Pundonor
Quiz¨¢s recuerden ustedes la historia de Eric Moussanbani. Era un nadador de Guinea Ecuatorial que por los mecanismos de compensaci¨®n para favorecer a los pa¨ªses en desarrollo termin¨® compitiendo en los Juegos Ol¨ªmpicos de Sydney de 2000. Hizo los 100 metros libres en 1,52 minutos, m¨¢s del doble del ¨²ltimo clasificado. Todos sus competidores hab¨ªan abandonado la piscina cuando ¨¦l segu¨ªa braceando jaleado por el p¨²blico que le animaba entre compadecido y divertido, que de todo hay en la vi?a del Se?or. Moussanbani no hab¨ªa competido en su vida en una piscina de 50 metros. Se entrenaba en una de 20 metros en un hotel de Guinea. El hombre mucho hizo con terminar pero cuando fue abordado por los periodistas una vez concluida la carrera se comport¨® de lo m¨¢s animoso. Asegur¨® que en las siguientes olimpiadas estar¨ªa listo para competir por la medalla de oro. Alg¨²n comentarista le puso el apodo de Eric El Anguila. Incluso la televisi¨®n alemana le pag¨® para que compitiese con una anciana de 85 a?os. De hecho, Moussanbani mejor¨® sus registros en los a?os posteriores pero no pudo competir en las olimpiadas de Atenas por un problema con el visado. Todo un ejemplo de superaci¨®n y de moral inquebrantable.
Aunque este art¨ªculo parezca de Enric Gonz¨¢lez, en realidad yo lo que pretendo es tomar el ejemplo del nadador guineano para hablar sobre Javier Arenas, fuente inagotable de inspiraci¨®n para los articulistas que andamos escasos de ideas. Como dice un compa?ero de fatigas, "siempre nos quedar¨¢ Arenas". El l¨ªder del PP de Andaluc¨ªa lleva en la pol¨ªtica activa 30 a?os, de entonces le viene el apodo de El Ni?o Arenas. Su trayectoria pol¨ªtica est¨¢ jalonada de derrotas, sean las municipales de Sevilla o sean las diferentes elecciones en Andaluc¨ªa donde ha participado. A pesar de perder una vez tras otra afronta la vida pol¨ªtica con un entusiasmo y un optimismo dignos de mejor causa. Ninguna adversidad parece afectarle. De una vez para otra siempre nos anuncia el Santo Advenimiento, la inexorable llegada del PP al poder, que nunca se produce. A¨²n as¨ª siempre hay motivo para la ilusi¨®n, siempre hay alg¨²n dato capaz de levantar el ¨¢nimo de su grey. Y la militancia popular le debe tener tal devoci¨®n que una vez tras otra le renueva su apoyo. Da igual que el PP lleve toda la vida perdiendo elecciones, da igual que la mayor¨ªa de los votantes del partido prefieran a otro candidato. Arenas sigue, inasequible al desaliento, siempre con una sonrisa, siempre admonitorio, siempre nos augura todo tipo de cat¨¢strofes por la gesti¨®n del PSOE y la inminente llegada del PP. Aunque ni las cat¨¢strofes llegan ni el PP gana, Javier Arenas sigue erre que erre. Reparte el elixir maravilloso que todo lo cura, el t¨®nico del doctor Pemberton. Nunca flaquea, nunca se equivoca, nunca duda. Desde hace 30 a?os tiene un plan en la cabeza, aunque parece que su reino no es de este mundo. Es el Moussanbani de la pol¨ªtica: el pundonor, la moral y el optimismo.
El espect¨¢culo de la querella contra el vicepresidente del Gobierno Manuel Chaves tampoco hace mella en ¨¦l, ni las cr¨ªticas al funcionamiento de su partido por algunos dirigentes. En cualquier otra organizaci¨®n algo ocurrir¨ªa tras el espect¨¢culo de la querella que se pone, se niega, se quita y se anuncia para el futuro. Si no fuera el primer partido de la oposici¨®n ser¨ªa hasta divertido.
A¨²n as¨ª da un poco de pena ver c¨®mo se explican los dirigentes del PP. Es probable que Arenas tuviera reservada una funci¨®n permanente de Minas de Aguas Te?idas para semanas enteras sin tener que ir a los tribunales, no vaya a ser que los jueces le den la raz¨®n a Manuel Chaves y se acabe el fil¨®n. Mientras el asunto est¨¦ encauzado entre la din¨¢mica habitual de peri¨®dicos y radios amigas todo va bien. Los jueces son muy suyos y pueden tener la tentaci¨®n de adoptar una resoluci¨®n justa a sabiendas, que como todo el mundo sabe es un delito (pol¨ªtico) de primer orden.
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