La apoteosis de la desigualdad
La igualdad ante la ley es -nada menos- la roca sobre la que descansa el entero edificio del Estado constitucional de Derecho. Ah¨ª reside la identificaci¨®n de la democracia con la Constituci¨®n: igualdad ante la ley y ante la aplicaci¨®n judicial de la ley. Supone la superaci¨®n de la Justicia estamental, en la que los nobles y los poderosos no pod¨ªan ser juzgados por plebeyos, sino s¨®lo por sus pares. En el Derecho democr¨¢tico absolutamente todos estamos sujetos a la ley, y ¨¦sta es igual para todos.
La delirante teor¨ªa de la conspiraci¨®n lucubrada por el Partido Popular, pretendiendo que la sujeci¨®n a la ley de sus dirigentes o representantes investigados por indicios de corrupci¨®n equivaldr¨ªa a una "inquisitorial persecuci¨®n", no hablemos ya de su disparatada pretensi¨®n de "elevar" esta patra?a al Parlamento Europeo en plena presidencia espa?ola de la UE, plantea una inadmisible ofensa a la igualdad ante la ley y apunta, queriendo herirla, a la columna vertebral del Estado constitucional.
Con su campa?a de intimidaci¨®n, el PP pretende consagrar un espacio estamental de impunidad
Las mentiras del PP hacen da?o a la democracia, ofenden a la decencia
Al margen de otras consideraciones, arroja una conclusi¨®n clara, al alcance de cualquiera: su fabricaci¨®n, cimentada en la mentira y en su reiteraci¨®n mendaz, quiere encubrir la corrupci¨®n e invitar a la ciudadan¨ªa a desconfiar de los que la persiguen, no de quienes la practican. El PP miente y lo sabe. Ni las fuerzas de seguridad del Estado -Polic¨ªa, Guardia Civil-, ni fiscales ni jueces "persiguen" al PP. Persiguen a los corruptos, porque es su obligaci¨®n, como lo es investigar a cualesquiera presuntos responsables de cualesquiera indicios razonables de criminalidad, cualquiera que sea la naturaleza del hecho punible, Y lo que es m¨¢s importante, cualquiera que sea el sujeto de la investigaci¨®n: sea el PIL, sea el PSOE, sea el PP.
El objetivo del PP desaf¨ªa, por lo grosero, la evidencia: persigue intimidar a polic¨ªas, fiscales, jueces, periodistas, e incluso, si se tercia, a un modesto sastrecillo valiente, como a todo el que se atreva a denunciar los casos que les afecten, o incluso a testificar obligado por la ley a contar la verdad de la que conozca, para reeditar una nueva e inaceptable apoteosis de la desigualdad ante la ley: "?Usted no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando!". Amedrentando, a trav¨¦s de su campa?a de intimidaci¨®n general, pretende consagrar un espacio estamental de impunidad para el PP y sus aleda?os, dentro del cual los responsables de investigar los delitos no se atrevan siquiera a intentarlo con los corruptos del PP.
Es como si, directamente, echasen de menos ese pa¨ªs de su gusto en que no se persiga a los corruptos, siempre que ¨¦stos pertenezcan, claro, al campo social y pol¨ªtico de referencia: gentes de orden, con posibles, investidos del Derecho natural a gobernar, a enriquecerse con ello
y no responder ante nadie. Dicho m¨¢s claramente: de acuerdo con esa visi¨®n rabiosamente antidemocr¨¢tica, la Justicia estar¨ªa, s¨ª, para perseguir -y a ser posible, con sa?a- a los cacos plebeyos, marginales y desfavorecidos que apenas acierten a comprender sus derechos, y menos a¨²n ser¨ªan capaces de invocarlos sin la ayuda de un abogado de oficio.
Pero, ?qu¨¦ es esto de que los jueces investiguen a corruptos bien relacionados con ¨¦lites y estamentos del establecimiento, gentes de buena cuna, buena familia, buenas bodas, buen vestir, buen comer y buen vivir? ?Qu¨¦ clase de Justicia es ¨¦sta? ?Hasta d¨®nde vamos a llegar!
En su desfachatez, pretenden que se investigue una y otra vez lo accesorio o accidental, incluidas las patra?as de las "escuchas ilegales", en contra de la inconsistencia o clamorosa falta de pruebas de sus alegaciones, en lugar de responder de lo esencial: los apabullantes y masivos indicios de corrupci¨®n que afectan a algunos de sus dirigentes o de sus responsables, incardinados por cierto en una pandemia de pr¨¢cticas de desviaci¨®n de poder organizada al servicio del enriquecimiento il¨ªcito de personajes iniciados en los fosos de reptiles alrededor de instituciones bajo el Gobierno del PP. Y lo hacen, sin empacho, en un festival de mentiras.
