Amor y militancia
A medida que avanzaba la escritura, Laura Restrepo (Bogot¨¢, 1950) se fue enamorando de uno de los personajes. No quer¨ªa escribir una novela sobre la convivencia con el horror que escond¨ªa una dictadura como la argentina, aunque ah¨ª se encuentre el tel¨®n de fondo de Demasiados h¨¦roes (Alfaguara). Desde el principio tuvo claro que para describir una historia de militancia y amor deb¨ªa huir del tono panfletario o nost¨¢lgico. En esa lucha rehizo hasta siete veces el manuscrito. As¨ª que seg¨²n ca¨ªan los borradores iba ganando protagonismo la figura de Mateo, un muchacho descre¨ªdo y sin ideolog¨ªa al que se le puede colgar la etiqueta de generaci¨®n Nintendo. "Al contraponer la voz del muchacho con la de su madre, Lorenza, una antigua militante con la que pod¨ªa identificarme plenamente, encontr¨¦ el tono narrativo", cuenta la escritora.
Demasiados h¨¦roes
Laura Restrepo. Alfaguara. Madrid, 2009. 164 p¨¢ginas. 18.50 euros.
"Conviene recordar que la dictadura argentina ten¨ªa el apoyo de Estados Unidos y de Kissinger"
"Las dictaduras marcan a la generaci¨®n que las vive y dejan una mella que pasa a las siguientes"
Restrepo, que ahora vive entre M¨¦xico y Bogot¨¢, viaj¨® hace unas semanas a Madrid, una ciudad que conoce bien y en la que ha vivido en diferentes momentos de su vida. Tan simp¨¢tica como divertida, la escritora trabaja ya en una nueva novela, pero se marcha de Espa?a con la maleta llena de libros sobre los a?os de la transici¨®n, un periodo que le interesa especialmente y que podr¨ªa abordar literariamente en el futuro. La autora acaba de regresar de Buenos Aires, donde present¨® "con miedo" su nueva novela. Se ha encontrado con un pa¨ªs en plena tormenta ideol¨®gica, donde desde las propias filas de los montoneros se critica la lucha armada. Y en ese marco la novela de Restrepo encajaba muy bien. Demasiados h¨¦roes desmenuza con detalle c¨®mo funcionaba la resistencia pac¨ªfica, desde las citas clandestinas, con "el minuto" -as¨ª se denominaba la b¨²squeda de una coartada que justificase una reuni¨®n de dos o tres personas por si irrump¨ªa la polic¨ªa-, hasta la dificultad para llevar un peri¨®dico ilegal hasta un extremo de la ciudad de Buenos Aires. "Se ha escrito mucho sobre la lucha armada, pero muy poco sobre la desarmada, m¨¢s invisible, m¨¢s paciente e igual de peligrosa. Lo cierto es que hab¨ªa muchos gestos de rebeld¨ªa que, por la relaci¨®n cotidiana con el terror, se escapaban", a?ade. "Pero mi novela la salv¨® Mateo porque ¨¦l siempre est¨¢ preguntando, si hubiera llegado con la historia de Lorenza sobre c¨®mo era la militancia hubieran dicho, ?qu¨¦ aburrido! ?¨¦sta ya me la contaron!". En Colombia lo tuvo m¨¢s f¨¢cil. La novela ya copa las listas de libros m¨¢s vendidos.
Demasiados h¨¦roes est¨¢ contada como si se tratase de una novela de aventuras. Restrepo recurri¨® al di¨¢logo para narrar el drama interior de los tres personajes en torno a los cuales transcurre el relato: "Un 90% del texto se lee como un di¨¢logo. Era la mejor manera de romper el lenguaje estereotipado de las novelas de acci¨®n pol¨ªtica, esas que tambi¨¦n encajan dentro de un cierto patr¨®n, con tintes m¨¢s o menos heroicos. Como escritora, el di¨¢logo me permit¨ªa contar una vieja historia de forma nueva, con el lenguaje que te proporciona una conversaci¨®n de todos los d¨ªas y una conversaci¨®n que pretende no ser formal. La ret¨®rica literaria sin lugar para la adjetivaci¨®n o la met¨¢fora te deja en plata blanca".
