Irlanda decide otra vez
El 2 de octubre, los votantes irlandeses acudir¨¢n por segunda vez a las urnas para decidir si aprueban el Tratado de Lisboa. En las capitales europeas cunde el nerviosismo a medida que se acerca el d¨ªa de la votaci¨®n: el futuro de la Uni¨®n Europea est¨¢ de nuevo en manos de unos votantes imprevisibles. En dos de las tres ¨²ltimas ocasiones en que se les ha pedido a los irlandeses que votaran sobre un tratado europeo, han rechazado la propuesta.
Para la UE lo que est¨¢ en juego no puede ser m¨¢s importante. El Tratado de Lisboa fue el compromiso alcanzado por los dirigentes de los pa¨ªses miembros a ra¨ªz del rechazo de la Constituci¨®n Europea en referendos populares celebrados en Francia y los Pa¨ªses Bajos en 2005. En las negociaciones sobre el Tratado de Lisboa se ha derramado mucha sangre, sudor y l¨¢grimas, y su rechazo por segunda vez por los votantes irlandeses dejar¨ªa a la Uni¨®n en una situaci¨®n de grave par¨¢lisis pol¨ªtica y de deterioro institucional.
El Tigre Celta, traumatizado por la crisis econ¨®mica, es ahora proclive al Tratado de Lisboa
Fuera de la UE, el pa¨ªs podr¨ªa haber entrado en bancarrota
Durante la campa?a actual para el refer¨¦ndum de Irlanda ha habido un resurgimiento del conflicto entre una constelaci¨®n ya conocida de fuerzas. En el bando del s¨ª figuran todos los principales partidos pol¨ªticos, los sindicatos, la comunidad empresarial y una amplia red de grupos de la sociedad civil. Su campa?a ha estado mejor coordinada y ha sido m¨¢s intensa que la ¨²ltima vez, con vistas a movilizar el m¨¢ximo n¨²mero de apoyos y lograr una gran participaci¨®n de votantes, que, seg¨²n la mayor¨ªa de los comentaristas, ayudar¨ªa al bando del s¨ª.
En el bando del no figura una coalici¨®n dispar procedente tanto de la extrema derecha como de la extrema izquierda, incluidos los ultracat¨®licos y los marxistas recalcitrantes, que ha intentado provocar histeria sobre supuestas amenazas que van desde el servicio militar hasta la eutanasia, pasando por el aborto. Pero ese bando parece carecer del dinamismo y del vigor de que dio muestras, y con ¨¦xito en las urnas, la vez anterior.
La raz¨®n principal del decaimiento de los euroesc¨¦pticos es que Irlanda ha quedado traumatizada por la cat¨¢strofe econ¨®mica sufrida durante el a?o pasado. La arrogancia de los a?os en que se hablaba del Tigre Celta es un recuerdo lejano, en vista de que la actual es la peor recesi¨®n de la historia de Irlanda como Estado independiente. Los economistas calculan que el crecimiento irland¨¦s se contraer¨¢ hasta un 8% en 2009 y auguran que el a?o pr¨®ximo habr¨¢ otra pronunciada reducci¨®n.
El d¨¦ficit presupuestario de Irlanda es ahora el mayor de la Uni¨®n Europea y la deuda p¨²blica se ha disparado, pues el Gobierno se ha esforzado por compensar el pronunciado descenso de los ingresos. El sistema
bancario irland¨¦s estuvo cerca del colapso total en septiembre de 2008 y s¨®lo se salv¨® gracias a una garant¨ªa estatal de 400.000 millones de euros para todos los dep¨®sitos bancarios. En fecha m¨¢s reciente, el Estado se hizo cargo de las responsabilidades de promotores inmobiliarios sin escr¨²pulos con la creaci¨®n de un banco malo que podr¨ªa hacer cargar a los contribuyentes irlandeses con una monta?a de deuda durante los pr¨®ximos decenios.
