Yebra quiere volver a Ir¨¢n
El alero espa?ol, que jug¨® cinco meses en el Mahram de Teher¨¢n, no teme las revueltas
El deporte profesional de Ir¨¢n atrae a cada vez m¨¢s participantes extranjeros, especialmente en el caso del f¨²tbol y el baloncesto. ?scar Yebra (Le¨®n, 1974) ha sido uno de ellos. Despu¨¦s de 14 temporadas en la ACB -en el Le¨®n, el Gij¨®n, el Valladolid y el Pamesa-, el alero espa?ol ha pasado cinco meses en el Mahram de Teher¨¢n, con el que se adjudic¨® la Liga local y el campeonato de clubes de Asia. Ha sido uno de los m¨¢ximos responsables del ¨¦xito de su equipo. El estallido de las revueltas le ha sorprendido en Espa?a, pero su testimonio sirve para ilustrar el panorama social del pa¨ªs. El jugador sopesa ahora una proposici¨®n para regresar al Mahram la pr¨®xima temporada.
El relato de Yebra describe una sociedad abierta y hospitalaria, con "conceptos similares a la cultura mediterr¨¢nea, sobre todo en la amistad y la familia", pero sometida al hecho de tener que caminar, en especial la juventud, por una doble vida, "p¨²blica y privada", en funci¨®n de los dictados del r¨¦gimen isl¨¢mico. Sin ofertas de inter¨¦s en Espa?a, Yebra recibi¨® una propuesta de Ir¨¢n a finales del a?o pasado. Despu¨¦s de consultarlo con su esposa -Yebra tiene un hijo de cuatro a?os- y documentarse sobre el pa¨ªs y su seguridad, el alero viaj¨® solo a Dubai, donde el Mahram disputaba un torneo que ser¨ªa su examen. Lo super¨®. Ya en Teher¨¢n, una ciudad de 18 millones de habitantes, Yebra se dedic¨® al baloncesto, pero sin olvidar d¨®nde estaba.
"Al contrario del f¨²tbol, las mujeres pueden ir al baloncesto, aunque a una grada aparte"
"Siempre he pensado que all¨¢ donde vayas debes hacer un esfuerzo por integrarte y para eso debes abrirte a la mentalidad del pa¨ªs. De lo contrario, ser¨ªa una experiencia incompleta y yo no concibo mi vida ni mi trabajo as¨ª", asevera. De esa actitud observadora surgen sus conclusiones. "Es triste ver gente joven, con inquietudes y una formaci¨®n elevada, que en la vida p¨²blica no puede hacer todo lo que quisiera por las leyes isl¨¢micas. Despu¨¦s de los entrenamientos, lo m¨¢s que pod¨ªas hacer era tomar un t¨¦ o dar un paseo. Cuando ganamos la Liga, lo celebramos cinco minutos en la pista, luego cada uno se fue a su casa". La libertad cobra m¨¢s importancia en el ¨¢mbito privado, a salvo de la vigilancia gubernamental. "Es un car¨¢cter que tiene mucho ver con lo latino. Los iran¨ªes organizan fiestas en sus casas donde se habla y se baila".
El tratamiento que recibe la mujer es otra de las aristas m¨¢s duras de Ir¨¢n. Yebra se?ala que les estaba permitido el paso a la mayor¨ªa de los pabellones, "aunque separadas en una grada diferenciada". No obstante, se trata de un avance en comparaci¨®n con el f¨²tbol, donde su asistencia est¨¢ prohibida. "La excusa que dan las autoridades es que el lenguaje del f¨²tbol es ofensivo. Espero que el baloncesto sea un paso para la apertura. Pero la segregaci¨®n de la mujer se ve hasta en los autobuses, donde ellas ocupan la mitad trasera y los hombres se concentran en la parte delantera", cuenta el alero.
Yebra, aficionado a las nuevas tecnolog¨ªas, pudo utilizar "sin problema" sus recursos de Internet. "Aunque te aconsejan que tengas cuidado con lo que escribes, porque el r¨¦gimen controla la informaci¨®n", dice. De su estancia tambi¨¦n rescata otros aspectos m¨¢s divertidos, como el "casi hermano" en que se convirti¨® el conductor que le asign¨® el club -"sab¨ªa ingl¨¦s y me llevaba a los entrenamientos, a comer, al bazar..."- y el desastre del tr¨¢fico. "Es un caos, abundan los coches porque la gasolina es muy barata, pero nunca vi un accidente".
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