El legado de Diana de Gales llega a Filadelfia
Los Spencer homenajean a la princesa con una exposici¨®n
El vestido de boda de lady Diana ha llegado ya a Filadelfia. Y junto con a ¨¦l, la c¨¦lebre tiara de diamantes que luci¨® en aquel triste d¨ªa de julio de 1981. Tambi¨¦n las muestras del lujo que llev¨® en su vida, trajes de Chanel, Dior y Versace, que no la hicieron feliz. Son parte de los 150 objetos que conforman la exposici¨®n Diana: A Celebration, cedidos por la familia Spencer, propietaria del legado de la malograda princesa de Gales.
Los objetos, ya convertidos en reliquias 12 a?os despu¨¦s de su muerte, han abandonado la mansi¨®n familiar de Althorp para viajar por el mundo. Ayer comenzaron a exhibirse en Filadelfia, en el museo del Nacional Constitution Center, donde permanecer¨¢n hasta finales de a?o.
Lo que m¨¢s impacta de este legado de Diana no son los diamantes y los caros ropajes de una noble que se sinti¨® maltratada por la fama, sino las peque?as an¨¦cdotas de su vida: sus fotos de adolescente haciendo gimnasia; un colorido dibujo de su ni?ez; su colecci¨®n de ranas de porcelana; v¨ªdeos; cartas; juguetes; sue?os rotos.
En esta exposici¨®n se muestra a Diana de Gales, el mito vestido de grandes firmas, y se desvela a Diana, la mujer, la incansable embajadora de causas m¨¢s grandes que la vida misma, como la lucha contra el sida. Para los visitantes, es f¨¢cil reconstruir la archiconocida vida de la princesa a trav¨¦s de objetos que narran su real ascenso y el drama de su separaci¨®n.
Diana se cas¨® a los 20 a?os con el pr¨ªncipe de Gales, heredero al trono brit¨¢nico. El suyo fue un cuento de hadas por obligaci¨®n, adornado por el nacimiento de otro heredero, William, y un segundo hijo, Harry. Pero dentro de palacio, sufri¨® por la incomunicaci¨®n con su marido y las infidelidades de ¨¦ste con Camilla Parker Bowles, algo que admiti¨® ante millones de espectadores en una entrevista televisiva en 1995.
Divorciada, vivi¨® en libertad, hasta su muerte en una limusina, en un t¨²nel de Par¨ªs, acosada por la prensa.
De su muerte hay poco en la muestra, s¨®lo una serie de libros de condolencias firmados por miles de personas. No es una muestra consagrada al sensacionalismo o a la pena de sus ¨²ltimos a?os, sino a su ascenso social y a su abnegado trabajo de caridad. Como a ella le hubiera gustado.
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