La intensidad del desplome de la econom¨ªa ha ayudado al Gobierno irland¨¦s en sus esfuerzos por conseguir el voto afirmativo. El Banco Central Europeo ha facilitado un salvavidas monetario que ha aportado una liquidez muy necesaria al sistema financiero y ha ayudado al Gobierno a contener la crisis de confianza creada por el desplome bancario. Los ministros del Gobierno y los representantes de la UE citan repetidas veces el ejemplo de Islandia, al se?alar lo que le podr¨ªa haber ocurrido a Irlanda si hubiese estado fuera de la UE.
As¨ª, la segunda campa?a para el refer¨¦ndum ha hecho entrar en juego de nuevo la dimensi¨®n econ¨®mica de la pertenencia de Irlanda a la UE, que estuvo en gran medida ausente del debate de 2008 sobre el Tratado. Irlanda se ha beneficiado desproporcionadamente de la generosidad de la UE durante sus 35 a?os de pertenencia a ella y en 2008 sigui¨® recibiendo una suma neta de 500 millones con cargo al presupuesto de la Uni¨®n.
Cuando se recuerda a los votantes el posible coste catastr¨®fico de quedar excluidos, y no ya s¨®lo de la zona del Mercado ?nico, sino tambi¨¦n de las estructuras de adopci¨®n de decisiones del Consejo de Ministros y del Banco Central Europeo, resulta claro lo que est¨¢ en juego en el refer¨¦ndum.
Adem¨¢s, el Gobierno irland¨¦s ha obtenido garant¨ªas jur¨ªdicas de sus socios de la UE sobre las cuestiones que m¨¢s preocupan a quienes votaron negativamente o se abstuvieron en el primer refer¨¦ndum. Esos compromisos manifiestan que nada hay en los tratados que vaya a afectar a las prerrogativas irlandesas sobre el aborto, la neutralidad militar y la fiscalidad. El Gobierno ha conseguido tambi¨¦n un acuerdo a escala de la UE por el cual, en lugar de reducir el tama?o de la Comisi¨®n Europea, se permitir¨¢ a Irlanda conservar un puesto permanente en la mesa de la Comisi¨®n. Ese ¨¦xito negociador ha brindado al Gobierno considerable margen de maniobra gracias al cual hacer una campa?a m¨¢s eficaz para el refer¨¦ndum.
Esa combinaci¨®n de garant¨ªas jur¨ªdicas y circunstancias econ¨®micas diferentes est¨¢ contribuyendo a movilizar a una mayor¨ªa a favor del Tratado de Lisboa. Las encuestas de opini¨®n hechas en las ¨²ltimas semanas indican que el bando partidario del s¨ª cuenta con una fuerte mayor¨ªa del 62% frente al 23%, mientras que los indecisos representan el 15% del electorado.
Pero el panorama dista de ser n¨ªtido. Las encuestas indican que los irlandeses son muy partidarios de la pertenencia a la UE y del proceso de integraci¨®n. El problema estriba en que esas actitudes favorables var¨ªan considerablemente en intensidad y constituyen un bloque blando de apoyo a la UE; en el refer¨¦ndum de 2008, ese bloque blando se desplom¨® en la semana final de la campa?a.
Parece claro que un segundo rechazo del Tratado de Lisboa por el electorado irland¨¦s hundir¨ªa a la Uni¨®n Europea en una nueva crisis y amenazar¨ªa con desbaratar los considerables beneficios en materia de legitimidad democr¨¢tica y capacidad colectiva para la adopci¨®n de decisiones que se desprenden del nuevo Tratado. Todo indica que los votantes parecen ahora dispuestos a aprobar el Tratado, pero nadie deber¨ªa dar por sentados los votos irlandeses en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a.
? Project Syndicate, 2009.
Traducido por Carlos Manzano.
John O'Brennan ense?a Pol¨ªtica y Sociedad Europeas en la Universidad Nacional de Irlanda Maynooth y es miembro fundador del Centro para el Estudio de una Europa Mayor (www.widereurope.ie).
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