Godard, en Magallanes
A estas alturas del partido cinematogr¨¢fico, la mayor parte de la tribu cin¨¦faga es, con mucho, m¨¢s truffautista que godardiana, por enfrentar a los dos grandes cabecillas de la nouvelle vague, movimiento antiacademicista que celebra ahora su 50? cumplea?os, en una lucha al estilo Beatles contra Stones. Probablemente sea cierto que la obra de Fran?ois Truffaut haya envejecido mejor, que sea m¨¢s asequible para el espectador. Sin embargo, Jean-Luc Godard dirigi¨® trabajos como Banda aparte, Alphaville, La chinoise, Una mujer es una mujer o la sobrecogedora Vivir su vida. Y, por supuesto, Al final de la escapada, su soberbia presentaci¨®n en el largometraje. Si existe el celuloide es para que lo habiten personajes como los encarnados por uno de los grandes guapofeos de la historia, Jean-Paul Belmondo, y un mito de aquella ¨¦poca, Jean Seberg. Con gran acierto el Peque?o Cine Estudio (Magallanes, 1) ha recuperado Al final de la escapada.
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