Kadar¨¦, el sobreviviente
Corr¨ªan los a?os setenta y el r¨¦gimen alban¨¦s lanzaba su artiller¨ªa pesada propagand¨ªstica a trav¨¦s de Radio Tirana, la joya de la corona del dictador comunista Enver Hoxha. Pero la vida misteriosa y compleja de la capital albanesa ten¨ªa poco que ver con aquel triunfalismo radiof¨®nico. La verdadera voz de Albania, la ¨²nica destinada a perdurar y a seducir al mundo, estaba en las obras de un escritor de aspecto funcionarial, taciturno, vestido con sempiterna gabardina, llamado Isma¨ªl Kadar¨¦. Un editor franc¨¦s hab¨ªa descubierto al mundo la que ser¨ªa la primera de una larga serie de excelentes novelas: El general del ej¨¦rcito muerto, el relato de la peregrinaci¨®n por Albania de dos militares italianos con la misi¨®n de recuperar los restos de sus compatriotas ca¨ªdos en ese pa¨ªs durante la II Guerra Mundial.
"Quiz¨¢s pudo m¨¢s en m¨ª la desilusi¨®n de ver que no se daban los pasos necesarios que la represi¨®n del r¨¦gimen estalinista"
"Para algunos, mi supervivencia era motivo de esperanza, para otros era un misterio del r¨¦gimen"
"No hay que burlarse del llanto de un pa¨ªs, porque nadie sabe lo que significa ese llanto"
Traducida casi de inmediato a 30 idiomas, la novela mejor¨® el estatus de Kadar¨¦ en Albania. De tal forma que, durante d¨¦cadas, pudo soportar sobre sus hombros el pesado entramado de controles del r¨¦gimen, sin aparente dificultad, manteniendo sus novelas en el aire, como un consumado malabarista, resistiendo las presiones de quienes le ped¨ªan que fuera portavoz de la Nueva Albania, y de quienes le ped¨ªan que interpretara el papel de disidente.
Form¨® parte de las instituciones comunistas, fue diputado, estuvo al frente de la uni¨®n de escritores, se benefici¨® de una cierta protecci¨®n personal de Enver Hoxha, y todo eso sin dejar de ser un escritor desafecto al r¨¦gimen, un tipo en el que no se pod¨ªa confiar, porque escrib¨ªa libremente, sin atenerse a las consignas del realismo socialista, ni a las necesidades de la propaganda del Partido del Trabajo, desliz¨¢ndose peligrosamente hacia el odiado cosmopolitismo. Pod¨ªa hacerlo porque en una Albania aislada y remota -apenas 3,6 millones de habitantes, hoy- su fama internacional era un motivo de orgullo irresistible para el dictador, una coraza que le proteg¨ªa de purgas y exclusiones.
"Era una situaci¨®n de lo m¨¢s parad¨®jica, es verdad. En el pa¨ªs estalinista por excelencia, era adorado por los comunistas, pero debido a esa cierta fama internacional, era admirado tambi¨¦n por los burgueses del exterior. Para algunos, mi supervivencia era motivo de esperanza, para otros era un misterio del r¨¦gimen", cuenta el escritor.
Pero m¨¢s parad¨®jico a¨²n era lo que nadie sab¨ªa. Kadar¨¦ manten¨ªa una estrecha relaci¨®n con un joven escritor, Bashkim, hijo de Mehmet Shehu, mano derecha del dictador Hoxha, quien le informaba de todo lo que se dec¨ªa de ¨¦l en las alturas del poder, donde se le consideraba un "agente de la burgues¨ªa". "No era una sospecha banal, que viniera de los militantes de a pie, que me criticaban, envidiosos, porque me gustaba Francia, y me consideraban un burgu¨¦s, sino del propio dictador. Si hab¨ªa sobrevivido a esa sospecha, poco pod¨ªan importarme las dem¨¢s cr¨ªticas".
