El hombre infinito
"Esperen algo grande", dice Bolt ante su pr¨®ximo reto, los 200 metros
El 1 de noviembre de 1755, a las 9.40, la tierra se abri¨® en Lisboa. Los efectos del terremoto que destruy¨® la capital portuguesa los sinti¨® Kant mientras daba, a miles de kil¨®metros de distancia, su cotidiano paseo por la plaza de Konigsberg. Se par¨® el reloj del Ayuntamiento y ¨¦l aprovech¨® para desarrollar la teor¨ªa de lo sublime, lo hermoso y lo malvado. El mundo no volvi¨® a pensar igual desde entonces.
Cuentan los peri¨®dicos jamaicanos que el domingo, a la misma hora en que un rel¨¢mpago metaf¨®rico iluminaba el cielo de Berl¨ªn durante 9,58s, se abrieron las nubes negras que se hab¨ªan ido apelotonando sobre el cielo de Sherwood Content, la aldea en la que naci¨® Usain Bolt, rasgadas por un rel¨¢mpago real, y un diluvio comenz¨® a anegar la tierra reseca, a empapar en la lejana Kingston a los cientos de aficionados que bailaban luggo luggo al tiempo que Asafa Powell y Bolt en la pantalla gigante de una calle convertida en un passa passa espont¨¢neo. El signo de un cambio, la respuesta a una duda que los fil¨®sofos de ahora, los soci¨®logos, alumbrados por esa luz, empiezan, y no es una exageraci¨®n, a plantearse en t¨¦rminos metaf¨ªsicos. "?Es el hombre un ser finito o infinito? ?Evoluciona libremente o su desarrollo est¨¢ fijado por un c¨¢lculo matem¨¢tico? De eso nos habla Bolt", dice, en Le Monde, el soci¨®logo Christophe Brissoneau.
"Quiero ser una leyenda. Eso no se consigue en dos a?os", advierte el jamaicano
La respuesta de Glen Mills es tajante, clara. "Si no hubiera empezado a cabecear a partir de los 50 metros, a mirar de reojo a la calle de [Tyson] Gay, Usain habr¨ªa bajado hasta 9,49s. ?sa es su marca", asegura el entrenador de Usain Bolt. La respuesta de Usain Bolt fue acercarse al McDonald's m¨¢s cercano (aqu¨¦l que necesit¨® protecci¨®n policial el d¨ªa de su inauguraci¨®n, reci¨¦n ca¨ªdo el muro en el coraz¨®n del antiguo Este) y atiborrarse de alitas de pollo. Despu¨¦s, habl¨®. "Siempre se pueden esperar grandes cosas de m¨ª porque siempre salgo a darlo todo", dijo; "as¨ª que s¨ª, esperen algo grande en el 200".
Hablaba de su pr¨®xima cita en la pista azul, de su pr¨®ximo duelo con Tyson Gay, imposible finalmente al retirarse ¨¦ste por molestias en una ingle; de su pr¨®ximo desaf¨ªo a otro de sus r¨¦cords mundiales, el de los 200 metros (hoy, las series y los cuartos; ma?ana, las semifinales; el jueves, la final). Un duelo con Gay que habr¨ªa tenido un picante especial: Bolt sufri¨® su ¨²ltima derrota en una final mundial en los 200, la prueba por la que su coraz¨®n late con m¨¢s fuerza, de Osaka a pies de Gay. Una incongruencia que quer¨ªa reparar. Un desajuste que le habr¨ªa costado quiz¨¢s m¨¢s ajustar. No s¨®lo porque Gay es casi mejor atleta de 200 -su curva es magn¨ªfica- que de 100, sino porque el accidente de tr¨¢fico que sufri¨® Bolt en abril (termin¨® con unos pinchos extra¨ªdos de su pie) afect¨® sobre todo a su preparaci¨®n para la media vuelta al estadio. "Estuvo unas semanas sin poder correr la curva porque no pod¨ªa apoyar perfectamente el pie afectado", dice Mills. De hecho, este a?o, Bolt s¨®lo ha corrido tres veces el 200, dos veces en los campeonatos jamaicanos y una en Lausana (una espectacular marca de 19,59s con viento en contra y bajo un impresionante y fr¨ªo aguacero).
Dicen los que saben que una cosa es estado de forma (cuando nada parece perturbar el pleno desarrollo de las facultades, lo que no significa que al final las cosas salgan) y otra estado de gracia, cuando todo lo que se intenta, aunque sea desde unos planteamientos desastrosos, sale bien. Bolt lleva 16 meses en esa nube y pretende que se alargue hasta el infinito. "Quiero ser una leyenda", dice; "y eso no se consigue en dos a?os". As¨ª que, seguramente, pocos apostar¨¢n ahora contra la posibilidad de que Bolt baje el jueves de los 19,30s: el ser humano, o sea Bolt, es infinito, ?no?
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