Brasil pone a Italia ante el espejo
La 'canarinha' arrasa a un campe¨®n del mundo desnortado y al borde de la jubilaci¨®n - Estados Unidos da la gran campanada al golear a Egipto y se cruzar¨¢ con Espa?a en semifinales
Alguien deber¨ªa sublevarse desde las entra?as del mismo calcio. Tan refractario a cualquier corriente que no sea la propia, Italia se ha empecinado no s¨®lo en no revisar su modelo sino en conceder la eternidad a un grupo de futbolistas a los que se les par¨® el reloj en el trono mundialista de 2006. Obcecada por aquel ¨¦xito y por influjo de sus principales clubes, que han perdido mucha pujanza por su repentina vocaci¨®n geri¨¢trica, Italia pretende perpetuar su ideario de toda la vida con futbolistas de toda la vida. Brasil, que s¨®lo es una secuela de aquella selecci¨®n patrimonio del f¨²tbol mundial que tambi¨¦n arras¨® a la azzurra en la final del Mundial de 1970, se lo hizo pagar con creces, con una zurra considerable que destap¨® las miserias del proyecto de Lippi, otro del cavernario al que esta vez le fall¨® su guardia pretoriana. Italia, que siempre presumi¨® de sus candados, no fue capaz si quiera de rebajar la goleada, lo que le hubiera dado una plaza en semifinales. Se la arrebat¨® Estados Unidos -gole¨® 3-0 a Egipto-, rival de Espa?a el mi¨¦rcoles, sin jerarqu¨ªa en el f¨²tbol.
ITALIA 0 - BRASIL 3
Italia: Buffon; Zambrotta, Cannavaro, Chiellini, Dossena; De Rossi, Pirlo, Montolivo (Pepe, m. 46); Camoranesi, Toni (Gilardino, m. 57) e Iaquinta (G. Rossi, m. 38). No utilizados: De Sanctis, Amelia; Santon, Grosso, Legrottaglie, Gamberini, Gattuso, Palombo y Quagliarella.
Brasil: Julio C¨¦sar; Maicon, Lucio, Juan (Luis?o, m. 23), A. Santos; Gilberto Silva (Kl¨¦berson, m. 84), Felipe Melo; Ramires (Josu¨¦, m. 87), Kak¨¢; Robinho y Luis Fabiano. V¨ªctor, Gomes; Kl¨¦ber, Daniel Alves, Miranda, Elano, Baptista, Pato y Nilmar.
Goles: 0-1. M. 36. Luis Fabiano. 0-2. M. 42. Luis Fabiano. 0-3. M. 44. Dossena, en propia puerta.
?rbitro: Benito Archundia (M¨¦xico). Amonest¨® a Chiellini y Dossena.
Unos 50.000 espectadores en el Loftus Versfeld Stadium.
Cada mirada al frente de Kak¨¢ era un martirio para Italia, donde Pirlo no pod¨ªa con el tr¨¢fico
Todo el calcio, con su selecci¨®n a la cabeza, precisa un debate interno del que surja una nueva hoja de ruta: a sus imperiales clubes les cuesta competir en el rastrillo internacional y se han convertido, con el Milan como gran ejemplo, en el hogar de futbolistas al borde de la jubilaci¨®n; las hinchadas, hastiadas por lo que ven en el c¨¦sped, la adulteraci¨®n en los despachos y el estado de terror creado por los ej¨¦rcitos ultras, han huido de las gradas; y el equipo nacional por no tener no tiene ni defensa. Lippi no tiene un gran vivero, cierto; pero en Italia no parece existir el prop¨®sito de agitar la cuna. La coartada de los fundamentalistas tiene su peso, desde luego: cuatro t¨ªtulos mundiales. Tan certera como que ahora Italia se ha quedado sin cuerda. Obligada a un cambio generacional, tiene la gran oportunidad de explorar otras alternativas.
La cita con Brasil result¨® una tortura para Italia, sometida de principio a fin a un escarnio que por momentos result¨® estremecedor. Se advirti¨® una distancia sideral entre las dos selecciones m¨¢s entronizadas del universo, aunque su canonizaci¨®n haya llegado por v¨ªas antag¨®nicas. El equipo suramericano ha perdido algo de cosm¨¦tica a favor de cierta mutaci¨®n f¨ªsica, de una europeizaci¨®n que comenz¨® en el Mundial de 1994; el conjunto italiano mantiene su sentido dram¨¢tico del f¨²tbol. Medidos frente a frente, Brasil no s¨®lo tuvo, como se esperaba, mayor ingenio, sino que jug¨® a un ritmo y con un v¨¦rtigo imposible para los chicos de Lippi. Del todo inalcanzable para algunos, casos de Cannavaro y Zambrotta, que escenificaron como nadie la capitulaci¨®n italiana en todas las zonas del campo, incluida su defensa, s¨ªmbolo tradicional de las grandes pompas transalpinas.
La gracilidad de Kak¨¢, el empuje de Maicon, serio rival de Alves en la titularidad del lateral derecho, lo que le revaloriza, y la pegada de Luis Fabiano desnortaron al equipo europeo, que recibi¨® tres goles en siete minutos despu¨¦s de que Buffon evitara unos cuantos y la pelota se estrellara dos veces en los postes de ¨¦ste. Lippi hab¨ªa revolucionado la alineaci¨®n tras el batacazo con Egipto, pero sin despojarse de su gen¨¦tica italiana. Por mucho que Italia estuviera exigida por la complejidad de la clasificaci¨®n del grupo, el entrenador azzurro envid¨® con un solo punta, Toni, un p¨ªvot. Decidi¨® que Iaquinta, que en la n¨®mina figura como delantero, se descolgara a la izquierda. Se supone que para esposar un poco m¨¢s a Maicon, que result¨® ser, junto a Kak¨¢, el azote de Italia. Antes del descanso, en plena hecatombe, Iaquinta fue despedido a favor de Rossi el goleador de la primera jornada. Camino del respiro, con 3-0 en contra, Italia estaba fulminada incluso con la derrota de Egipto, que entonces s¨®lo perd¨ªa 1-0 con la sorprendente e inesperada selecci¨®n de Estados Unidos.
Cada mirada al frente de Kak¨¢ fue un martirio para Italia, donde Pirlo, el ¨²nico con un comp¨¢s, no pod¨ªa con el tr¨¢fico. Torpe al tirar el fuera de juego, Cannavaro habilit¨® a Luis Fabiano en el primer tanto; el propio Kak¨¢ y Robinho fabricaron al ariete sevillista el segundo; y Dossena se rindi¨® en el tercero, otra contra lanzada por el nuevo fichaje del Madrid. S¨®lo el egocentrismo de Robinho permiti¨® a Italia detener la hemorragia, por mucho que en el segundo acto intentara amontonarse, sin orden ni concierto, cerca de Julio C¨¦sar. A Brasil le hab¨ªa bastado con un asalto. Con esta Italia es suficiente. Para una generaci¨®n pudo ser el fin de un ciclo. El futuro dir¨¢ si el calcio no s¨®lo renueva el vestuario, sino la pizarra.
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