Kadar¨¦ lo cuenta instalado en un amplio sof¨¢, en el sal¨®n de su casa de Par¨ªs, trajeado a su estilo, con chaqueta clara, sobre pantal¨®n y camisa de un marr¨®n chocolate. Nacido el 28 de enero de 1936, en la ciudad medieval de Gjirokastra, en el sur de Albania, tiempo atr¨¢s parte del Epiro del Norte griego, el escritor creci¨® en medio de las convulsiones de un pa¨ªs, ocupado por los italianos, cercado por los alemanes, despu¨¦s, y finalmente, liberado por los comunistas locales. Naci¨® musulm¨¢n, pero ese detalle pes¨® poco en su vida. "No soy religioso. Pertenezco a la secta de los bektashi, una escisi¨®n del islam muy tolerante. Comen cerdo, beben". Tras el largo par¨¦ntesis de ate¨ªsmo forzoso, en Albania han vuelto a florecer las tres religiones hist¨®ricas, pero cat¨®licos, ortodoxos y musulmanes viven en paz. "Adem¨¢s hay muchos matrimonios mixtos, porque existe una mayor atracci¨®n er¨®tica entre personas de distinta religi¨®n", apunta Kadar¨¦, cuya esposa, Elena, es una ferviente cat¨®lica.
No fue la religi¨®n lo que dividi¨® a su familia, sino la ideolog¨ªa. Su padre, un modesto funcionario encargado de distribuir el correo oficial, aunque perteneciente a una familia importante, pas¨® a ser un conservador, un reaccionario, mientras los t¨ªos maternos, hijos de un terrateniente local, se apuntaron al Partido Comunista desde el primer d¨ªa. "Yo no sab¨ªa con qui¨¦n quedarme. Quer¨ªa a mi padre, pero mis t¨ªos eran gente interesante, ten¨ªan una biblioteca estupenda, sab¨ªan lat¨ªn. Ten¨ªa ante m¨ª dos mundos contradictorios. Y la familia era determinante en la actitud que uno iba a tomar despu¨¦s".
La de los Kadar¨¦ era una historia perfecta para ser contada. Un relato agobiante que contrasta con el esplendor del Par¨ªs oto?al que asoma por los balcones del apartamento del escritor, que dan a los Jardines de Luxemburgo. Exiliado en Francia en septiembre de 1990, Kadar¨¦ vive desde hace una d¨¦cada a caballo entre Tirana y la capital francesa. Pero su apartamento parisiense tiene un inequ¨ªvoco aire provisional. Como si el m¨¢s famoso escritor alban¨¦s, premio Booker, premio Pr¨ªncipe de Asturias 2009, candidato al Nobel y al M¨¦dicis, miembro de la Academia de las Ciencias Morales y Pol¨ªticas de Par¨ªs -a la que pertenecen tambi¨¦n el Rey de Espa?a y el Papa-, se sintiera todav¨ªa un refugiado.
Su exilio encierra, en realidad, una de las mayores paradojas de su vida. ?Por qu¨¦ permaneci¨® en Albania durante los a?os m¨¢s negros de la dictadura de Hoxha? ?Por qu¨¦ lo abandon¨®, precisamente, cuando se iniciaba una tortuosa transici¨®n? "Quiz¨¢s, como ya he dicho, pudo m¨¢s en m¨ª la desilusi¨®n de ver que no se daban los pasos necesarios, que la represi¨®n del r¨¦gimen estalinista", dice. Ya en Par¨ªs, denunci¨® la cerraz¨®n del r¨¦gimen poscomunista, que pod¨ªa desencadenar, dijo, un ba?o de sangre. "Fue una intervenci¨®n muy efectiva. Estoy orgulloso de mi contribuci¨®n a la transici¨®n".
Escritor de fama en Francia, el pa¨ªs que le descubri¨®, Kadar¨¦ es editado en Espa?a por Alianza Editorial, y empieza a saborear las mieles del ¨¦xito en nuestro pa¨ªs. Cuando se anunci¨® en junio que era el nuevo premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, sus libros se agotaron en las librer¨ªas, a las que el pr¨®ximo lunes llegar¨¢ su ¨²ltima novela, publicada por la misma editorial, El accidente, concluida entre 2003 y 2004, en plena resaca de la guerra de Kosovo.
