El firmamento pintado en la cara
Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez, de 93 a?os, quiere celebrar el A?o de la Astronom¨ªa con una pulpada popular en Vila de Cruces, donde levant¨® con sus manos un observatorio
Alguien lo bautiz¨® como "o neno da estrela" y el nombre le qued¨®. Una vez, de paseo por el monte, su abuelo le se?al¨® un punto brillante en el firmamento y le dijo, "en castellano, como dec¨ªa las cosas importantes", "¨¦se es el Lucero del Alba". Esa noche, a Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez (Cumeiro, Vila de Cruces, 1916) le empez¨® a interesar todo lo que el sol apaga de d¨ªa, pero a¨²n tuvo que esperar a jubilarse para construir el que por un tiempo fue el mayor observatorio de Galicia. Ahora, con 93 a?os, se le dibuja en las sienes pecosas, cada d¨ªa m¨¢s n¨ªtido, el planisferio celeste. "El mar est¨¢ muy bien, pero el cielo... El cielo no tiene comparaci¨®n con nada", defiende este astr¨®nomo autodidacta. "Puede ser que se me est¨¦ pintando una constelaci¨®n en la cara, porque la verdad es que siempre fui guapo, y siempre estuve sellado por las estrellas".
?l ya no duerme nunca arriba, tiene miedo: "La vejez es una co?a"
Est¨¢ a punto de rebatir el Big Bang, y sabe que va a armar "un foll¨®n"
Lo dice un hombre que qued¨® medio in¨²til de un brazo por una explosi¨®n en el frente de Teruel, pero que se salv¨® de quedar cojo por un disparo en Brunete. "La bala me pas¨® entre la tibia y el peron¨¦, sin rozar el hueso". Antes y despu¨¦s de la guerra se gan¨® la vida de cantero, de zoqueiro, de carpintero. Se coste¨® los estudios (hasta el bachillerato elemental) en Santiago sacando volframio en O Fontao, y pasado el tiempo les pag¨® las carreras a sus tres hijos haciendo de practicante, a sueldo del ayuntamiento, y m¨¢s adelante de dentista, a pesar de que el gremio lo denunci¨® por intrusismo. "Si yo hubiese estudiado habr¨ªa sido matem¨¢tico, porque de ni?o resolv¨ªa cuentas con las que los maestros no pod¨ªan". Pero no pudo ser, y ahora, en su libro reci¨¦n publicado (Divagaciones astron¨®micas y algo m¨¢s) se mete con Einstein y otros cuantos cient¨ªficos "porque dicen cosas que no tienen traza".
En 1993 inaugur¨® al fin con su mujer, Mar¨ªa Campos, dos a?os m¨¢s joven, el Observatorio Astron¨®mico do Couto de Zarragrande, en Vila de Cruces. El telescopio, que vino de EE UU "v¨ªa L¨¦rida" y alcanza "la marimorena" (15 millones de a?os luz), le cost¨® cinco millones de pesetas. Los prism¨¢ticos, tres. Y la c¨²pula, que le vend¨ªan por otros cinco en Barcelona, termin¨® haci¨¦ndosela un yerno "que es un fen¨®meno" y tiene una f¨¢brica de gr¨²as. De la parte de canter¨ªa, para el observatorio, el cierre y el aula en la que lleg¨® a impartir lecciones c¨®smicas para grupos, se encarg¨® ¨¦l primero, aunque luego tuvo que contratar ayuda.
Jos¨¦ Mar¨ªa no es capaz de calcular en muelas el precio del observatorio, pero asegura que, si no fuese porque sigui¨® realizando extracciones a pesar de las denuncias, Vila de Cruces no podr¨ªa presumir de tener esta gran ventana al cielo que, sin embargo, "el alcalde no valora ni aprovecha". "Los de cerca son los que pierden la misa", dice sonriendo sin ganas. "Aqu¨ª vienen los ni?os por su cuenta, que los profesores nunca los traen".
La Fundaci¨®n Astron¨®mica de Vila de Cruces que ¨¦l so?aba ampliar sigue estando desde el 93 compuesta s¨®lo por su se?ora y por ¨¦l. Los aficionados vienen de toda Galicia, aunque cada vez menos, a mirar con Jos¨¦ Mar¨ªa las estrellas, y luego dejan la voluntad para contribuir al mantenimiento de las instalaciones. ?l ya no duerme nunca aqu¨ª arriba, tiene miedo de estar solo, y cada vez sube menos, "la vejez es una co?a". De limpiar la maleza se encargan, dos veces al a?o, los agentes contraincendios de la Xunta, que a cambio utilizan este punto tan alto, con "un cielo muy grande", por encima de las dem¨¢s monta?as, para otear los posibles fuegos. "Vienen por el d¨ªa, comen y lo pasan caralludamente. Y cuando me rozan esto yo les regalo unas botellas de vino", cuenta el astr¨®nomo.
Ayer planeaba celebrar con una gran merienda para los vecinos el A?o de la Astronom¨ªa. El mi¨¦rcoles hab¨ªa ido a fichar un pulpeiro a Lal¨ªn y hab¨ªa mandado cientos de invitaciones, pero una desgracia familiar trunc¨® la fiesta en la madrugada del s¨¢bado. "La pulpada ser¨¢ otro d¨ªa", prometi¨®.
De adolescente "quer¨ªa ser santo" y lleg¨® a hacerse sangre con una corona de espinas. Pero de tanto mirar hacia arriba ya no cree en Dios. "Es segur¨ªsimo, no hay ni otro mundo ni pu?etas. Por desgracia". Despu¨¦s de todo lo vivido, le quedan dos penas: la de no tener el sello postal de la URSS "con la perrita Laica" y, sobre todo, la de no haber descubierto un cometa para bautizarlo. "Me hubiera gustado escribir mi nombre en el firmamento". Sin embargo, cree que la vida a¨²n le dar¨¢ tiempo para decir "d¨®nde acaba el Universo" y est¨¢ a punto de rebatir el Big Bang. "Las explosiones no crean materia, sino vac¨ªo... En unos d¨ªas voy a armar un foll¨®n. Una pol¨¦mica del carallo".
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