Como una novela del XIX
Entre las constantes que se repiten en la novela del siglo XIX est¨¢n el adulterio y el papel de los juegos de azar -las cartas, las ruletas, los casinos- en los desarrollos argumentales de las novelas. Del adulterio, los ejemplos cumbres acaso son Madame Bovary y Anna Karenina. Pero no son los ¨²nicos. Est¨¢, tambi¨¦n, entre muchas, El primo Basilio, de E?a de Queiroz, y las simpares Fortunata y Jacinta y La Regenta. En cuanto al vicio de juego, la arquet¨ªpica es El jugador, de Dostoievski, punta de iceberg en donde pueden citarse obras de muchos autores, los m¨¢s grandes entre ellos, como Dickens y Tolst¨®i.
Por la identidad con estos temas novecentistas, Los d¨ªas contados (1934) parece una buena, una excelente novela del siglo anterior. Cada d¨ªa me convenzo m¨¢s de que las mejores novelas del siglo veinte son las que m¨¢s se asemejan a las del diecinueve. Entre ellas, Vida y destino, de Grossman, o El Gatopardo, de Lampedusa, esta ¨²ltima frecuentemente comparada con Los d¨ªas contados, que apenas ahora ha sido traducida al castellano desde el h¨²ngaro original.
Los d¨ªas contados
Mikl¨®s B¨¢nffy
Traducci¨®n de ?va Cserh¨¢ti
y Antonio Manuel Fuentes
Pr¨®logo de Mercedes Monmany
Libros del Asteroide. Barcelona, 2009
688 p¨¢ginas. 29,95 euros
Los dos principales personajes masculinos de Los d¨ªas contados sostienen apasionados -y, al final, correspondidos- romances con mujeres casadas. Y el demonio de uno de ellos est¨¢ en el casino, en donde perder¨¢ mucho m¨¢s de lo que tiene.
No se detienen en estos dos temas las afinidades de Los d¨ªas contados con la narrativa del siglo anterior. Una de las principales cualidades de las novelas del siglo XIX, si no la mayor, consiste en esa capacidad para envolver al lector con la narraci¨®n, de modo que queda literalmente atrapado en la fluidez de la prosa, en el suspenso de la historia, inclusive en la belleza de las descripciones. Quien inicie la lectura est¨¢ enganchado en una doble y eficaz y deliciosa trampa: uno no puede parar de leer y, a la vez, no quisiera que el libro se acabara.
En particular con Tolst¨®i hay otras afinidades: el retrato de una aristocracia decadente que, sin saberlo, se asoma al abismo de su disoluci¨®n en medio de una vida social intensa, llena de fiestas, de bailes, de derroches. Y que, si participa en pol¨ªtica, es en los intervalos de sus frivolidades vividas en la inconsciencia de lo que se les viene encima: "Para convocar el Parlamento..., en verano hab¨ªa que tener en cuenta la caza de la perdiz, en septiembre la del ciervo, a principios del invierno la del fais¨¢n y en la primavera los d¨ªas de carrera, para poder intercalar las asambleas entre estos acontecimientos. Cuando acababan las carreras de Budapest, comenzaba la temporada de derbis en Viena, que atra¨ªa a mucha gente. Por tal raz¨®n, se descartaba esa ¨¦poca del a?o para organizar eventos importantes". Por contraste con esta vida muelle, el principal personaje de Los d¨ªas contados, B¨¢lint Ab¨¢dy, mantiene viva la llama de la justicia que, en su caso, como en el del protagonista de Resurrecci¨®n, la formidable novela de Tolst¨®i, consiste en atender sus propiedades con planes que favorecen a quienes, no por eso, dejar¨¢n de ser sus siervos.
El momento de las historias que se relatan en Los d¨ªas contados es el comienzo del siglo XX. La amalgama de naciones -y de idiomas y culturas- que forman el Imperio austroh¨²ngaro no logra cuajarse. Las fronteras pol¨ªticas no siempre coinciden con alg¨²n tipo de conciencia com¨²n de las nacionalidades; y lograrlo es imposible porque en todas partes hay minor¨ªas. La aristocracia transilvana es preponderantemente h¨²ngara, mientras la mayor¨ªa de la poblaci¨®n es rumana. Los intereses de la capital imperial, sita en Viena, no siempre van en la misma direcci¨®n que los valores serbios o h¨²ngaros o rumanos. Finalmente la situaci¨®n reventar¨¢ con el asesinato del heredero de la corona y el estallido de la Gran Guerra. Pero Los d¨ªas contados no llega hasta ese momento; habr¨¢ qu¨¦ esperar la traducci¨®n de otras novelas B¨¢nffy, ese cl¨¢sico moderno de las letras h¨²ngaras, que desde ya anuncia Libros del Asteroide.
B¨¢nffy naci¨® en Kolozsv¨¢r, la capital de Transilvania -hoy Cluj-Napoca, Rumania-, el 30 de diciembre de 1873. Pertenec¨ªa a la nobleza h¨²ngara. Fue diplom¨¢tico y pol¨ªtico -como B¨¢lint Ab¨¢dy, el protagonista de Los d¨ªas contados- y lleg¨® a ser ministro de relaciones exteriores de su pa¨ªs en 1921. Public¨® novelas y obras de teatro, pero el advenimiento de los reg¨ªmenes comunistas releg¨® sus libros a un ostracismo que tan s¨®lo termin¨® hace muy pocos a?os con las primeras traducciones de su obra al ingl¨¦s y al franc¨¦s. B¨¢nffy muri¨® el 6 de julio de 1950.
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