Evo, hombre 10
Evo Morales debe de estar satisfecho de su primera visita a Espa?a como jefe de Estado de Bolivia. En la anterior, hace casi cuatro a?os, enfundado en su jersey multicolor, todav¨ªa era presidente electo del pa¨ªs andino. El ¨¦xito de Morales en Espa?a, donde aseguraba ayer al final de su visita haberse sentido tratado a cuerpo de rey, no es desde?able. El Gobierno ha decidido condonar la deuda boliviana con Espa?a, alrededor de 60 millones de euros, y prometido, por boca de Rodr¨ªguez Zapatero, cooperar con La Paz en diferentes proyectos de desarrollo para un pa¨ªs tanto tiempo marginado.
El peso de la p¨²rpura, que aspira a renovar en las elecciones de diciembre pr¨®ximo, ha hecho de Morales un hombre si no m¨¢s oblicuo s¨ª algo m¨¢s cauto. El l¨ªder indigenista boliviano, un rendido admirador de Hugo Ch¨¢vez, ha reclamado socios espa?oles para los proyectos econ¨®micos de su Gobierno, y dibujado unas relaciones con Repsol muy alejadas de las tormentosas de no hace tanto tiempo. Asegura que los empresarios que acudan a Bolivia encontrar¨¢n un entorno adecuado para la inversi¨®n. Pero esas afirmaciones, a la luz de acontecimientos pasados, requieren el contraste fehaciente y sostenido de los hechos para ser tomadas al pie de la letra. Tanto el Rey como el jefe del Gobierno espa?ol han insistido en sus encuentros con Morales en la necesidad de un marco de seguridad jur¨ªdica, al resguardo de caprichos pol¨ªticos en el vol¨¢til pa¨ªs andino, para que esa cooperaci¨®n se desarrolle por cauces exentos de sorpresas.
Morales es hombre de poca doblez. Y no parece dar demasiada importancia a las pifias verbales. Con la misma naturalidad con que reconoce que sus interlocutores espa?oles eran hasta hace poco CC OO e IU, habla de la "Rep¨²blica" de Espa?a o de lo asombrado que se ha sentido cenando en el palacio Real, antes un "centro de decisiones para invadir" y ahora lugar "para recibir al invadido". Es probable, sin embargo, que el presente m¨¢s valorado de su viaje sea esa camiseta del Real Madrid, equipo por el que simpatiza, con el n¨²mero 10 a la espalda y su nombre, Evo, con que le obsequi¨® ayer Zapatero al despedirle en La Moncloa.
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