Ricos e impuestos
Dadas las cotas -en verdad preocupantes- que alcanza ya el d¨¦ficit p¨²blico en Espa?a, pocos se extra?ar¨ªan cuando el 20 de agosto el ministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, lanz¨® un globo sonda: "Si es necesario elevar determinados tipos impositivos a los que tienen m¨¢s renta, habr¨¢ que hacerlo"... Y con cierto aroma populista defini¨® a los "ricos" como aquellos que ingresan m¨¢s de 50.000 euros anuales.
Pero el Gobierno no podr¨¢ conocer a todos los que ganan m¨¢s de 50.000 euros a trav¨¦s del IRPF. ?Por qu¨¦? Porque es un impuesto en el cual el 90% de la recaudaci¨®n proviene de los asalariados. Son ellos los ¨²nicos y verdaderos "paganos", aportando, aproximadamente, el doble de lo que les corresponder¨ªa pagar seg¨²n la Contabilidad Nacional.
Habr¨ªa que hacer aflorar el dinero negro a trav¨¦s de una regularizaci¨®n fiscal
Sea como sea, analicemos los ingresos de uno de estos presuntos "ricos". Se trata de un soltero que tiene un sueldo de 50.000 euros anuales y, una vez descontados impuestos y pagos a la Seguridad Social, dispone de una renta ligeramente por encima de los 35.000. Pero se ha comprado una vivienda y le ha costado 300.000 euros, que ha pagado mediante una hipoteca, cubriendo con ella el 80% del coste de esa inversi¨®n inmobiliaria. Pues bien, una vez descontada la mensualidad hipotecaria, a este "rico" le quedar¨¢n unos 2.000 euros al mes para darse la gran vida.
Si el Gobierno, en verdad, desea pescar "peces gordos" tendr¨¢ que echar las redes en otros caladeros, por ejemplo, entre los sueldos escandalosos que se embolsan algunos ejecutivos. Cantidades que, a menudo, multiplican por m¨¢s de 1.000 el salario m¨ªnimo.
A partir de 4 millones de euros anuales se les podr¨ªa aplicar un tipo del 50%, impidiendo, adem¨¢s, que la empresa pueda deducir como gasto ese exceso de "generosidad laboral". Si uno de esos directivos ingresara, pongamos, 10 millones de euros anuales, el Estado recaudar¨ªa directamente 4.720.000 euros, adem¨¢s de 1.800.00 a trav¨¦s del Impuesto de Sociedades, al no ser deducible el pago "salarial" por encima de los 4 millones.
En esta misma l¨ªnea podr¨ªa modificarse la tarifa del IRPF de los no residentes, as¨ª como las reducciones introducidas en las rentas provenientes de los alquileres de viviendas y aumentar, al menos hasta el 20%, el gravamen sobre los rendimientos del capital mobiliario.
Tanto el Gobierno como el PP han asegurado que no piensan mover el Impuesto de Sociedades. Valga la decisi¨®n, pero ?qu¨¦ hacer con los dividendos no distribuidos (los distribuidos cotizan al 18%)? Los dividendos no distribuidos no cotizan, pero, si van a reservas, aumentan el valor de las acciones, aunque los accionistas no tributan por ello hasta que venden las acciones o se liquida la empresa. La situaci¨®n podr¨ªa variar "anticipando" el impuesto y gravando con un 20% los beneficios que se refugian, por ejemplo, en esos fantasmas tributarios llamados Sicav.
En 2007 se introdujo una reforma -que signific¨® un incentivo para las operaciones especulativas- a partir de la cual las plusval¨ªas patrimoniales cotizan al 18%, cualquiera que haya sido el tiempo transcurrido para conseguirlas. Ser¨ªa, pues, conveniente cambiar la norma, de suerte que las ganancias de ese tipo obtenidas en un periodo menor de un a?o coticen, si son personas f¨ªsicas, al tipo que marque el IRPF, y si son sociedades -sea cual sea la forma jur¨ªdica de que se revistan- a un tipo del 30%. Incluidas, claro est¨¢, las citadas Sicav y los fondos de inversi¨®n mobiliarios o inmobiliarios.
Es cierto que el Impuesto sobre el Patrimonio estaba obsoleto y mal regulado, pero a la vista de lo ocurrido, ?no hubiera sido mejor reformarlo en lugar de eliminarlo? ?Y qu¨¦ decir del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones? Las autonom¨ªas han hecho de esa capa un sayo. ?Es ¨¦sa la corresponsabilidad fiscal que se predica?