Demasiados h¨¦roes relata la historia de Mateo, un adolescente que tiene que crecer en la ausencia del padre y que carece de memoria que le permita buscar elementos que le dejen poner cara al hombre que le abandon¨®. Para conseguirlo recurre a los recuerdos de su madre, lo que le provoca un constante mal genio porque esos recuerdos est¨¢n te?idos de un lenguaje que no es comprensible para el muchacho. Cuando le pregunta por su padre, ella le cuenta una historia de h¨¦roes y el muchacho no quiere saber nada de eso. Para Mateo, los superh¨¦roes se encuentran en la play-station o en cualquier otra pantalla. De su padre necesita saber c¨®mo era el hombre de carne y hueso y, sobre todo, d¨®nde se encuentra. Le suenan a chino palabras como subversivo, clandestinidad o dictadura sanguinaria que su madre usa constantemente. Todo eso se corresponde con un lenguaje ajeno. El muchacho tiene pendiente la construcci¨®n de una intimidad y su madre pertenece a una generaci¨®n "tan retada por una situaci¨®n exterior que los amenazaba" que no hab¨ªa tiempo para la intimidad. "Lorenza, como yo y las militantes de la ¨¦poca, estaba imbuida de una fuerte dosis de sectarismo que, en cierto modo, le obligaba a anularse, pero mi personaje no se corresponde con esas personas cerradas que s¨®lo usan el lenguaje de las convicciones sino con alguien que consigue mirar de una manera cr¨ªtica, no desencantada, porque eso no lo siento y no quer¨ªa que mis personajes lo sintieran tampoco". En uno de los p¨¢rrafos el chico le dice a la madre: "?Por qu¨¦ cuando hablas de ese tiempo usas el nosotros?, pareces el diablo en la pel¨ªcula El exorcista, no eres t¨², eres legi¨®n".
?H¨¦roes o payasos? A medida que el personaje del hijo crec¨ªa y se iba haciendo protagonista de la novela siempre parec¨ªa m¨¢s inclinado a ver su propio papel m¨¢s cerca del payaso, identificado ¨¦ste con el de la persona que no se integra f¨¢cilmente. Y es que, finalmente, el hero¨ªsmo tambi¨¦n tiene algo de absurdo o de tragic¨®mico. "No soy yo quien elige a los h¨¦roes, aunque la construcci¨®n del h¨¦roe siga funcionando activamente en la sociedad actual. ?Qu¨¦ vamos a encontrar cuando se le busque la cara detr¨¢s del h¨¦roe que han creado con Obama?".
Como en anteriores trabajos literarios, las p¨¢ginas de Demasiados h¨¦roes van cargadas de tintes autobiogr¨¢ficos. "En el momento en que a las personas las pones a funcionar en el tablero del ajedrez particular de la ficci¨®n se te vuelven personajes y eso funciona como una l¨®gica que ya no es la de la vida, sino que se corresponde con la casa de mu?ecas de la ficci¨®n donde colocas tus mu?equitos", a?ade. "La diferencia entre realidad y ficci¨®n se podr¨ªa comparar a la que separa la realidad y el juego: el escenario se reduce y la temporalidad se altera puesto que los episodios hist¨®ricos relatados fueron sometidos a una compactaci¨®n del tiempo". La realidad es que fue en Madrid donde la propia Restrepo se hizo trotskista, un marco de referencia ideol¨®gico que enmarca dentro de un tri¨¢ngulo que le sigue funcionando en el siglo XXI: antiimperialista, antifascista y antiestalinista. Pero volviendo al pasado, en Madrid se alist¨® como combatiente contra la dictadura del general Videla. En Espa?a se viv¨ªa entonces en pleno franquismo, pero la dictadura permit¨ªa ciertos desahogos, impensables en otras latitudes. As¨ª la capital se convirti¨® en refugio de "exilados" de toda Latinoam¨¦rica. En Madrid -"aqu¨ª mismo, en la calle de la Virgen de los Peligros"- se encontraba la oficina donde se reclutaba a la gente que iba a combatir a la dictadura argentina. En esa oficina se recog¨ªan los datos sobre los desaparecidos y desde ah¨ª se lanzaban por Europa las campa?as para realizar denuncias que hoy parecen evidentes, como la existencia de los chupaderos, como se denominaba a los s¨®tanos de los edificios donde hab¨ªa centros de tortura clandestina. "Conviene recordar que la dictadura argentina ten¨ªa el apoyo de Estados Unidos y de Kissinger", apunta la escritora.
