Obligadas a trabajar sin ropa bajo la bata
Hasta hace cuatro meses, las empleadas de las ¨®pticas Delgado Espinosa, en Madrid, trabajaban vestidas ¨²nicamente con una bata. Sin ropa debajo, s¨®lo la lencer¨ªa. Era una orden directa del jefe. Una de las trabajadoras se quej¨® el a?o pasado por lo que consideraba "una discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo". A principios de 2009, fue trasladada de su puesto de trabajo. El Juzgado de lo Social n¨²mero 26 de Madrid ha declarado nulo el traslado por considerarlo una represalia contra la trabajadora.
La trabajadora, que prefiere no dar su nombre, lleva 27 a?os trabajando en la cadena de ¨®pticas, con nueve establecimientos en la comunidad de Madrid. Siempre con el mismo uniforme: una bata blanca que le llega "por la rodilla". Como todas sus compa?eras, "minor¨ªa en la plantilla". Los trabajadores varones s¨ª que pueden llevar bajo la bata la ropa de calle, siempre que los pantalones y zapatos no sean deportivos. "Siempre he pensado que era una discriminaci¨®n, pero el jefe me dec¨ªa que era el uniforme que hab¨ªa habido en la empresa desde su fundaci¨®n y que no iba a cambiarlo", cuenta la trabajadora.
"En invierno, con el fr¨ªo, nos pon¨ªamos alg¨²n jersey", confiesa. Pero siempre de alg¨²n color claro "que no llamara la atenci¨®n". A veces, algunas empleadas usaban tambi¨¦n unos pantalones cortos para evitar incomodidades. Porque, seg¨²n se recoge en la sentencia que ha declarado nulo el traslado, "cuando se sientan, agachan, o hacen alg¨²n movimiento la bata se abre y se les ve partes del cuerpo que no deber¨ªan ense?ar".
Harta "de esta situaci¨®n tan inc¨®moda e injusta", la mujer solicit¨® en octubre de 2008, como representante de UGT en el comit¨¦ de empresa, un cambio en la normativa sobre el uniforme. "Era discriminatorio respecto a nuestros compa?eros", se queja la trabajadora. Tres meses despu¨¦s era trasladada a otra tienda de la cadena, m¨¢s alejada de su domicilio, donde tambi¨¦n variaba su horario: tendr¨ªa que trabajar todos los s¨¢bados, y no dos de cada mes como hasta entonces.
"Yo lo sent¨ª como una represalia, un castigo por quejarme", cuenta la trabajadora. As¨ª lo ha entendido tambi¨¦n el juez, que el 25 de septiembre declar¨® nulo el traslado. Tres meses antes, en junio, la direcci¨®n de la empresa, que ayer no quiso comentar la sentencia, decidi¨® que sus empleadas pudieran vestir como sus compa?eros. Es decir, ya no van desnudas bajo sus batas.
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