El fam¨¦lico asno de Buridan
Si el asno hambriento del fil¨®sofo medieval Buridan permanec¨ªa inm¨®vil entre dos montones id¨¦nticos de heno situados a la misma distancia a causa de su incapacidad para elegir, el Pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tampoco se ha decidido -aunque las causas sean otras- por ninguno de los dos dict¨¢menes sobre el anteproyecto de la ley del aborto presentados en consulta preceptiva pero no vinculante a su consideraci¨®n. Las dos propuestas llegaban a conclusiones opuestas y hab¨ªan corrido distinta suerte en la Comisi¨®n de Estudios del CGPJ. El primer dictamen, derrotado por tres votos a dos en esa instancia preparatoria, declaraba inconstitucional el anteproyecto. Aunque favorable al sistema de plazos, el informe alternativo -aprobado por igual margen- recomendaba que se exigiera a las menores de edad informar a sus padres sobre el prop¨®sito de interrumpir el embarazo y que se diera una nueva redacci¨®n a bastantes t¨¦rminos imprecisos e indeterminados.
D¨ªvar es conocido en la carrera por su acendrado catolicismo
Su concepci¨®n del derecho equivaldr¨ªa a subvertir el orden constitucional
Tambi¨¦n a diferencia del borrico condenado por el escol¨¢stico a morir de hambre, el CGPJ vivir¨¢ rozagante mientras dure su mandato quinquenal pese a esa p¨¢gina irresponsable. El actual ¨®rgano de gobierno de la magistratura, elegido por el Parlamento en septiembre de 2008 tras una pr¨®rroga de casi dos a?os de vida de su predecesor forzada por el boicot del PP, tiene 18 vocales auspiciados a partes iguales por socialistas y populares y otros dos propuestos por CiU y PNV. El presidente completa sus 21 miembros; formalmente elegido por los vocales de origen parlamentario, es designado de hecho por el presidente del Gobierno: Zapatero se encarg¨® de anunciar antes de la votaci¨®n del Pleno del CGPJ la candidatura -consensuada con Rajoy- del presidente de la Audiencia Nacional, Carlos D¨ªvar, conocido en la carrera judicial por su pulcritud como juez instructor (tarea a la que ha dedicado su vida profesional), afabilidad personal, deferencia ante el poder y acendrado catolicismo. La naturaleza colegial del CGPJ explica que su incapacidad electiva no sea imputable -como ocurre con el rucio filos¨®fico- al bloqueo de una sola voluntad. Los dict¨¢menes no lograron la mayor¨ªa absoluta necesaria para su aprobaci¨®n -11 votos sobre 21- por los opuestos juegos de alianzas producidos dentro del Pleno. Mientras la propuesta que tachaba de inconstitucional el anteproyecto fue derrotada por 11 votos contra 10, el informe alternativo no logr¨® romper el empate a 10 debido a la abstenci¨®n del vocal de CiU. El presidente Carlos D¨ªvar se aline¨® en ambos casos contra el anteproyecto del Gobierno junto a la minor¨ªa designada a propuesta del PP.
No es en absoluto reprochable que los miembros del CGPJ o de otros ¨®rganos suprapartidistas o consultivos -como el Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas o el Consejo de Seguridad Nuclear- se pronuncien contra las directrices de las instancias que les designaron o que les propusieron, siempre y cuando sus resoluciones se fundamenten sobre una interpretaci¨®n razonable del ordenamiento jur¨ªdico. Esas discrepancias ayudan a respirar mejor en el sofocante ambiente partitocr¨¢tico de la vida pol¨ªtica espa?ola y a cumplir las tareas potencialmente contramayoritarias de los ¨®rganos constitucionales. Pero en este caso la concepci¨®n del derecho mantenida p¨²blicamente por Carlos D¨ªvar, defensora de la primac¨ªa sobre las normas parlamentarias de una ley natural interpretada monopol¨ªsticamente por la infalibilidad del papa Ratzinger, aplicada por la Conferencia Episcopal y sancionada con pena de excomuni¨®n, plantea problemas cualitativamente diferentes. Porque equivaldr¨ªa a una subversi¨®n del ordenamiento constitucional que la Jerarqu¨ªa Eclesi¨¢stica utilizase el voto de calidad del presidente del CGPJ para convertir a esa alta instituci¨®n del Estado en una caja de resonancia de sus doctrinas sobre la financiaci¨®n de la Iglesia, la educaci¨®n c¨ªvica, la libertad religiosa, la ense?anza de la catequesis cat¨®lica como asignatura en las escuelas, la moral y las buenas costumbres o en un arma de combate contra la labor del Parlamento. Pero el principal peso de la responsabilidad no recaer¨ªa entonces sobre Carlos D¨ªvar sino sobre el presidente Zapatero, las personas que recomendaron su nombramiento y los vocales del CGPJ que lo ratificaron por disciplina o por temor aun estando en profundo desacuerdo.
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