Simone Ortega y la civilizaci¨®n del recetario
Simone Ortega no conoci¨® ni a Norbert Elias ni a su libro. Pero si Norbert Elias la hubiera conocido a ella, con seguridad la habr¨ªa tomado en cuenta en alguna de sus investigaciones. El autor de El proceso de la civilizaci¨®n la habr¨ªa tomado en cuenta en sus escritos por su significaci¨®n como un hito en la reflexi¨®n universal sobre la importancia de las formas y los h¨¢bitos cotidianos del comer y de las formas de vida de unos sectores de la sociedad mundial en los que sus recetas configuraron toda una influencia que antrop¨®logos y soci¨®logos todav¨ªa tienen el compromiso, y la obligaci¨®n, de estudiar.
Simone falleci¨® el 2 de julio de 2008, hoy hace un a?o. Cuando pienso en ella desde estas perspectivas, me siento privilegiada y feliz de haberla conocido hace m¨¢s de 40 a?os en la puerta de su casa madrile?a, y cuando yo a¨²n no imaginaba que iba a casarme con quien me vincul¨® definitivamente a Espa?a y su comida hasta el fin de mis d¨ªas. Es m¨¢s, me siento todav¨ªa m¨¢s privilegiada cuando recuerdo que -ya vinculada a Espa?a y a "sus satisfacciones y problemas"- he tenido el privilegio de asistir al alumbramiento de muchas de esas recetas de Simone cuya aprobaci¨®n su marido, Jos¨¦, se sent¨ªa tan ufano y orgulloso de compartir.
Se cumple hoy el primer aniversario de la muerte de la escritora
1080 recetas de cocina sali¨® a la luz en 1972, y su ¨¦xito editorial, fundado en su amplitud y acierto, su calidad, su valor pedag¨®gico y su f¨¢cil acceso, convirti¨® a Simone en una referencia obligada del buen comer diario de Madrid y de toda Espa?a. Era c¨¦lebre en el mundo de las j¨®venes e inexpertas, pero tambi¨¦n de veteranas amas de casa interesadas en el saber culinario, y de otros ¨¢mbitos, desde los productores de quesos o de aceites que aspiraban entonces a llegar o a mantenerse en "nivel europeo", el sector vitivin¨ªcola espa?ol, hasta los restaurantes de lujo y menos lujo. Salir con ella a comer era dejarla que escogiera d¨®nde ir en la seguridad de ir a pasar un rato exquisito conscientes de vivir en una sociedad cultivada que reconoc¨ªa, estimaba y respetaba su valor como ¨¢rbitro y juez instalado del buen comer y del esmero en las formalidades del paladar, que privilegiadamente pod¨ªamos disfrutar quienes ten¨ªamos acceso a disfrutarlo en su propia mesa.
Pero Simone no era una chef famosa ganada por los medios ni por el n¨²mero de sus estrellas en alguna gu¨ªa tur¨ªstica, ni la celebridad de la nueva cocina indispensable en las agendas de la jet set mundial y en las publicaciones dedicadas a los famosos. Esa celebridad notoria y ruidosa de los medios, expuesta a las frivolidades de tanto snob global o nacional no era la suya. La suya era mayor y m¨¢s vivida en lo ¨ªntimo. Era la de la exquisitez de la comida elaborada, bien presentada y mejor servida "en casa" para disfrutar entre verdaderos y genuinos amigos, extra?a en su intimidad al mundo bullicioso de los restaurantes famosos.
Por eso la trascendencia de Simone no va, no ir¨¢ por esa ruta hoy tan trillada. Ha ido por la ruta de lo cotidiano. Del saber recibir, de la pedagog¨ªa de los modales sobrios, del confort y el bienestar dom¨¦stico; del comer bien con calidad en medio de lo ¨ªntimo entendido como socialmente exquisito y siempre familiar, extra?o a la notoriedad de lo p¨²blico que convierte al comer en "espect¨¢culo" para lo externo, re?ido con lo aut¨¦ntico instalado en la confianza de la relaci¨®n amistosa en la intimidad. Por eso puedes, Simone, con derecho, como Erasmo con su Civilidad Pueril, tener cabida en la historia de las formas sociales y culturales del mundo civilizado que preocuparon al autor de El proceso de la civilizaci¨®n y a muchos m¨¢s.
Graciela Soriano, viuda de Manuel Garc¨ªa Pelayo, es profesora universitaria en Caracas (Venezuela) y amiga de Simone Ortega.
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