Alegan, en primer lugar, que el PSOE es el impulsor de su acoso judicial. Es falso: en todos y cada uno de los supuestos, desde Telde al caso G¨¹rtel, las tramas han sido denunciadas por antiguos sindicados de la pomada corrupta o incluso, directamente, por militantes del PP hartos de la pasividad o complicidad de sus jefes. Ni en Canarias, ni en Valencia, ni en Madrid ni en Baleares el denunciante fue el PSOE: fue siempre, e invariablemente, un agraviado ex confidente de la trama del negocio.
Mienten tambi¨¦n cuando pretenden que, tras la investigaci¨®n forzada por el PSOE, los jueces archivan sin m¨¢s, y "todo se queda en nada": no es verdad. La geograf¨ªa org¨¢nica de la pol¨ªtica espa?ola -y no s¨®lo en el PP- est¨¢ minada de cargos penales s¨®lidamente fundados, imputaciones no despejadas y acusaciones con base. Muchos de los imputados del PP a los que se ha tomado declaraci¨®n o sobre los que pesa fianza aguardan, sin m¨¢s, la apertura del juicio oral y se sentar¨¢n en el banquillo. Que haya condena o no, depende, claro, de los jueces y de la fase probatoria en el eventual juicio oral, pero en igualdad de condiciones que tantos otros justiciables, sujetos, como los del PP -no menos-, a la igualdad ante la ley. Nunca hab¨ªamos asistido a tantos farisaicos protestos cuando, como sucede todos los d¨ªas, a otros muchos ciudadanos se les detiene y conduce a declarar, a menudo esposados, en la medida en que resultan sospechosos de delitos graves, y luego de la declaraci¨®n se les pone en libertad con cargos a la espera de ese juicio en el que se dilucidar¨¢ si son culpables o no, y si procede o no su condena penal. Pretende el PP que eso suceda a todos los dem¨¢s, pero no a ellos, proclamando voz en grito su estruendosa apolog¨ªa de la desigualdad ante la ley.
Mienten, incluso, cuando afirman que en alg¨²n caso la Justicia ha archivado y eso significa que "no hab¨ªa nada" e incluso que todos deber¨ªamos pedirles perd¨®n por la injusta inquisici¨®n sufrida: la verdad es otra; incluso cuando, discutiblemente (esas resoluciones han sido recurridas), hayan resuelto archivo jueces cuya vinculaci¨®n con los investigados excede lo que la palabra "amistad" puede acertar a describir (sin que hayan tenido, sin embargo, la decencia de abstenerse), ello no quiere decir que los hechos no hayan existido ni merezcan calificaci¨®n pol¨ªtica: m¨¢s claramente, que los jueces no hallen "conexi¨®n causal delictiva" en que un pol¨ªtico acepte dejarse invitar a vacaciones o incluso a viajes de placer por un empresario cuyos negocios favorece con sus decisiones, o incluso haya aceptado trajes u otras d¨¢divas por tramas que hacen negocios con las administraciones gobernadas por aqu¨¦llos, no significa en absoluto que esos hechos no sean ciertos y notorios, y que merezcan, como merecen, ser calificados como inaceptables en una democracia en la que la ciudadan¨ªa sea respetada. Ning¨²n archivo ni sobreseimiento significan que esos viajes o esos trajes no hayan existido de verdad.
Visto al completo, el estomagante argumentario de mentiras del PP no es inocente ni inocuo: Esas mentiras son culpables de encubrir la corrupci¨®n pretendiendo que quienes las padecen desconf¨ªen de las instituciones del Estado de Derecho cuando investigan a los corruptos seg¨²n de qu¨¦ color pol¨ªtico, y no de la corrupci¨®n misma, sea quien sea quien la practica. Hacen da?o a la democracia y ofenden a la decencia. Favorecen una pendiente de berlusconizaci¨®n sumamente da?ina, desmoralizan la vida p¨²blica, fomentan el cinismo pol¨ªtico, la desafecci¨®n ciudadana hacia la acci¨®n pol¨ªtica y el desprestigio abrasivo de las instituciones. Todo ello, por descontado, en caldo de cultivo de las estrategias de la derecha y con severo perjuicio a los valores de la izquierda y de cuantos aprecian los fundamentos c¨ªvicos y ¨¦ticos de la democracia. A la cabeza de todos, la igualdad ante la ley: nadie por encima de ella; todos, y por igual, sujetos a una misma ley. Es eso, nada menos, lo que est¨¢ en juego en este envite.
Que act¨²en las instituciones del Estado constitucional de Derecho. Y frente a los que, en su arrogancia, esgrimen de nuevo su rancio "Usted no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando", procede sencillamente una r¨¦plica sobria y terminante: "Precisamente; de eso se trata: de averiguarlo".
Juan F. L¨®pez Aguilar es presidente de la Delegaci¨®n Socialista Espa?ola en el Parlamento Europeo.
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