El Valencia y el Consell, de la mano

El presidente Francisco Camps reuni¨® en 2004 a Francisco Roig y Bautista Soler. Estaban enzarzados en una lucha por el control del Valencia. Y Camps, valencianista confeso, les pidi¨® paz y consenso. La reuni¨®n para apaciguar los ¨¢nimos entre el que hab¨ªa dirigido el club y quien aspiraba a hacerlo, fue una cortina de humo. El Consell ya ten¨ªa a su candidato: Juan Soler, hijo de Bautista, que presid¨ªa la asociaci¨®n de promotores inmobiliarios valencianos.

Entr¨® en escena el consejero Rafael Blasco, quien junto a su colega de Consell, Esteban Gon¨¢lez Pons, se reuni¨® con Roig para forzar su salida del Valencia. La marcha de Roig despej¨® el camino a la familia Soler. Ya en la presidencia ide¨® un plan -que cont¨® con el benepl¨¢cito y ayuda de las instituciones- para saldar los 120 millones de deuda del club. O, al menos, eso prometi¨®.

Generalitat y Ayuntamiento de Valencia ofrecieron todo y m¨¢s al club de f¨²tbol. La primera operaci¨®n fue la compra de unos terrenos en la Mas¨ªa de Porxinos, en Riba-roja, y la recalificaci¨®n de los mismos. Un pelotazo, en palabras del propio Soler, que compr¨® por 35 millones y deb¨ªa acabar con la deuda de 120. Ah¨ª estuvo Blasco de nuevo. "El Consell tiene la obligaci¨®n moral de ayudar al Valencia", dijo. Y habl¨® de una operaci¨®n mod¨¦lica, que se ajustaba "escrupulosamente" a la ley.

La ayuda no ces¨® ah¨ª. En 2005 el Ayuntamiento de Valencia dio luz verde a la recalificaci¨®n de los terrenos sobre los que se asienta el estadio de Mestalla, que pasaron de ser de uso deportivo a urbanizables. El Valencia calcul¨® entonces que obtendr¨ªa unos 500 millones con la venta de pisos en la zona. Y a este segundo pelotazo, le sigui¨® otra operaci¨®n: la cesi¨®n de una propiedad municipal en la avenida de las Cortes Valencianas, donde el club construir¨ªa su nuevo estadio y ahora un hotel.

Pero Soler le sali¨® rana a Camps, que apost¨® por ¨¦l con los ojos cerrados. La deuda, en sus cuatro a?os como gestor del club, lejos de reducirse, se multiplic¨® por tres. De los 120 millones que hered¨®, Soler dej¨® m¨¢s de 330 a sus sucesores. No encontr¨® compradores para el viejo Mestalla ni obtuvo de esta operaci¨®n el dinero so?ado para construir su estadio.