Independientes
Una de las cr¨ªticas positivas que se est¨¢n realizando respecto al Gobierno de Patxi L¨®pez se refiere a la gran cantidad de cargos que han ido a parar a manos de los denominados independientes. Esto es, de personas que no cuentan con el carn¨¦ del PSE y que acceden al puesto en funci¨®n de determinados m¨¦ritos profesionales. Todo lo contrario, al parecer, de los afiliados cuyos nombramientos se deber¨ªan fundamentalmente a su probada fidelidad pol¨ªtica.
De esta manera se establece, a veces sin quererlo, un mal¨¦volo paralelismo entre "independiente-buen profesional" y "afiliado-enchufado". Obviamente, no todos los independientes son tan buenos profesionales, mientras que muchos afiliados han dado sobradas muestras de ser excelentes gestores.
Por otro lado, el t¨¦rmino independiente est¨¢ dotado de una cierta polisemia. ?Basta con no estar afiliado a una formaci¨®n para ser realmente independiente de la misma? ?Eran independientes respecto al PSOE personajes como la vicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega o su portavoz en el Congreso Jos¨¦ Antonio Alonso, quienes en raz¨®n de su profesi¨®n -jueces- llegaron a sus cargos sin tener carn¨¦ del partido?
En no pocas ocasiones nos hemos encontrados con independientes m¨¢s papistas que el papa, al parecer necesitados de demostrar continuamente que son merecedores de la confianza de aqu¨¦l que les nombr¨®. Al afiliado, en cambio, la lealtad se le supone -a menudo con excesiva generosidad-, por lo que en principio est¨¢ exento de tener que hacer ostentaci¨®n de la misma.
En estos tiempos que corren la independencia, entendida como un no significarse ante determinadas cuestiones, no deja de ser una postura c¨®moda. En general, resulta m¨¢s complicado conseguir que la gente se implique ante un buen n¨²mero de causas. El afiliado, al menos, ha demostrado un cierto nivel de compromiso. Bien es verdad que militar en unas formaciones es mucho m¨¢s c¨®modo que hacerlo en otras y que en Euskadi la pertenencia a algunos partidos est¨¢ sometida a una serie de riesgos que pueden incluso pagarse con la vida o, en otros casos, con la c¨¢rcel. Muchos independientes sirven, adem¨¢s, lo mismo para un roto que para un descosido. Nos los podr¨ªamos imaginar igualmente en un gobierno de un color y en el contrario. Algo as¨ª como Robert Gates, todo un campe¨®n de la independencia, capaz de ocupar la Secretar¨ªa de Defensa de EE UU, tanto con Bush como con Obama.
Nada tengo en contra de los independientes y es l¨®gico que, dado que la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n no est¨¢ afiliada a ning¨²n partido, se cuente tambi¨¦n con ellos para los cargos pol¨ªticos. Pero de ah¨ª a considerar el nombramiento de no afiliados como muestra de una mejor acci¨®n de gobierno creo que va un buen trecho. Cuando uno est¨¢ en un cargo es, precisamente, cuando puede exhibir su verdadera independencia.
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