?Est¨¢ el Supremo sobrevalorado?
"La agudeza visual es como el sexo, est¨¢ sobrevalorada. Cuanto menos tienes, menos necesitas". Esa frase de mi amiga Luz y el discurso del presidente del Supremo, Carlos D¨ªvar, en la apertura del a?o judicial, me han llevado, en una pirueta de la imaginaci¨®n, a preguntarme: ?Est¨¢ el Supremo sobrevalorado?
Porque D¨ªvar, un coronel entre generales -es la primera vez en la historia que alguien que no tiene la categor¨ªa de magistrado del Supremo preside el organismo-, expuso en su alocuci¨®n que la Sala de lo Contencioso tiene bloqueados fondos por importe de m¨¢s de 6.000 millones de euros (un bill¨®n de las antiguas pesetas) en litigios pendientes. Explic¨® que la citada sala tramita asuntos de tal envergadura "que puede tener incidencia directa en el funcionamiento de la econom¨ªa nacional", y a?adi¨® que "mientras no se alcance la definitiva puesta al d¨ªa de todo el tribunal, esa ingente cantidad de dinero, que podr¨ªa estimarse en varios miles de millones de euros m¨¢s en el conjunto de todas las salas, se encuentra congelada y no revierte en el circuito econ¨®mico, bloqueando m¨²ltiples expectativas". ?Casi nada para estar en la crisis m¨¢s profunda desde el crac del 29 del siglo pasado y con cuatro millones de parados!
El alto tribunal tiene bloqueados fondos por 6.000 millones en litigios pendientes
Ya s¨¦ que se me dir¨¢ que el retraso es ancestral y acumulativo a?o a a?o porque los espa?oles no hacemos otra cosa que pleitear contra todo hijo de vecino y especialmente contra la Administraci¨®n. Pero alguna responsabilidad tendr¨¢n los magistrados que ostentan tratamiento de excelent¨ªsimos se?ores, que ganan 117.497 euros m¨¢s complementos (el presidente del Gobierno gana 91.982 euros), que tienen secretaria y coche oficial y que, adem¨¢s de no estresarse, est¨¢n en su mayor¨ªa -por supuesto que hay dign¨ªsimas excepciones- abonados a la semana caribe?a. Ya saben, de martes a jueves. (Si alguien no se lo cree puede pasar cualquier lunes o viernes por el aparcamiento de la plaza de la Villa de Par¨ªs y contar los coches. Una risa).
Se me argumentar¨¢ que hacer sentencias de calidad requiere su tiempo y que algunos magistrados trabajan en su casa. Sin duda, pero como dar ejemplo es importante, ser¨ªa mejor que acudieran cinco d¨ªas por semana al tribunal, como el resto de los mortales.
Adem¨¢s, hay que reconocer que casi desde la creaci¨®n del Supremo, como consecuencia de la Constituci¨®n de 1812, la elecci¨®n de sus miembros ha estado politizada, aunque durante la mayor parte de los siglos XIX y XX los que mandaban sol¨ªan elegir a los mejores de entre sus amigos. En los ¨²ltimos a?os, con el f¨¦rreo control del Consejo General del Poder Judicial por parte de los partidos pol¨ªticos y de las asociaciones judiciales, la b¨²squeda de la excelencia se ha sustituido por el cambio de cromos: nosotros votamos por vuestro candidato, aunque no sea el mejor, con tal de que vosotros vot¨¦is por el nuestro, que tampoco es excelente. Y el que no tiene padrinos, pues no se bautiza.
F¨ªjense que la mitad de los integrantes de la carrera judicial no pertenece a ninguna de las asociaciones judiciales. ?Saben cu¨¢ntos de esos jueces y magistrados fueron elegidos para formar parte del Consejo del Poder Judicial, que es el que decide los nombramientos? Les voy a ahorrar el esfuerzo de contar: ninguno, y eso que una de las candidatas, Beatriz Grande, hab¨ªa obtenido 351 avales de respaldo de sus compa?eros no asociados. ?Ser¨¢n todos tan malos que no llegar¨¢n nunca al Supremo?
Ser¨ªa muy bueno para todos que el plan de modernizaci¨®n de la justicia funcionase y que el Supremo alcanzase la excelencia que merece al margen de ideolog¨ªas y camarillas, pero como los a?os me han hecho mucho m¨¢s esc¨¦ptico, soy consciente de que dentro de un a?o podr¨ªa escribir este mismo art¨ªculo sin cambiar una coma.
Dicho esto, ?preguntar es ofender? ?Est¨¢ el Supremo sobrevalorado? Ya se sabe que el secreto del amor propio consiste en rebajar nuestras expectativas hasta que coincidan con nuestras aptitudes. Pues eso.
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