Polanski
Suiza, que a principios del siglo XX era uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa, tiene una historia reciente poco simp¨¢tica. La guerra largu¨ªsima entre Francia y Alemania (desde 1870 hasta 1945) y las distintas sensibilidades de sus dos grandes comunidades, una franc¨®fila y la otra german¨®fila, la obligaron a hacerse neutral. ?se fue su gran ¨¦xito: tras la Segunda Guerra Mundial, Suiza era el ¨²nico pa¨ªs europeo con las infraestructuras intactas y una moneda s¨®lida. Sus bancos hicieron negocio con el dinero de miles y miles de jud¨ªos exterminados por el nazismo y adem¨¢s, gracias al secreto que proteg¨ªa sus actividades, blanquearon las fortunas m¨¢s sucias del mundo. En fin, cada uno se hace rico como puede y le dejan.
Pero ahora resultar¨¢ que despu¨¦s de hacer dinero con la guerra, el Holocausto y los fraudes m¨¢s siniestros del planeta, Suiza se ganar¨¢ mala fama por detener a un pr¨®fugo. S¨¦ que Roman Polanski tuvo una infancia terrible. S¨¦ que la banda de Charles Manson asesin¨® de forma atroz a su mujer. S¨¦ que es un espl¨¦ndido cineasta. Pero no alcanzo a entender por qu¨¦ un grupo de cualificados abajofirmantes califica su detenci¨®n de "encerrona policial". El propio Polanski sab¨ªa que en Estados Unidos segu¨ªa abierto un sumario contra ¨¦l, por abusar de una menor, y evitaba aparecer por all¨ª. ?Que hace m¨¢s de 30 a?os? Vale. ?Que ya es un hombre anciano? Vale. ?Y qu¨¦? Si el asunto ha prescrito, no ocurrir¨¢ nada. Si no ha prescrito, ocurrir¨¢ algo desagradable para Polanski. Mala suerte.
Tal vez en el siglo que viene no sea un delito retozar con una ni?a de 13 a?os, y el caso de Polanski se asimile al de Oscar Wilde, que se pudri¨® en una c¨¢rcel por ser homosexual y no call¨¢rselo. Es posible. Yo espero que no. Espero que la ley y la moral sigan distinguiendo entre ni?os y adultos, y que los segundos no puedan abusar de los primeros.
Me da igual que la presunta v¨ªctima diga que ya le da igual, y me dan igual el presunto consentimiento o la presunta embriaguez. Si se trata de buscar excusas, todos los ped¨®filos tienen una. Y, sin embargo, nadie se atreve a firmar manifiestos en su defensa.
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