninguna"-, y al hablar de su carrera no le gusta emplear la palabra control. "No controlo ni mi carrera ni mi vida, s¨®lo relativamente. La carrera es algo que se puede ver desde hoy hacia el pasado y ese pasado ya no lo puedo controlar. Lo que vendr¨¢ no es carrera porque todav¨ªa no existe", dice, y confiesa que, por supuesto, le gusta elegir pero que ha hecho pel¨ªculas en las que no cre¨ªa demasiado o no le gustaban -"hay que trabajar", se excusa-. "Si a veces hago tal o cual pel¨ªcula que no me gusta, intento curr¨¢rmela como la que m¨¢s. A veces sale bien. Tengo la sensaci¨®n de que hay que salvar ese proyecto como sea. Es m¨¢s duro, porque lo tienes todo en contra. Cuando va todo a favor, todo suma y es un aut¨¦ntico placer. Es igual que una buena ola en el surf. El ¨²nico arma que tenemos los actores es el actuar. Incluso cuando hay problemas con el director o el productor, un actor es incapaz de ponerse delante de la c¨¢mara y hacerlo mal. Por respeto a uno mismo".
Todav¨ªa siente miedos y no se ha quitado inseguridades, solamente "pajaritos de la cabeza", lo que no quiere decir que no intenta ser el mejor. "Soy m¨¢s maduro y por tanto m¨¢s simple". Y la simpleza est¨¢ en contar lo que le piden, armar el miedo o las risas o la tristeza, en saber qu¨¦ es lo que le pasa a un personaje por dentro, independientemente de si se tiene que poner de perfil o de cara.
Trabajo, la verdad, no le falta, a pesar de los tiempos dif¨ªciles que vive el cine espa?ol. Fern¨¢ndez cree que esta crisis es casi eterna y que quiz¨¢s hay demasiadas pel¨ªculas. "Creo que hay guiones que se hacen pero que no se ten¨ªan que rodar y otros que no se ruedan y a m¨ª me parecen magn¨ªficos. Muchos son prescindibles, aunque entiendo lo de la comercialidad y lo acepto, es un motivo de peso".
De momento, adem¨¢s de Tres d¨ªas con la familia, a Fern¨¢ndez le queda por estrenar, entre otras, Biutiful, la pel¨ªcula que ha rodado en Barcelona el mexicano Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, en la que se ha reencontrado con su admirado y querido amigo Javier Bardem. En las pr¨®ximas semanas rodar¨¢ un par de escenas del nuevo proyecto de Agust¨ª Villaronga y, despu¨¦s, se tomar¨¢ unas merecidas vacaciones. "Mi sue?o es una casa en el campo, con los ingredientes necesarios para hacer con mis amigos una paellita, una buena siesta y, al caer la tarde, un ba?o en el mar", asegura este actor que no busca la fama ni el estrellato, que no quiere ser popular.
"Lo bueno de Eduard es que se implica en proyectos de novatos, como el m¨ªo. Hay muy pocos actores de su categor¨ªa y prestigio que lo hagan. Y por ello le admiro y le estar¨¦ siempre agradecida", dice la realizadora de Tres d¨ªas con la familia. Y la reflexi¨®n se la trasladamos al actor. ?Se considera una garant¨ªa para una pel¨ªcula? "Eso lo tendr¨ªan que decir los directores y los espectadores. Ojal¨¢ todas las pel¨ªculas que yo he hecho hubieran sido comerciales. Una cosa es ser actor y otra ser estrella. Son oficios distintos y yo he elegido ser actor. No voy a hacer nada para que me conozcan, si me conocen ser¨¢ s¨®lo por mi trabajo", explica decidido y serio mientras pasea por las Ramblas hacia la plaza de Catalu?a, en Barcelona. Puede pasear tranquilo por la calle, pero tambi¨¦n es verdad que hay algunas expresiones de admiraci¨®n cuando se cruzan con ¨¦l.
Tres d¨ªas con la familia, dirigida por Mar Coll, se estrena el pr¨®ximo viernes, 26 de junio.
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