"Cada palabra en un medio extranjero se convierte en delito"
Hanif Mazru¨ª ha perdido la cuenta de las veces que ha cambiado de casa en los ¨²ltimos meses. "Por lo menos 19 o 20", calcula. Su vida en la clandestinidad empez¨® el pasado 13 de junio, al d¨ªa siguiente de las elecciones presidenciales iran¨ªes. Aquel s¨¢bado "las fuerzas especiales irrumpieron en la sede del Frente de Participaci¨®n para detener a los responsables de la campa?a electoral" de ese partido reformista. Por casualidad, Mazru¨ª, que dirig¨ªa la comisi¨®n informativa, no estaba all¨ª.
"A partir del d¨ªa siguiente iniciaron mi b¨²squeda, empezando por la casa de mis padres. Desde entonces no he vuelto", cuenta ahora desde su ¨²ltimo escondite. La entrevista se realiza a trav¨¦s de amigos comunes que aceptan transmitirle las preguntas "en cuanto Hanif aparezca en el Skype". Y eso no sucede a diario porque todas las precauciones son pocas. "En dos o tres ocasiones han llegado a la casa donde me hab¨ªa alojado apenas veinte minutos despu¨¦s de que me fuera", explica.
"Todos los miembros del comit¨¦ de campa?a y de las distintas comisiones electorales est¨¢n en la c¨¢rcel", recuerda. Mazru¨ª, de 30 a?os, ya estuvo detenido hace cuatro y no deseaba repetir la experiencia. A la vez, sab¨ªa que tambi¨¦n le buscaban como director del peri¨®dico online del partido, Nowruz News (norooz.ir). Esa web lleva varios a?os exponiendo "las mentiras del Gobierno de Mahmud Ahmadineyad", el asunto que se convirti¨® en eje de la campa?a.
A¨²n as¨ª, el periodista ha continuado trabajando desde la clandestinidad. Nowruz News revel¨® este verano la existencia de unas 44 tumbas sin nombre en el cementerio de Behesht-e Zahr¨¢ de Teher¨¢n. "Pertenecen a los que mataron [en la represi¨®n de las protestas postelectorales]; para acallar el esc¨¢ndalo de su muerte no entregaron los cad¨¢veres a sus familias, sino que los enterraron sin identificar en el sector 302 del camposanto", explica. Su web public¨® v¨ªdeos del lugar e informaci¨®n sobre el traslado de los cad¨¢veres. "Tambi¨¦n enviamos documentos a las autoridades, pero a¨²n esperamos una respuesta", declara.
El mismo muro de silencio se ha levantado frente a las denuncias de torturas y violaciones en prisi¨®n, a pesar de que el propio Gobierno se ha visto obligado a cerrar el centro de detenci¨®n de Kahrizak, donde ha reconocido la muerte de tres detenidos. "Kahrizak es s¨®lo un ejemplo, hay otros como el de Pasargad, que nunca se nombran", denuncia Mazru¨ª.
Ese lugar, en el barrio de Afsaryeh al sureste de Teher¨¢n, "estaba controlado por el servicio de inteligencia de la Guardia Revolucionaria, sin que lo supervisara ning¨²n organismo judicial; ah¨ª no se registraba ning¨²n nombre, algo que s¨ª se hac¨ªa en Kahrizak...", asegura convencido de que los abusos no se cometieron s¨®lo en esos dos centros, sino "tambi¨¦n en Ev¨ªn", la tristemente famosa prisi¨®n donde van a parar los presos pol¨ªticos iran¨ªes.
?Por qu¨¦ tanto ensa?amiento? Mazru¨ª no lo duda. "Lo ¨²nico que tienen es la fuerza, y mientras dispongan de esa fuerza, nunca estar¨¢n dispuestos a renunciar a ella, sentarse y dialogar de manera razonada y cient¨ªfica", manifiesta. Pero ¨¦l y su equipo mantienen el desaf¨ªo informando. Es una tarea ardua porque las autoridades no s¨®lo han detenido a muchos de sus redactores sino que han ido bloqueando los sucesivos dominios desde los que opera. "Ellos nos bloquean y nosotros ponemos direcciones nuevas", afirma inasequible al desaliento.
M¨¢s grave parece la dificultad de confirmar las fuentes. Los cr¨ªticos consideran que pone en entredicho su trabajo. "Eso vale en circunstancias normales, pero ahora estamos en circunstancias extraordinarias", defiende el periodista. "No podemos ir en busca de una fuente y hacer preguntas como har¨ªamos normalmente. Incluso lo que hemos hecho hasta ahora ha sido suicida, porque hemos investigado sobre asuntos que s¨®lo pod¨ªan enfurecer a la otra parte y provocar que pasasen cosas en las c¨¢rceles".
Incluso esta entrevista es arriesgada. "En Ir¨¢n, cada palabra que se pronuncia para un medio extranjero se convierte en un delito", admite. Sin embargo, ¨¦l acepta hablar "para mostrar que estamos vivos, que nos movemos y que se sepa que seguimos resistiendo". "Cuando mis amigos y quienes piensan como yo est¨¢n en la c¨¢rcel, no podemos quedarnos sentados a mirar lo que pasa, hacemos lo mismo que har¨ªan ellos en nuestro lugar", a?ade quitando hierro.
Pero Mazru¨ª tambi¨¦n tiene miedo. Lo ha reconocido en su blog (hanif.ir) a trav¨¦s de una carta a su hija que est¨¢ a punto de nacer. Ella se ha convertido en su principal motivo de esperanza. ?En qu¨¦ consiste esa esperanza?
"En que el Gobierno no vuelva nunca a acribillar a tiros a la gente en la calle, o a dar palizas a quienes reclaman un derecho civil o una papeleta de voto; en que no detengan sin motivo, ni encarcelen y obliguen a hacer falsas confesiones a los activistas pol¨ªticos que trabajaron para elevar el nivel de participaci¨®n [en las elecciones]...Esa es la ¨²nica esperanza de reforma que tenemos", resume.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.