Parte de la tarea de investigaci¨®n de esta novela eran cosas que Restrepo conoci¨®. A ella tambi¨¦n le quitaron a su hijo y lo recuper¨®. Para escribir el libro, necesit¨® regresar a Buenos Aires. A semejanza de Lorenza, que se marcha a Bogot¨¢ cuatro a?os antes de acabar la dictadura, Restrepo no vivi¨® el paso a la legalidad de la gente del partido. Parte de la vuelta fue para buscar a los compa?eros de militancia a los que s¨®lo conoc¨ªa por sus nombres de guerra. No ten¨ªa ni una direcci¨®n, ni un tel¨¦fono, y el reencuentro se produjo en un acto p¨²blico con ocasi¨®n de la presentaci¨®n de otra de sus novelas. "Estaba en el escenario y el moderador me pas¨® un papelito que dec¨ªa: '?Mariana (¨¦se era mi nombre de guerra), tienes un momento para tomar un caf¨¦ con tus viejos compa?eros?'. El coraz¨®n me dio un salto". Por eso ahora, para la presentaci¨®n de Demasiados h¨¦roes le dijo a la editorial que quer¨ªa hacer un encuentro con sus viejos compa?eros. El partido pod¨ªa tener m¨¢s de 2.000 cuadros que en la transici¨®n se hicieron mil pedazos, pero consiguieron juntar, en un viejo bar del centro de Buenos Aires, a unos 200. "Fue de lo m¨¢s interesante, todos canosos y viejos subversivos. Un reencuentro con viejas ¨¦pocas, aunque fue bonito comprobar c¨®mo todos siguen dando la pelea en la vida, algunos incluso militando".
Ahora, con la distancia que permite haber sobrevivido a la dictadura argentina, a algunos a?os de franquismo y a mil aventuras en Colombia con negociaciones con la guerrilla de por medio y amenazas de muerte que la obligaron a abandonar el pa¨ªs, Restrepo reconoce que las dictaduras acaban por contaminarlo todo y su legado puede impregnar a varias generaciones. Dice Restrepo que el pasado que no ha sido amansado con palabras no es memoria, es acechanza, y que por eso cada generaci¨®n debe buscar su propio lenguaje. "Las dictaduras marcan a la generaci¨®n que las vive y dejan una mella profunda que pasa tambi¨¦n a las nuevas generaciones, aunque sea m¨¢s invisible y no tenga palabras". Los personajes de Demasiados h¨¦roes acaban por copiar los mismos mecanismos que la dictadura usaba para reprimir. El hecho de que el padre rapte a su hijo reproduce lo que la dictadura hac¨ªa con las personas aunque con otro signo y la propia pareja acaba por convertirse en enemigo uno del otro. "En esa lucha interna, se reproducen los mecanismos que la dictadura usaba para reprimir. Empezando por lo que en ese tiempo se denominaba nombre de guerra, el que deb¨ªan usar los militantes en la clandestinidad para evitar ca¨ªdas masivas. Lorenza era Aurelia y Ram¨®n era Forc¨¢s, pero cuando el ni?o se entera del apodo del padre, dice: 'Qu¨¦ buen nombre, pero para un perro".
Sin duda, la vida de Laura Restrepo da para muchas e interesantes novelas. Durante una de sus estancias en Madrid viv¨ªa en el mismo piso que Yolanda Gonz¨¢lez, asesinada el 2 de febrero de 1985. La joven, que militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores, el mismo de Restrepo, fue sacada del domicilio a la fuerza y su cuerpo fue encontrado en una cuneta. "Aquello hizo desaparecer la c¨¦lula y su muerte nunca se aclar¨® del todo", recuerda. "Eran a?os de euforia y de destape, pero los ¨²ltimos coletazos del franquismo fueron terribles. Est¨¢bamos en la calle hasta el amanecer y las manifestaciones acababan en la plaza Mayor con un desayuno de chocolate con churros. Fue una etapa muy curiosa, al mismo tiempo que se constru¨ªa la democracia se apagaban las movilizaciones populares. Viv¨ª el desmonte de las bases del PSOE, el cierre de las casas del pueblo y la p¨¦rdida de influencia de las asociaciones de vecinos. Luego llegaron los Pactos de La Moncloa y los acuerdos que se hac¨ªan por arriba y las bases por fuera. Me gustar¨ªa escribir sobre esa ¨¦poca. Es un proceso parecido al de Colombia, que Uribe tiene el visto bueno de la opini¨®n publica internacional y de gran parte de la nacional porque concurre a las elecciones y detr¨¢s hay un aparato militar espantoso, con terribles v¨ªnculos con el poder".
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