Tiberio
Este peri¨®dico public¨® las fotos de Villa Certosa, la residencia de ocio que Silvio Berlusconi se ha hecho construir en Cerde?a para agasajar a sus ilustres hu¨¦spedes. La plana mayor de la mojigater¨ªa se indign¨® por las im¨¢genes de los cuerpos semidesnudos de j¨®venes se?oritas —las velinas—, estrat¨¦gicamente pixeladas, y de maduros varones, cuyos atributos se mostraban expl¨ªcitamente, desafiando las leyes de la edad y de la gravedad.
No entiendo a qu¨¦ viene tanto esc¨¢ndalo. Porque las costumbres licenciosas de Berlusconi no son m¨¢s que una reedici¨®n de las que tienen su origen en el Imperio Romano. El historiador Plutarco ide¨® sus Vidas Paralelas, dobles biograf¨ªas que contrapon¨ªan personajes de Grecia y Roma. Ahora no dudar¨ªa en hacer un paralelismo entre Papi, como le llaman a Berlusconi sus velinas, y Tiberio, el tercer emperador romano.
Tiberio Cesar Augusto tuvo mala prensa. Su ascenso al poder se atribuye a la muerte sucesiva de todos los herederos leg¨ªtimos de Augusto, desapariciones en las que su madre Livia tuvo mucho que ver. De la mamma de Berlusconi no tenemos sospecha alguna, pero la prensa internacional (porque la italiana es casi toda de su propiedad) le tiene por un oportunista que fabric¨® su imperio televisivo con intrigas y la admiraci¨®n declarada de los amigos de l'omert¨¤.
Hasta en lo f¨ªsico hay coincidencias. Tiberio siempre se sinti¨® acomplejado por su prematura calvicie que s¨®lo pudo combatir dej¨¢ndose un largo mech¨®n en la nuca. Al gran Silvio tampoco le gusta mostrar cart¨®n, pero gracias al avance de la cirug¨ªa, se hizo trasplantar cabellos de la cerviz.
En el hedonismo, Tiberio fue mucho m¨¢s all¨¢. Levant¨® una fabulosa villa en la isla de Capri, donde dedic¨® el final de su mandato a ensayar toda clase de org¨ªas y perversiones. Los tonteos er¨®ticos en las duchas de las piscinas de Certosa no son sino inocentes juegos comparados con los sofisticados ritos de la villa de Tiberio, que invent¨® los spintrias, tr¨ªos de muchachas y mancebos que copulaban entre s¨ª hasta que el emperador consegu¨ªa autosolazarse (si no lo consegu¨ªa, el tr¨ªo era ejecutado). Relata Suetonio que en la famosa Gruta Azul se rodeaba de p¨²beres, a los que llamaba sus pececitos, porque le acariciaban los genitales bajo el agua para excitarle.
Dicen que el men¨² de Certosa es helado y pizza. En Capri, se degustaban manjares como tordos de Dafne, quisquillas de Libia o almejas de Tarento sazonados con garum sociorum de Cartagena. H¨¢ganme caso. Berlusconi es un imitador casposo del emperador. Y Certosa, un vulgar parque tem¨¢tico al lado de Villa Tiberio.
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