Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y los impuestos
El se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, gobernador del Banco de Espa?a y entusiasta ap¨®stol del abaratamiento del despido, desde?a la idea de que se intente cobrar m¨¢s impuestos a quienes m¨¢s ganan porque tal pretensi¨®n al final lleva a que paguen m¨¢s quienes "m¨¢s declaran", lo que evidentemente resulta injusto. Con ello parece querer decir que, como los grandes millonarios siempre encuentran medios para eludir el fisco, elevar la tributaci¨®n a las grandes fortunas en realidad conduce a hacer recaer la subida fiscal sobre quien al menos cumple sus obligaciones con Hacienda. Lo que hay que hacer, asegura Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, es concentrar los esfuerzos en perseguir y evitar el escandaloso agujero del fraude fiscal.
No s¨¦ si soy yo el ¨²nico que se ha percatado de la contradicci¨®n. Si de verdad el Estado acometiera un plan serio de persecuci¨®n del fraude fiscal se supone que se evitar¨ªa, nunca del todo pero s¨ª en gran medida, que los multimillonarios eludieran el pago de impuestos. En cuyo caso la elevaci¨®n de tributos a quienes m¨¢s ganan no tendr¨ªa ning¨²n efecto indeseado. Y, si se rechaza la subida de tributos a los muy ricos con la excusa pragm¨¢tica de que sortean sus obligaciones, es porque el fraude fiscal se toma por un hecho dado e inevitable y se renuncia a luchar seriamente contra ¨¦l.
Dejando aparte esta contradicci¨®n, la significativa oposici¨®n del se?or Ord¨®?ez a que se cobren m¨¢s impuestos a los m¨¢s ricos se suma a otras declaraciones similares que en estos d¨ªas hemos podido leer y escuchar con frecuencia. Pero ocurre que lo de cobrar m¨¢s impuestos a quien m¨¢s gana no es una opci¨®n pol¨ªtica sobre la que cada Gobierno o Parlamento puedan adoptar la decisi¨®n que se les antoje mejor.
Es un mandato constitucional. El art¨ªculo 31.1 de la Constituci¨®n de 1978 ordena que nuestro sistema fiscal sea justo y se rija por los principios de igualdad y progresividad, lo que no significa, en derecho tributario, ¨²nicamente que pague m¨¢s quien m¨¢s gana o m¨¢s tiene -cosa que ya se logra con la mera proporcionalidad-, sino todav¨ªa m¨¢s: que pague un porcentaje mayor de sus ingresos o su riqueza. Y este matiz no es menor.
A todos los ciudadanos y poderes p¨²blicos nos obligan tanto los art¨ªculos de la Constituci¨®n que nos gustan como los que no nos gustan. Lo cual vale tambi¨¦n para el gobernador del Banco de Espa?a. Si no le gusta el art¨ªculo 31.1, que promueva un debate c¨ªvico encaminado a la reforma constitucional.
Y ya de paso, en ese debate, que ¨¦l y otros nos expliquen que los principios de justicia elemental se escriben en las Constituciones para barnizar de legitimidad democr¨¢tica a quien manda, pero sin intenci¨®n alguna de cumplirlos, porque, a fin de cuentas, digan lo que digan las leyes, los due?os de los medios y de las personas siempre podr¨¢n hacer lo que les d¨¦ la real gana. O sea, que aqu¨ª sus fiestas se las costeamos entre todos y a callar. Las cosas, claras.
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