Tutankam¨®n
No es verdad que en la exposici¨®n de copias de los tesoros de Tutankam¨®n no haya nada aut¨¦ntico: la semana pasada yo mismo esparc¨ª subrepticiamente un pu?ado de arena procedente de su tumba.
Se me ocurri¨® cuando la se?ora Antonia, que limpia en casa, fue a dar mientras ordenaba la despensa con un pote de lo que tom¨® por pan rallado y que en realidad conten¨ªa mis reservas de arena recogida junto a la KV 62, en el Valle de los Reyes. Me pareci¨® un gesto bonito y propiciatorio -con Tut nunca se sabe- llevar un poquito en mi visita a las Drassanes, bajo cuyas g¨®ticas b¨®vedas se despliega la resplandeciente colecci¨®n (de r¨¦plicas, claro, aunque una visitante parec¨ªa no haber ca¨ªdo en la cuenta, pues le coment¨® a su acompa?ante: "Todo esto es de oro, Luisa").
La exposici¨®n de copias de los tesoros del fara¨®n guarda un misterio
No ¨¦ramos muchos en la tarde del martes, lo que me permiti¨® quedarme solo ante la sugerente escenograf¨ªa que reproduce la antec¨¢mara de la tumba tal como la encontr¨® Carter y lanzar la arena desde un tarrito de mermelada. "?Toma autenticidad!", me dije. Sonre¨ªa para mis adentros con mi ceremonia/ gamberrada egiptol¨®gica cuando de repente me sent¨ª observado. La que me miraba era una escultura, una cabeza del joven fara¨®n surgiendo de un loto, y no deb¨ªa estar ah¨ª.
Me explico: esa pieza, una obra maestra, ¨²nica, apareci¨® durante un registro en la tumba de Rams¨¦s XI, donde se almacenaban las piezas de Tutankam¨®n que iba sacando Carter, escondida en una caja de vino. Carter no la hab¨ªa inventariado, as¨ª que es obvio que pensaba qued¨¢rsela. Pillado, argument¨® vagamente que hab¨ªa sido un fallo y dijo que la hab¨ªa encontrado en el corredor de la tumba. ?A qui¨¦n se le habr¨¢ ocurrido poner una copia precisamente de esa pol¨¦mica pieza sobre un arc¨®n en la antec¨¢mara? ?Una broma? ?Un gui?o? ?Una se?al? ?Un c¨®digo Tutankam¨®n? Me estremec¨ª. Las reproducciones del interior de la tumba, con sus luces tenues que agitan las sombras, me parecieron plenas de aut¨¦ntico misterio. Apenas pude permanecer un momento junto a la r¨¦plica de la momia, que inspira un arcano terror.
No me seren¨¦ hasta que acced¨ª a la tienda de recuerdos y me puse bajo la advocaci¨®n del jefe de los arque¨®logos egipcios, Zahi Hawass, prob¨¢ndome uno de sus sombreros firmados que ah¨ª se venden (Replica Excavation Hat, 29,30 euros, quedan dos). Estudi¨¦ mi reflejo y, preparado para todo, regres¨¦ a la falsa tumba a escudri?ar con valor su verdadero secreto.
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