Alianza, que ha dedicado una colecci¨®n al escritor alban¨¦s, se dispone a completar la publicaci¨®n de toda la obra anterior. El accidente, un relato de misterio, er¨®tico-amoroso, trufado con retazos de la crisis de Kosovo, y mordaces cr¨ªticas a la Albania actual, puede resultar extra?o, a primera vista, para un lector habituado a las historias densas y profundamente ancladas en la realidad de Kadar¨¦. Sobreviven en ¨¦l, por supuesto, los caracter¨ªsticos toques de iron¨ªa, como esa burla de la pasi¨®n nobiliaria de la Albania de hoy, que lleva a los trabajadores a comprar t¨ªtulos aristocr¨¢ticos a cualquier precio, pero es un libro muy diferente de todos los dem¨¢s. "Es un libro dif¨ªcil. No creo que sea el mejor para empezar a conocer mi obra", dice el escritor, ojeando el ejemplar que le muestra la periodista. "Yo sugerir¨ªa otra novela que, siendo muy albanesa, es al mismo tiempo muy internacional, ha gustado en todos los pa¨ªses, Cr¨®nica de piedra". Un relato de Gjirokastra, vista con los ojos de un ni?o, en el que reconstruye momentos capitales de su vida y de la de su pa¨ªs. Un pa¨ªs orgulloso y derrotista a un tiempo, algo bastante familiar en Espa?a, que intenta resta?ar las heridas del pasado.
Ni siquiera el gran Kadar¨¦, un sant¨®n intocable en Albania, se ha salvado de algunas dentelladas de los medios. "Un periodista me pregunt¨® en un programa de televisi¨®n en directo: '?No es cierto que usted viv¨ªa bajo la protecci¨®n de Enver Hoxha?'. Desde luego, le respond¨ª, era el que decid¨ªa sobre la vida y la muerte de todos. Pero, le pregunt¨¦ yo a mi vez, ?acaso no me proteg¨ªa Hoxha de sus propios fieles, de su propio r¨¦gimen?".
Tambi¨¦n su vida c¨®moda, en Occidente, ha tenido su cuota de hiel. Ha recibido premios y ha logrado una notoriedad envidiable. Pero su ¨¦xito en la Albania comunista le ha perseguido como una sombra de sospecha. El escritor Bashkim Shehu, su disc¨ªpulo y amigo, explica que no era ni un disidente ni un portavoz del r¨¦gimen. "Ninguno de esos dos t¨¦rminos es adecuado para desentra?ar el fen¨®meno literario de Kadar¨¦", dice, en conversaci¨®n telef¨®nica desde su casa de Barcelona.
La suya no era la biograf¨ªa que gusta en Europa, del heroico disidente, sino la de un escritor, gran conocedor de la naturaleza humana, que ha sabido defender su libertad interior con u?as y dientes. "En Occidente hay una especie de clich¨¦ sobre los escritores del Este. Todos tienen que ser como V¨¢clav Havel, disidentes con a?os de c¨¢rcel. La gente no comprende que hab¨ªa muchas diferencias entre los pa¨ªses comunistas. Que Albania era un r¨¦gimen muy duro en el que no cab¨ªa la disidencia. Solzhenitsin escribi¨® sus primeros libros cr¨ªticos contra Stalin en 1962, es decir, nueve a?os despu¨¦s de su desaparici¨®n. Hoxha fue adorado y obedecido hasta su muerte. Pero su viuda lo sigui¨® controlando todo. No hab¨ªa la menor ocasi¨®n para una disidencia abierta".
Hoxha, nacido en la misma calle y en la misma ciudad (Gjirokastra) de Kadar¨¦, aunque una generaci¨®n anterior, es un personaje que asoma, como un fantasma maligno, en varias de sus novelas. Por ejemplo, en El sucesor, un relato dedicado a la muerte, en 1981 (por supuesto suicidio) de Mehmet Shehu, hasta un a?o antes, mano derecha del dictador. Tambi¨¦n hay alusiones al dictador en El concierto o en El largo invierno, que evoca la ruptura con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En realidad, las rupturas eran constantes. En cuarenta a?os de poder absoluto, Hoxha se las arregl¨® para pelearse uno tras otro con todos los "pa¨ªses hermanos".
