El retorno del liderazgo franco-alem¨¢n
Independientemente de qui¨¦n triunfe en las elecciones parlamentarias alemanas de septiembre, una vez m¨¢s ha llegado el momento de una gran iniciativa franco-alemana. M¨¢s all¨¢ de sus condiciones econ¨®micas o su confianza rec¨ªproca (o de la carencia de ella), Francia y Alemania son m¨¢s responsables que nunca del futuro, si no de la misma supervivencia, del proyecto europeo.
?Hay alternativas al liderazgo franco-alem¨¢n de la Uni¨®n Europea? Invitar a Gran Breta?a a formar parte de un Club de los Tres ser¨ªa una buena idea, pero hoy es algo impensable. Inglaterra se ha autoexcluido de cualquier papel de liderazgo en Europa. Gordon Brown apenas sobrevive como primer ministro, y los conservadores, cuyo regreso al poder el a?o pr¨®ximo es casi un hecho, son tan provincialmente euroesc¨¦pticos como siempre, si es que no m¨¢s. Sencillamente, Europa no puede contar con los ingleses, al menos por un buen tiempo.
Francia y Alemania no pueden mover a Europa solas, pero sin ellas Europa no puede avanzar
La idea de un Club de los Seis, planteada por Nicolas Sarkozy a principios de su presidencia, siempre fue abstracta, y hoy es irrealizable. Considerando las escapadas sexuales de Silvio Berlusconi, no se puede tomar en serio a la Italia que dirige, y la deplorable situaci¨®n econ¨®mica de Espa?a le impide tener un papel de liderazgo en la UE. En cuanto a Polonia, aunque los torpes mellizos Kaczynski hayan salido del poder, la obsesi¨®n del pa¨ªs con su vecindario inmediato es incompatible con un verdadero liderazgo europeo.
Ya que -para empezar- a ninguno de los dem¨¢s 21 miembros de la UE les gust¨® nunca la idea de un Club de los Seis, cabe pensar que est¨¢ enterrada, y posiblemente para siempre. Entonces, ?a qui¨¦n dirigirse sino a Francia y Alemania en busca de liderazgo?
Un resultado positivo del refer¨¦ndum sobre el Tratado de Lisboa en Irlanda en octubre ser¨ªa una condici¨®n necesaria pero insuficiente para hacer un relanzamiento institucional de la UE. La Uni¨®n Europea necesita, por encima de todo, voluntad pol¨ªtica y direcci¨®n. S¨®lo Alemania y Francia, trabajando en conjunto, pueden dar a los ciudadanos europeos y del mundo la sensaci¨®n de que la Uni¨®n Europea al fin est¨¢ despertando a las realidades globales de hoy.
Por supuesto, es imposible subestimar la combinaci¨®n de suspicacia, tensi¨®n y exasperaci¨®n que caracteriza ¨²ltimamente a las relaciones franco-alemanas. En gran medida, Alemania se ha convertido en "una segunda Francia" en Europa, en un momento en que Francia es m¨¢s francesa que nunca. Y no s¨®lo est¨¢n poniendo primero sus respectivos nacionalismos, sino que est¨¢n en desacuerdo en temas fundamentales, sobre todo en c¨®mo remontar la crisis econ¨®mica. No obstante, los dos gigantes de Europa pueden coincidir en estar en desacuerdo acerca de las virtudes del rigor presupuestario al estilo alem¨¢n o el est¨ªmulo fiscal al estilo franc¨¦s, siempre y cuando no se insulten y -lo que es m¨¢s importante- compensen sus diferencias filos¨®ficas con un programa bien publicitado de iniciativas conjuntas sobre asuntos claves.
Mientras cada una siga convencida de que en el interior de la Uni¨®n Europea no existe m¨¢s alternativa que cooperar, y que esta cooperaci¨®n siga siendo una prioridad para ambas, no deber¨ªa ser tan dif¨ªcil restablecer su liderazgo. Despu¨¦s de todo, hac¨ªa mucho que Francia y Alemania no coincid¨ªan tanto en una variedad de temas fundamentales.
Con el retorno de Francia a la estructura militar integrada de la OTAN, los dos pa¨ªses comparten ahora la misma "sensibilidad atl¨¢ntica", por primera vez desde 1966. A pesar de las profundas reservas de cada uno acerca de la misi¨®n en Afganist¨¢n, es claro que se encuentran en la misma nave, incluso si las tropas francesas, que est¨¢n m¨¢s cerca de las brit¨¢nicas en t¨¦rminos de combate, son m¨¢s vulnerables que las alemanas. Y probablemente ambos pa¨ªses apoyar¨ªan la siguiente afirmaci¨®n: "El futuro de Turqu¨ªa est¨¢ con Europa, pero no necesariamente en la Uni¨®n Europea, al menos en el futuro previsible".
Sin embargo, el tema fundamental de c¨®mo tratar a Rusia sigue siendo un factor de divisi¨®n. Francia y Alemania tienen diferentes sensibilidades al respecto, algo natural e inevitable, ya que estas diferencias reflejan su geograf¨ªa e historia.
No es s¨®lo el que Alemania est¨¦ f¨ªsicamente mucho m¨¢s cerca de Rusia; tambi¨¦n es mucho m¨¢s dependiente de ella en t¨¦rminos de seguridad energ¨¦tica. Francia no debe enga?arse: Alemania no est¨¢ en camino de convertirse a la energ¨ªa nuclear para reducir su dependencia del petr¨®leo y el gas rusos. Sin embargo, Alemania tambi¨¦n debe darse cuenta de que la evoluci¨®n negativa de Rusia tiene consecuencias a las que los alemanes no pueden escapar.
Si tras las elecciones en Alemania se diera paso a una espectacular iniciativa de seguridad franco-alemana, acompa?ada de un mensaje conjunto al Kremlin, se estar¨ªa enviando un oportuno mensaje al resto de la UE, particularmente a sus v¨¢clav klauses: "Quienes optan por paralizar la uni¨®n a golpe de terca mala voluntad, s¨®lo terminar¨¢n excluy¨¦ndose ellos mismos, en lugar de dictar el destino de Europa".
Francia y Alemania no pueden mover a Europa solas, pero sin ellas Europa no puede avanzar.
Dominique Moisi es profesor visitante de Gobierno en la Universidad de Harvard. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org Traducido por David Mel¨¦ndez Tormen
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