'Apartheid' para alien¨ªgenas
A¨²n hay quien se sorprende por la reconversi¨®n profesional de Peter Jackson, que pas¨® del feroz amateurismo neozeland¨¦s a comandar aparatosos fen¨®menos de alcance global como la trilog¨ªa de El Se?or de los Anillos (2001-03). Trabajos del camuflado (gran) calibre de Mal gusto (1987), Meet the Feebles (1989) o Braindead, tu madre se ha comido a mi perro (1992) ya revelaban a un cineasta con perfecto control de su lenguaje, movido tanto por la seducci¨®n del golpe de efecto como por encontrar una forma id¨®nea y ambiciosa para sus aparentes desmanes creativos.
No hac¨ªa falta que llegase el punto y aparte de Criaturas celestiales (1994) para darse cuenta de su potencial. Es significativo que Jackson firmase en su d¨ªa, junto a Costa Bostes, un falso documental titulado La verdadera historia del cine (1995), en cuyas im¨¢genes lat¨ªa una idea af¨ªn a todo creador comprometido con el concepto del cine dionisiaco: una historia alternativa del s¨¦ptimo arte donde el medio no apostaba por la trascendencia, sino por el placer como fin en s¨ª mismo. Jackson tambi¨¦n ha sido generoso creador interesado en su l¨ªnea sucesoria: sabe que su obra no es meta, ni punto final en la evoluci¨®n de ese cine dionisiaco capaz de mudar de forma, y de fagocitar las est¨¦ticas de esos espejismos de hiperrealidad que favorece la era YouTube y que definen el planteamiento formal de este Distrito 9, que llega al mercado acompa?ado por las fanfarrias propias de lo que se percibe, por cuestiones de padrinazgo, como un gran fen¨®meno.
DISTRITO 9
Direcci¨®n: Neill Blomkamp. Int¨¦rpretes: Sharlto Copley, Jason Cope, Nathalie Boltt, Sylvaine Strike.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n.
Estados Unidos-Nueva Zelanda, 2009. Duraci¨®n: 112 minutos.
Distrito 9 de Neill Blomkamp ha sido objeto de un lanzamiento peculiar: es el tipo de pel¨ªcula que, en tiempos del primer Jackson, al espectador le encantar¨ªa descubrir por s¨ª mismo, pero su condici¨®n de producto apadrinado por el neozeland¨¦s y los efectos de la publicidad viral la condenan a ser axiom¨¢tico fen¨®meno antes de medirse con el p¨²blico. Tambi¨¦n ha servido de excusa para levantar una pol¨¦mica alrededor de una voz cr¨ªtica disidente: la del muy interesante Armond White, cuyos detractores consideran troll intern¨¢utico y cuyos ap¨®logos celebran como autoconsciente heredero de Pauline Kael y Andrew Sarris. Falso documental que plantea las relaciones entre humanos y alien¨ªgenas en t¨¦rminos de salto cualitativo del apartheid -sus dardos m¨¢s envenenados tienen la forma de testimonios de ciudadanos de raza negra soliviantados por sus nuevos vecinos diferentes-, Distrito 9 se apoya en una met¨¢fora pol¨ªtica de efecto inmediato y quiz¨¢ poca hondura, pero su formulaci¨®n es virtuosa: es f¨¢cil ver lo que Jackson ha visto en Blomkamp -un joven le¨®n que recuerda a su vieja identidad creativa-, aunque tambi¨¦n salta pronto a la vista que Distrito 9 aparca el rigor de su planteamiento narrativo -la voz enga?osamente objetiva del mockumentary- cuando le conviene.
Pesan m¨¢s los pros que los contras y este cr¨ªtico no alberga ninguna duda acerca del gran futuro art¨ªstico que el br¨ªo formal y el sentido del espect¨¢culo reservan al portentoso debutante.No hay dudas del futuro art¨ªstico, por su br¨ªo formal, de este debutante
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