Sobrevivir a las modas
El 1 de febrero de 1929 el gran editor Alfred Knopf public¨® una novela titulada Cosecha roja firmada por un tal Dashiell Hammet. Era el acta de nacimiento de la novela negra y el relevo, por parte del agente de la Continental de los detectives brillantes y deductivos encabezados por Sherlock Holmes. De entonces ac¨¢, el g¨¦nero ha sufrido muchas alteraciones hasta llegar a ser lo que es. ?Y qu¨¦ es hoy? Un g¨¦nero triunfador basado en el misterio y el estremecimiento, cualidades que comparte con el vampirismo y la literatura de terror. Pero estos ¨²ltimos no tienen contacto directo con la realidad mientras que el negro se completa con algo de lo que los otros suelen carecer: la cr¨ªtica social en sentido amplio, desde las bandas juveniles o la corrupci¨®n p¨²blica y privada hasta el crimen organizado, el espionaje industrial y la violencia en sus m¨²ltiples facetas. El entorno social es sustancial al thriller, incluso al thriller psicol¨®gico, porque lo que le interesa es la maldad real y el miedo real. Los novelistas polic¨ªacos cl¨¢sicos propon¨ªan un juego: "Usted puede ser el detective". Los del g¨¦nero negro proponen: "Esto le puede pasar a usted". Estamos en las calles de la ciudad salvaje y el p¨²blico pide morbo, m¨¢s morbo.
Un autor tiene que combinar atm¨®sfera, ritmo y personajes en perfecto equilibrio
No es oro todo lo que reluce. La recurrencia al psic¨®pata es una percha de la que se han colgado demasiados autores que as¨ª se eximen c¨®modamente de crear un personaje; por ejemplo, el asesino en serie diab¨®licamente inteligente, que s¨®lo existe en la imaginaci¨®n exacerbada de escritores en busca de notoriedad. Un verdadero autor de novela negra tiene que combinar atm¨®sfera, ritmo, tensi¨®n, conflicto y personajes en perfecto equilibrio, cosa bien dif¨ªcil; por eso, cuanto mayor es el ¨¦xito del g¨¦nero, m¨¢s mediocre es el resultado general. La genialidad de Per Wahloo y Maj Sjowall, el aire truculento de Fred Vargas, el esfuerzo riguroso de Harlan Coban, el modo impactante de Ross Macdonald... tienen entidad propia, una personalidad que los se?ala como verdaderos creadores. En fin, lo ¨²ltimo es la "ola fr¨ªa", pero brutal, que encabeza Stieg Larsson y todo parece indicar que el lado violento de la vida reincide en el g¨¦nero, aunque todos sigan siendo deudores de la tradici¨®n norteamericana de un modo u otro. ?Llegaremos a la saturaci¨®n? ?Nos acercamos al mimetismo? ?Sufre el g¨¦nero de un v¨¦rtigo por el "m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa"? Hammet, Chandler, Simenon, Cain... en fin, los grandes, inventaron otra manera de escribir y ah¨ª reside a fin de cuentas -como siempre en la literatura- su grandeza. Ahora les toca a los nuevos, si no se dejan llevar por la moda, la complacencia, los "efectos especiales" y el dinero f¨¢cil.
Babelia
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