Nacimiento de un h¨¦roe
Ha escrito Patrick Rothfuss (Wisconsin, 1973) una estupenda y fuera de lo com¨²n novela de aventuras fant¨¢sticas, El nombre del viento, primera y ¨²nica entrega conocida hasta hoy de la Kingkiller Chronicle, o Cr¨®nica del Asesino de Reyes, traducida brillantemente por Gemma Rovira. Es una celebraci¨®n del gusto de contar historias. Aqu¨ª todo es una historia que alguien cuenta, desde el principio, bebiendo en una posada, hasta el final, siempre en mitad de la acci¨®n, cuando han pasado muchas cosas y a¨²n han de pasar muchas m¨¢s, pues sigue vivo el deseo de saber sobre el h¨¦roe, Kvothe el Arcano, el Sin Sangre, el Asesino de Reyes. La historia fundamental es ¨¦sta: c¨®mo se forja un h¨¦roe. Es una historia de venganza, contada por el princienganza, contada por el principal personaje de la acci¨®n a un cronista, a lo largo de tres d¨ªas en los que caben muchos a?os.
El nombre del viento
Patrick Rothfuss
Traducci¨®n de Gemma Rovira
Plaza & Jan¨¦s. Barcelona, 2009
880 p¨¢ginas. 22,90 euros
El esquema lo conocemos, porque se ha repetido en pel¨ªculas de capa y espada, o del Oeste, o de cr¨ªmenes, y hasta el propio Kvothe nos lo recuerda burlonamente: un ni?o se salva de una matanza en la que pierde a su familia y desde entonces vive para aniquilar a los asesinos. "Uno de los medios de seducci¨®n m¨¢s eficaces del Mal es la invitaci¨®n a la lucha", escribi¨® una noche el or¨¢culo Kafka. Estamos en un mundo medieval, de top¨®nimos como Menat, Vintas, Newarre, Baedn-Bryt, Tin¨¹e, Abbott, Hallowfell o Treya, imaginado minuciosamente por Rothfuss. Sus criaturas hablan diversos idiomas y, aunque miden las distancias en millas o kil¨®metros, pagan con drabines, iotas, talentos. Una cerveza cuesta tres ardites. No es buena la ¨¦poca, en tiempos del Rey Penitente. Hay una guerra en Resavek, muy lejos, contra los rebeldes, y, si los campesinos venden jud¨ªas al ej¨¦rcito, tambi¨¦n pagan impuestos triples, y abundan los desertores y salteadores de caminos. Escasean el caf¨¦ y el chocolate, pero puede uno emborracharse con scutten, tinto de los montes Shalda, o metheglin, vino de fresas, o drogarse con resina de denner. Estamos en el pasado, pero en un pasado que parece venir despu¨¦s de nuestro futuro y en el que todav¨ªa perduran el acero, los dragones, los sacerdotes que negocian con sus dioses y con el miedo humano, y a la gente le gusta o¨ªr historias de imperios y dioses ca¨ªdos.
El h¨¦roe ha sido comediante, estudiante, sabio, guerrero, consejero de reyes, asesino. "He matado a hombres y seres que eran m¨¢s que hombres". Su espada se llama Delirio. Aunque lo encontremos disfrazado de posadero, quiz¨¢ su dominio sea la irrealidad, el mito: "Dicen que nunca has existido". Se llama Kvothe, que se pronuncia Cuouz, y confiesa haber robado princesas a reyes ag¨®nicos, incendiado ciudades, escrito canciones. Tuvo una infancia feliz entre acr¨®batas, m¨²sicos y prestidigitadores ambulantes. Fue al bosque a cortar le?a y los Chandrian aniquilaron a la familia de c¨®micos: salieron de una canci¨®n y mataron al cantante y a todos los que lo o¨ªan. Y as¨ª un hu¨¦rfano de 12 a?os conoci¨® la soledad de los caminos, la mala vida en la ciudad de Tarbean, mendigo, p¨ªcaro y ladr¨®n. El aprendizaje consiste en palizas, pu?aladas, quemaduras, ca¨ªdas, para que el h¨¦roe, a los 15 a?os, se convierta en el alumno m¨¢s joven y prodigioso en los anales de la universidad. Rothfuss describe las disciplinas fant¨¢sticas, las fabulosas arquitecturas acad¨¦micas, la biblioteca prohibida, el manicomio y el subsuelo. Imagina nombres olvidados para llamar y dominar al fuego y al viento. El joven h¨¦roe aprender¨¢, de obst¨¢culo en obst¨¢culo, que entre la universidad y los bajos fondos no hay mucha diferencia.
Era necesario idear un enemigo a la altura del h¨¦roe, y Rothfuss lo ha hecho. Son los sobrenaturales Chandrian, demonios capaces de asumir aspecto humano, o de ara?a negra, el temible escral, grande como ruedas de carro, con patas-cuchilla, de piedra viva por fuera y tacto de seta por dentro, sin ojos ni boca. Huelen a flores podridas y pelo quemado si les acercas una moneda de hierro. A su paso la madera se pudre, el metal se vuelve herrumbre, los ladrillos se pulverizan, los animales enloquecen, la leche se agria. Han asesinado en Trebon a los invitados a una boda. Y entonces la novela se vuelve negra, y el h¨¦roe es el detective que viaja al escenario del crimen, en busca de huellas y pistas. "No hay crimen sin indicios", dec¨ªa el comisario Maigret. Un testigo vio el fuego azul, "como una llamarada de gas de hulla", que siembran los Chandrian. ?Por qu¨¦ atacaron los demonios? Matan a todos los que saben algo sobre ellos, y los manda Lord Haliax, encapuchada Sombra, devoradora oscuridad.
Estas fantas¨ªas no admiten hadas ni elfos. Tratan de cient¨ªficos y guerreros, y aplican la l¨®gica hoy vigente: nuestros enemigos no son humanos. Son bestiales. O as¨ª los ve el h¨¦roe, fant¨¢stico y fanfarr¨®n. "Las mejores mentiras sobre m¨ª son las que yo he contado", y la gente sabe lo que le cuentan, dice. Considera imperceptible la distancia entre historia y relato entretenido, entre verdad y mentira convincente. Rothfuss rinde homenaje filial a Tolkien, que se declaraba deudor de los poemas anglosajones medievales, de las mitolog¨ªas y leyendas n¨®rdicas. Rothfuss es hijo de Tolkien y Twain, el cine y los tebeos de superh¨¦roes, los videojuegos. Sue?a con alquimistas. Siente una veneraci¨®n encantada por las palabras, que forman historias. Tiene un concepto realista de lo fant¨¢stico, ese territorio donde sucede lo imposible: lo fant¨¢stico no niega la realidad. Es un modo de verla mejor y entenderse con ella.
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