En fin, el Gobierno habla de subir los impuestos indirectos y todo indica que el primer indirecto destinado a crecer ser¨¢ el IVA, pues es dif¨ªcil resistirse a esa tentaci¨®n y m¨¢s con la inflaci¨®n por los suelos. Mejor ser¨ªa no tocarlo, pero de hacerlo, ha
br¨¢ de ser levemente. Por ejemplo, dejando como est¨¢ el tipo m¨¢s bajo (4%), o aument¨¢ndolo medio punto; pasando del 7% al 8% el de los productos correspondientes, y aumentando dos puntos (del 16% al 18%) el tipo m¨¢s alto. Se obtendr¨ªa as¨ª una recaudaci¨®n adicional de aproximadamente 4.000 millones.
Pese al reciente incremento de los impuestos especiales (alcoholes y gasolinas), se habla de una nueva subida que, la verdad, no servir¨¢ de mucho en t¨¦rminos recaudatorios y lo mismo puede decirse acerca de un posible incremento sobre el consumo el¨¦ctrico o sobre ciertas primas de seguros, lo cual -al menos respecto a estos dos ¨²ltimos- ser¨ªa muy injusto. Tambi¨¦n se ha citado -sin concretar- una tasa ecol¨®gica, lo cual resulta contradictorio con los incentivos a la compra de autom¨®viles, que son los que m¨¢s contaminan el aire de las ciudades. S¨ª se podr¨ªa crear una tasa de 50 euros anuales (de media) por el uso del autom¨®vil privado, gravando especialmente los veh¨ªculos apabullantes, lo cual permitir¨ªa recaudar, aproximadamente, 1.400 millones de euros. Este gravamen habr¨ªa de ser provisional hasta que se regulara con car¨¢cter general junto al impuesto (municipal) de circulaci¨®n de veh¨ªculos.
Ante una crisis fiscal comparable -ceteris paribus- a las de Felipe II y con una econom¨ªa sumergida que, seg¨²n algunas fuentes, supera el 25% del PIB, no parece temerario sugerir la repetici¨®n de una jugada que ya se hizo en los a?os noventa. Hablamos, claro est¨¢, de una "regularizaci¨®n fiscal" que permita incluir en la declaraci¨®n correspondiente a 2009 el dinero negro proveniente de actividades no criminales, as¨ª como aflorar los activos ocultos y eliminar los pasivos ficticios, a los que se aplicar¨ªa una tasa en torno al 20%.
Durante el ¨²ltimo debate monogr¨¢fico en el Congreso, en el cual el presidente del Gobierno anunci¨® un incremento impositivo que valor¨® en 15.000 millones, apenas se habl¨® de c¨®mo reducir el gasto y esto ¨²ltimo es, al menos, tan relevante como el incremento de ingresos.
No es preciso ser un lince para descubrir que una parte muy notable de las subvenciones que hoy se otorgan no sirven absolutamente para nada... excepto para engrosar los ingresos de sus perceptores, sean empresas u otras organizaciones. Ya va siendo hora de hacer un balance objetivo acerca del uso y la eficiencia de tant¨ªsimo dinero p¨²blico. Y si, por ejemplo, se quiere subvencionar a los sindicatos y a la patronal, no tiene por qu¨¦ hacerse a trav¨¦s de unos cursos de formaci¨®n de dudosas calidad y eficacia. Los fondos para la "formaci¨®n" debieran ir a la Universidad o a la FP reglada, que falta les hace.
Ya se ha anunciado la eliminaci¨®n de los 400 euros de reducci¨®n que se otorg¨® a los declarantes del IRPF y s¨®lo a ellos. Lo mismo debiera hacerse con el regalo de los 2.500 euros por beb¨¦ nacido en Espa?a o, al menos, eliminarlo a partir de ciertas rentas.
En fin, tambi¨¦n ser¨ªa bienvenida una rebaja sustancial de las archimillonarias y nunca publicadas subvenciones que los partidos se otorgan a s¨ª mismos en las Cortes, en los Parlamentos regionales y en los Ayuntamientos. As¨ª dar¨ªan ejemplo de esa austeridad que sus l¨ªderes predican.
Firman este art¨ªculo Arsenio Taz¨®n y Joaqu¨ªn Leguina, economistas.
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