Michael Moore disecciona al monstruo
Despu¨¦s de haber metido el dedo en la llaga sobre diversos y pavorosos c¨¢nceres que asuelan la realidad de Estados Unidos, como la libertad y la afici¨®n de sus ciudadanos a tener acceso a todo tipo de armas, la certeza de que si eres pobre y te pones enfermo la vas a palmar seguro o el lamentable poder institucional de ese siniestro George Bush que favoreci¨® hasta l¨ªmites aberrantes a las grandes corporaciones y se invent¨® con motivos falsos una guerra que s¨®lo buscaba el negocio del petr¨®leo, era inevitable que el espectacular y corrosivo documentalista Michael Moore, esa temida mosca cojonera, se ocupara del s¨®rdido crash econ¨®mico que se ha cebado con su pa¨ªs y de rebote con el resto del universo.
La nueva de Daniel S¨¢nchez Ar¨¦valo, 'Gordos', es irregular pero turbadora
Ha titulado su inaplazable ajuste de cuentas Capitalism: a love story, y en ¨¦l consigue que te r¨ªas con su brillante sarcasmo sobre los tiburones financieros, pero tambi¨¦n aterrorizarte al comprobar de lo que son ¨¦stos capaces para beneficiarse y mantener el intolerable estado de las cosas, su hermandad con la mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica, la impunidad que consiente la ley a la alta delincuencia, la salvaje factura que deben de pagar los d¨¦biles por los desmanes de los fuertes.
Moore comienza haciendo un l¨²cido paralelismo entre el esplendor y decadencia del Imperio Romano y la historia de su todopoderoso pa¨ªs. A partir de ah¨ª planta sus temibles c¨¢maras y micr¨®fonos en los atroces testimonios de las v¨ªctimas potenciales de los abusos del sistema capitalista, de la sufrida gente com¨²n, e intenta en vano que los jerarcas de Wall Street ofrezcan explicaciones de los criminales mecanismos que han generado el desastre. A falta l¨®gicamente de lo segundo, tira de archivo, de indagaci¨®n, de datos, de estad¨ªsticas, de im¨¢genes reveladoras, de provocaci¨®n a los sibilinos toros para ver si le entran al trapo, para hacer un retrato demoledor del disfrazado esclavismo que ejerce el gran capital sobre las clases medias y bajas, su desverg¨¹enza para perpetuar el saqueo, su colocaci¨®n estrat¨¦gica en el poder pol¨ªtico de los peones que les van a permitir robar hasta el delirio a costa del sufrimiento de la mayor¨ªa. No lo cuenta el viejo Marx aunque su inteligencia lo anticipara, sino que las repugnantes evidencias est¨¢n demostrando la eterna perversi¨®n del sistema.
Moore siempre posee tendencia a la manipulaci¨®n y a la pincelada gruesa, pero esos molestos tics no anulan su brillantez expositiva ni la veracidad de lo que cuenta. No se remonta a la Gran Depresi¨®n para explicar el desarrollo del monstruo sino que lo hace desde la llegada de Ronald Reagan a la presidencia de EE UU hasta nuestros d¨ªas. Lo que vemos y o¨ªmos invita a la insurrecci¨®n civil, a la acci¨®n directa contra los bancos. Seguir las huellas de un individuo glorificado y tenebroso llamado Alan Greenspan, de sociedades financieras como Goldman Sachs y Merril Lynch, de los templos desde los que se ha urdido la gran infamia provoca escalofr¨ªos. Tambi¨¦n indignaci¨®n moral y piedad comprobar c¨®mo algunas empresas hacen seguros de vida a sus empleados sin que ellos lo sepan y cuyos exclusivos beneficiarios van a ser las propias empresas, o los infinitos desahucios que padecen gente que fue enga?ada. Este necesario documental deja una puerta abierta a la esperanza. Se llama Obama. Lo tiene crudo para cambiar las cosas. Se han cargado a otros l¨ªderes por mucho menos.
Sin embargo, no hay nada apasionante que contar de la pel¨ªcula de Claire Denis White material, aunque el material que trata s¨ª lo fuera. El escenario es Camer¨²n, en medio de la guerra que enfrenta al Estado contra la revuelta de un ej¨¦rcito de ni?os soldados. Isabelle Huppert interpreta con su habitual solidez a la due?a de una plantaci¨®n de caf¨¦ que se niega a exiliarse a pesar del peligro. La historia no posee tensi¨®n aunque s¨ª conductas inexplicables y una absoluta impotencia expresiva por parte de la directora.
Habiendo disfrutado mucho con Azuloscurocasinegro, primera, compleja, emocionante y admirable pel¨ªcula de Daniel S¨¢nchez Ar¨¦valo, esperaba que Gordos me regalara sensaciones parecidas. No es as¨ª. A ratos me desconcierta este arriesgado retrato sobre obesos que intentan combatir sus demonios mediante la terapia. Cada uno con su propia historia y sus particulares soluciones, sus verdades y sus mentiras, la aceptaci¨®n o el rechazo de su identidad, los problemas, las trampas o las contradicciones que conlleva la apariencia f¨ªsica, el anhelo de encontrar su lugar en el mundo o un refugio que no sea provisional. Y en este microcosmos hay personajes y conductas a los que comprendo y me despiertan simpat¨ªa y otros que me cargan excesivamente, como el afectado y retorcido homosexual que interpreta con desagradable histrionismo ese buen actor llamado Antonio de la Torre. El argumento y las situaciones a veces bordean lo grotesco y en otras todo resulta inquietante o conmovedor. Es una pel¨ªcula irregular pero tambi¨¦n turbadora, una rareza con extra?o encanto, con un tono m¨¢s cercano a lo sombr¨ªo que a lo humor¨ªstico, con un lirismo ins¨®lito, con subidas y bajadas. La vi antes de que se proyectara en la Mostra y me sigue dando vueltas en la cabeza. Es una buena se?al.
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