Rompi¨® con la Yugoslavia de Tito en 1948, con los sovi¨¦ticos en 1961 y con los chinos en 1978, dejando el pa¨ªs en el desamparo internacional m¨¢s absoluto. Pese a ello, su muerte, en abril de 1985, desencaden¨® un duelo descomunal en Albania, y hasta el mismo Kadar¨¦ recrimin¨® en una carta enviada al diario Le Monde el tratamiento period¨ªstico otorgado en Occidente a aquella noticia. Hoy se ve en la obligaci¨®n de aclarar el tema. "La idea que escrib¨ª era bien sencilla: no hay que burlarse del llanto de un pa¨ªs por la desaparici¨®n de una personalidad relevante de su historia, porque nadie sabe lo que significa ese llanto".
El escritor, t¨ªmido y renuente en los a?os de la dictadura, no tuvo miedo a asumir un protagonismo pol¨ªtico de primer orden en la crisis de Kosovo, que acab¨® con los bombardeos de la OTAN sobre Belgrado. "Eran necesarios para detener la masacre serbia sobre Kosovo", dice. La suya fue una defensa cerrada de la intervenci¨®n contra Serbia, que encontr¨® considerables apoyos y alguna cr¨ªtica. Hubo quien le acus¨® de estar aplicando una especie de vendetta, del Kanun alban¨¦s contra los vecinos serbios. "Me criticaron, s¨ª. No comprenden que no hay por mi parte ninguna hostilidad hacia los serbios. Creo que expliqu¨¦ bien mi posici¨®n en Tres cantos f¨²nebres por Kosovo. Pero no lo entienden". Tres cantos f¨²nebres es un peque?o relato en el que Kadar¨¦ intenta explicar las paradojas de esta regi¨®n, reclamada por serbios y albaneses, y conquistada por los turcos en el siglo XIV.
La cr¨ªtica francesa y la espa?ola han encontrado en la obra del autor alban¨¦s, a menudo, el p¨¢lpito de la mejor literatura pol¨ªtica de nuestro tiempo. A veces de forma poco expl¨ªcita, como en su novela El palacio de los sue?os, un relato aleg¨®rico, un punto kafkiano, en el que el poder dictatorial, no contento con controlar las mentes de los s¨²bditos del imperio, destina un palacio, repleto de oficinas y departamentos, a investigar los sue?os, ¨²ltimo reducto de libertad individual, para catalogarlos por su peligrosidad.
Kadar¨¦ ha dejado entrever en varios de sus libros las dificultades de su vida de escritor en aquella c¨¢rcel al aire libre que fuera Albania desde mediados de los a?os cuarenta hasta 1990. Una vida cercada por la sospecha, que le llev¨® a intentar la fuga. La primera vez fue durante un viaje a Praga, con una delegaci¨®n de la juventud albanesa, a principios de los a?os sesenta. Lo ten¨ªa todo preparado para quedarse en esa ciudad, pero a ¨²ltima hora no pudo. "Me dio un ataque de p¨¢nico, la habitaci¨®n del hotel me pareci¨® estrech¨ªsima, sent¨ª una tristeza enorme, irracional. Hab¨ªa dejado la maleta en el aeropuerto, seguramente me habr¨ªa ayudado tener all¨ª algo propio".
?Quiz¨¢s necesitaba su pa¨ªs, fuente inagotable de historias, para sobrevivir como escritor? A fin de cuentas, viv¨ªa ya para la literatura. La literatura era el dios supremo, la ¨²nica causa sagrada a la que quer¨ªa entregarse. "No, ¨¦sa no era la raz¨®n. Aunque es cierto que el escritor tiene una vida paralela, una segunda patria en la literatura. Es una vida que no siempre encaja con la vida real. Al contrario, la relaci¨®n entre vida y literatura es conflictiva. No hay idilio, sino casi una guerra oculta entre ambas".
