Le qued¨® grande
Se hinc¨® y se puso a gritar. "?D¨¦jeme hacer una llamada! ?Por favor, s¨®lo una!", grit¨® Noelia. "?C¨¢llese!, ya le he dicho que no se puede", contest¨® el agente. Hab¨ªa 12 detenidos, 2 mujeres y 10 hombres. "Nadie hablaba, todos lloraban. Cuando te coge la migra, ?hasta los machos se quiebran!", cuenta Noelia. No dejaron a nadie llamar, s¨®lo a ella porque el abogado la hab¨ªa aleccionado: "Si un d¨ªa te detiene la polic¨ªa, les exiges hacer una llamada, es tu derecho, pero tienes que gritar, si no, no te har¨¢n caso". As¨ª que Noelia grit¨® y grit¨®, hasta que el agente le pas¨® un m¨®vil. Habl¨® con el jefe del bar que le est¨¢ tramitando sus papeles y dio la cara por ella, al poco rato sali¨® libre; pero, dice, las otras chicas se quedaron sin poder avisar que estaban detenidas, unas, aunque hubieran podido, no ten¨ªan a quien llamar, pues sus jefes les advirtieron al momento de emplearlas: "Si te detienen, nunca des mi nombre".
En cuatro a?os que lleva en Barcelona ya se hab¨ªa salvado de varias, pero hace 15 d¨ªas, saliendo del m¨¦dico en Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, la interceptaron en la parada del bus, se identificaron como agentes de migraci¨®n y la metieron a una furgoneta. M¨¢s que la deportaci¨®n, le teme al famoso Centro de Internamiento de Extranjeros de la Zona Franca, donde otros compa?eros han pasado meses, y quienes han logrado salir, cuentan historias denigrantes del trato y las condiciones en que los tienen. Recluida y sin poder trabajar, no podr¨ªan vivir sus hijos en Bolivia, as¨ª que cuando se ech¨® a llorar se encomend¨® a la Virgen de Guadalupe y jur¨® mandar hacer una misa en su honor en su pueblo, Valle Grande, donde la patrona es la del Rosario.
Al salir de la comisar¨ªa, a¨²n le temblaban las piernas, se acical¨® y march¨® a su primer trabajo de limpiadora, despu¨¦s de camarera y finalmente al bar donde canta. Subi¨® al escenario vestida de mariachi, el ¨²nico sitio donde se le mira en alto, prepar¨® la garganta y comenz¨®: "Y p¨®ngase a trabajar mi chulo, pa que vea lo que cuesta la vida/ Pa que valore, verdad de Dios/ Ya no finjas a tus hijos el cari?o, porque s¨¦ que no te duelen.../ A m¨ª me doli¨® tenerlos y hasta tengo quien los cuide.../ Te qued¨® grande la yegua/ Y a m¨ª me falt¨® jinete".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.