Gabriela era lesbiana: ?qu¨¦ hacemos?
En su pa¨ªs, Gabriela Mistral est¨¢ por todas partes, tal vez porque as¨ª se puede esconder a Neruda detr¨¢s de ella: a la hora de elegir escritor nacional entre los dos premios Nobel de Literatura, la autora de Tala o Lagar, que lo gan¨® en 1945, es menos comprometedora que el de Residencia en la tierra, que lo obtuvo en 1971 y que sigue siendo un personaje controvertido a causa de su militancia comunista. As¨ª que mientras ¨¦l parece algo recluido en sus casas-museo de Isla Negra, de Valpara¨ªso y de la capital, su colega y amiga mantiene una presencia p¨²blica extraordinaria. Como ejemplo, podemos decir que su cara protagoniza los billetes de 5.000 pesos y que el Centro Cultural que se acaba estos d¨ªas en Santiago de Chile, construido para celebrar el bicentenario del pa¨ªs en el a?o 2010 y que presume de ir a ser el m¨¢s grande de Am¨¦rica, tambi¨¦n lleva su nombre. Que, por cierto, era tan falso como el del propio Pablo Neruda: en realidad, uno se llamaba Ricardo Eli¨¦cer Neftal¨ª Reyes Basoalto y la otra Lucila de Mar¨ªa del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Si pronuncias seguidos esos once nombres y apellidos, te sale un equipo de f¨²tbol entero.
Ahora, la parte m¨¢s reaccionaria de la sociedad chilena, la que a¨²n pasea con orgullo por la c¨¦ntrica avenida 11 de Septiembre, en Santiago, bautizada de ese modo para conmemorar la fecha en que los militares golpistas derrocaron a Salvador Allende, se hace cruces ante la pol¨¦mica que ha propiciado la aparici¨®n del libro Ni?a errante. Cartas a Doris Dana, en las que quedan claras las preferencias sexuales de la autora de Desolaci¨®n. Hace poco, el semanario The Clinic incluy¨® en su portada una foto a toda plana de Gabriela Mistral y este titular ir¨®nico: "?Era lesbiana! ?Qu¨¦ hacemos?". Y no parece que ¨¦se vaya a ser el ¨²ltimo episodio que obligue a replantear su biograf¨ªa, porque se sabe que la parte in¨¦dita de su poes¨ªa, que tambi¨¦n estaba en poder de su novia y albacea norteamericana, fallecida en el a?o 2006 en Florida, duplica la publicada y es muy expl¨ªcita en sus contenidos.
La correspondencia reunida en Ni?a errante, que ha salido en Chile en el sello Lumen, se lee como si fuera una novela que cuenta la hermosa historia de amor de estas dos mujeres, que se conocieron en Nueva York tras una conferencia que dict¨® all¨ª Mistral, al a?o siguiente de haber sido galardonada por la Academia Sueca, y que compartieron parte de sus vidas en equilibrio entre el amor, el deseo, los celos y la distancia, esto ultimo porque la joven Dana, que tambi¨¦n escrib¨ªa poes¨ªa, aunque de forma espor¨¢dica, ten¨ªa que pasar gran parte de su tiempo en Estados Unidos, lo cual desesperaba a su famosa amante, quien al final consigui¨® que el Gobierno de su pa¨ªs la nombrase c¨®nsul en Nueva York, para poder estar juntas.
En el libro, conocemos los problemas de salud de la pareja, que hac¨ªa dif¨ªcil que la preciosa Dana, una joven que guardaba un parecido asombroso con la actriz Katharine Hepburn, acompa?ase a Mistral a sus viajes, como ella quer¨ªa. Tambi¨¦n vemos c¨®mo crece su amor. "Desde que te fuiste yo no r¨ªo y se me acumula en la sangre no s¨¦ qu¨¦ materia densa y oscura. Yo no puedo saber a¨²n, amor m¨ªo, lo que ocurra conmigo a lo largo de los sesenta d¨ªas de nuestra separaci¨®n. (...) Estoy viviendo la obsesi¨®n, amor. (...) Yo no sab¨ªa hasta d¨®nde eso -lo vivido- ha cavado en m¨ª, hasta d¨®nde estoy quemada por ese punz¨®n de fuego, que duele igual que la brasa ardiendo sobre la palma de la mano", escribe Mistral a Dana, y ¨¦sta responde: "Mi amor. Todo lo bonito me habla de ti. ?Siempre t¨² est¨¢s conmigo! (...) Veo el cielo y pienso: este mismo cielo toca la cabeza de mi querida. (...) Yo me pongo en el viento y en la lluvia para que puedan abrazarte y besarte por m¨ª".
Tambi¨¦n hay momentos de desconfianza, y reproches con los que Gabriela le hace saber a Dana "el infierno puro que ha sido para m¨ª tu silencio de siete o m¨¢s d¨ªas", o le dice: "En cuanto a tu miedo de perderme, tu falta completa de confianza, yo no me merezco eso, que me da un poco de c¨®lera y un mucho de tristeza, casi de amargura. Yo no soy una sinverg¨¹enza, no, mi amor, yo no soy eso que t¨² imaginas. Soy una desgraciada si t¨² sigues sin tener fe en tu Gabriela". Las cartas siempre est¨¢n firmadas as¨ª, pero es curioso que en muchas de ellas Mistral hable en masculino: "Soy arrebatado, recu¨¦rdalo, y col¨¦rico, y torpe. Por favor, no vuelvas nunca a sufrir as¨ª, a padecer por mi culpa, tienes que saber que as¨ª me das una enorme verg¨¹enza de m¨ª mismo".
La poeta ayudaba econ¨®micamente a su compa?era, y parte del epistolario lo ocupan los cheques que le anuncia Mistral que va a mandar o la oferta de que se quede con la renta que produce una casa que tiene alquilada en Monrovia. Pero, sobre todo, Ni?a errante demuestra la desesperaci¨®n de un amor acosado por las separaciones. "Tengo ganas de morirme, porque dudo de que vuelvas", le escribe Mistral a Doris Dana; y hacia el final del libro, cuando demasiados asuntos dom¨¦sticos rodeaban ya su para¨ªso, le da instrucciones para que cuide sus cuentas, y le dice: "Te encargo que t¨² veles porque yo tenga siempre en caja el valor de lo que cuesta un entierro en tu pa¨ªs. No quiero cargarte a ti con ese gasto grande".
Gabriela Mistral muri¨® en Nueva York, en febrero de 1957. Su novia la sobrevivi¨® cincuenta a?os, y custodi¨® su legado hasta su fallecimiento. S¨®lo entonces su sobrina don¨® al Gobierno chileno los cuarenta mil documentos que forman el legado in¨¦dito de la autora de Lagar, en el cual estaban incluidas estas cartas.
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