Los a?os convulsos del poscomunismo dejaron en evidencia esa guerra soterrada. Escritores famosos, admirados en Occidente, se vieron amenazadas por viejos dossieres desempolvados a ¨²ltima hora. Por eso, Kadar¨¦ considera importante que todos los detalles que ha contado de sus choques con la censura, de sus dificultades personales, sean perfectamente demostrables. "Todo lo que afirmo se puede verificar. Si digo que me plante¨¦ no regresar a Albania, estando en Praga, es cierto y se puede demostrar. Cuando lo cont¨¦ hace 20 a?os, viv¨ªa el amigo checo al que le confes¨¦ mi plan. Era un escritor conocido. Si digo que Claude Durand, mi editor franc¨¦s, vino a Tirana para hacerse cargo del manuscrito de La hija de Agamen¨®n, y guardarlo en la caja fuerte de un banco franc¨¦s, es porque es verdad y se puede comprobar". Eran cautelas necesarias, dice el escritor. "Tras la ca¨ªda del comunismo ha habido muchas calumnias, sobre todo sobre los escritores. La polic¨ªa pol¨ªtica ten¨ªa un departamento dedicado a urdir historias para desacreditar a la gente".
Uno de sus vecinos m¨¢s famosos, en este barrio encantador de Par¨ªs, el checo Milan Kundera, tuvo que hacer frente el a?o pasado a graves acusaciones de haber sido un delator del r¨¦gimen comunista en su juventud. Kadar¨¦ cree que la denuncia ten¨ªa mucho que ver "con las dif¨ªciles, tensas relaciones de Kundera con su pa¨ªs". Algo que no le ocurre a ¨¦l. "Mi relaci¨®n con Albania es f¨¢cil. All¨ª tengo la misma notoriedad que aqu¨ª".
Kadar¨¦, amante de la buena cocina, de la vida familiar como buen alban¨¦s, due?o de un fino sentido del humor, tiene, sin embargo, un lado impenetrable y complejo, como su obra. Elude el tema cuando se le pregunta si en su casa se prepara el b¨¹rek alban¨¦s, empanadillas de carne y hojaldre, y se queda callado cuando esta periodista le dice que conoci¨® hace tiempo su ciudad, Gjirokastra. Un hermetismo que se explica quiz¨¢s, en los 40 a?os de dictadura comunista, cuando una pregunta mal formulada, una palabra de m¨¢s, pod¨ªan acarrear la ruina de una familia.
La ca¨ªda del r¨¦gimen alban¨¦s y la desmembraci¨®n de Yugoslavia dieron paso a otro momento oscuro. ?Hasta cu¨¢ndo ser¨¢n un polvor¨ªn los Balcanes? "Todos los pueblos son responsables de sus defectos, pero los conflictos que ahora vemos en los Balcanes son fruto de la frustraci¨®n de cinco siglos de ocupaci¨®n turca, de una independencia tard¨ªa, que han llevado a nuestros pa¨ªses a enfrentarse entre s¨ª. Bajo el Imperio Otomano, los Balcanes se contaminaron con el mal. Hay un poema del escritor griego Giorgios Seferis en el que relata una guerra entre la serpiente y el gato, que se desarroll¨® a trav¨¦s de las generaciones. Finalmente gan¨® el gato, pero, dice Seferis, se hab¨ªa convertido en una criatura perversa. Hab¨ªa sido contaminado por el mal".
El escritor, que recibir¨¢ el d¨ªa 23 de octubre el Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras, parece muy consciente de la importancia del galard¨®n ("hay premios y premios, y todo escritor sabe que existe esa jerarqu¨ªa", dice), dotado con 50.000 euros y la reproducci¨®n de una estatuilla de Joan Mir¨®, que le abre definitivamente las puertas del mercado espa?ol, con 450 millones de hipot¨¦ticos lectores. Su conversaci¨®n, en franc¨¦s, est¨¢ salpicada de alusiones a Cervantes, a Shakespeare, a Dante y a Esquilo. Kadar¨¦ admira a los mismos escritores que todo el mundo. "Me parece que la Humanidad no se ha equivocado en esto. Puede que en alg¨²n caso haya tardado en llegar ese reconocimiento, pero no creo que haya genios olvidados, que tengan que ser descubiertos. Prefiero tener un gusto simple, directo. No me gusta pasar por un escritor sofisticado". Aun as¨ª, hay nombres de autores desconocidos que han marcado su biograf¨ªa, como el de Lagush Poradeci, poeta alban¨¦s que falleci¨® unos pocos a?os antes de la ca¨ªda del comunismo, y cuya fotograf¨ªa ocupa un sitio bien visible, sobre una mesita camilla, en el sal¨®n de su casa.
Mediada la entrevista, se escuchan, por el pasillo del apartamento, las carreras de su nieto de cuatro a?os, Adrian. Kadar¨¦ le hace pasar, encantado con la desenvoltura del ni?o. Cuando el fot¨®grafo le pregunta por su estudio, el escritor le gu¨ªa hasta un cuarto al otro extremo del pasillo, al que dan varias habitaciones. En una de ellas, con la puerta abierta, est¨¢n sentados su yerno y su hija, Gressa, bi¨®loga e investigadora, que acaban de regresar de una larga estancia en Nueva York.
"Kadar¨¦ es un hombre sencillo, familiar. Seg¨²n ¨¦l, s¨®lo escribe dos o tres horas al d¨ªa, aunque yo no acabo de cre¨¦rmelo", cuenta su traductor al espa?ol, Ram¨®n S¨¢nchez Lizarralde. El estilo del narrador alban¨¦s no deja de perfeccionarse, sin perder ni una gota "de la profunda originalidad de una obra en la que se perciben las huellas de Ch¨¦jov, pero tambi¨¦n las de Joyce y las de Faulkner", dice S¨¢nchez Lizarralde. Algunas de sus novelas tienen adem¨¢s un potencial est¨¦tico que ha explotado el cine, al que Kadar¨¦ es muy aficionado. El general del ej¨¦rcito muerto fue llevado a la pantalla e interpretado por Marcello Mastroianni, y su relato Abril quebrado ha sido filmado como un drama rural brasile?o. Su relato Cuesti¨®n de locura es, seg¨²n S¨¢nchez Lizarralde, "un viaje nost¨¢lgico a la infancia, un poco como el Amarcord de Fellini".
Es una peque?a licencia, porque toda la obra de Kadar¨¦ gira en torno a la fascinante y terrible historia de su pa¨ªs. De forma aleg¨®rica o directa, salpicados con gotas de humor negro o de simple iron¨ªa, aparecen en ella los episodios de la vieja Albania, dominada por los visires del Imperio Otomano, del breve periodo mon¨¢rquico del rey Zog, de la ocupaci¨®n italiana y el yugo de Vittorio Emanuele rey de Albania y Etiop¨ªa, de la dictadura comunista, y de la Albania reci¨¦n llegada a una fr¨¢gil democracia.
Con el Pr¨ªncipe de Asturias en el bolsillo, Kadar¨¦ piensa quiz¨¢s en el Nobel, aunque no le obsesiona conseguirlo. El autor de El palacio de los sue?os no cree en el poder transformador de la literatura, del arte en general. "Lo que no significa que no sirva, que no sea enormemente importante", dice. Sin ser una denuncia abierta de la opresi¨®n comunista, sus escritos, esos en los que, seg¨²n Bashkim Shehu, "palpita la aspiraci¨®n a otro modo de vida", consolaron a muchos tocados por el r¨¦gimen, y han hecho m¨¢s por cambiar el mundo que la sopor¨ªfera propaganda de Radio Tirana.
El accidente. Isma¨ªl Kadar¨¦. Traducci¨®n de Ram¨®n S¨¢nchez Lizarralde. Alianza. Madrid, 2009. 320 p¨¢ginas. 18 euros. Se publica el pr¨®ximo lunes. Biblioteca Kadar¨¦. www.alianzaeditorial.es/ Isma¨ªl Kadar¨¦ recibir¨¢ el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras el pr¨®ximo d¨ªa 23 en Oviedo. fundacionprincipedeasturias.org/
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