Un adelantado del Concilio Vaticano II
El catolicismo espa?ol ha perdido una de sus voces m¨¢s autorizadas. Desde mediados de los cincuenta Enrique Miret se mostr¨® cr¨ªtico del nacionalcatolicismo, enfrent¨¢ndose a las autoridades religiosas y pol¨ªticas, que intentaron silenciarle sin conseguirlo dada su independencia ideol¨®gica.
Como dirigente de Acci¨®n Cat¨®lica, escritor, conferenciante y profesor de teolog¨ªa defendi¨® un cristianismo renovador en sinton¨ªa con los nuevos climas culturales, dio a conocer la nueva teolog¨ªa europea y se adelant¨® en una d¨¦cada a las reformas propuestas por el concilio Vaticano II.
Mientras imperaba en Espa?a la apolog¨¦tica del catolicismo, Miret estuvo muy atento al fen¨®meno religioso y a su evoluci¨®n, haciendo an¨¢lisis cr¨ªticos del catolicismo cultural espa?ol. Tengo delante La revoluci¨®n de lo religioso, uno de sus mejores obras de sociolog¨ªa de la religi¨®n, donde estudia las sucesivas crisis y metamorfosis de la religi¨®n. Se trata, a su juicio, de una crisis profunda provocada por la secularizaci¨®n, pero tambi¨¦n por la incoherencia de las propias religiones; una crisis necesaria y positiva que ayuda a liberar a las creencias de sus adherencias supersticiosas y de sus tendencias m¨¢gicas.
Miret no se queda en el fen¨®meno eclesi¨¢stico. Va al fondo de la religi¨®n que, en la mejor tradici¨®n de Pascal, intenta compaginar la doble racionalidad: la del coraz¨®n y la de la mente. Coincide con el humanista espa?ol Juan de Vald¨¦s en que el cristianismo "no consiste en ciencia sino en experiencia", y con Henri Bergson en que la m¨ªstica es la quintaesencia de la religi¨®n.
En medio de un catolicismo conformista, Miret vivi¨® y practic¨® un catolicismo cr¨ªtico del poder, de todo poder, el pol¨ªtico y el religioso, teniendo como gu¨ªa la cr¨ªtica jesu¨¢nica a los pr¨ªncipes de este mundo: "Sab¨¦is que los que son tenidos como jefes de las naciones, los dominan como se?ores absolutos y sus grandes los oprimen con su poder". Su cr¨ªtica se centr¨® sobre todo en las autoridades eclesi¨¢sticas por abusar de sus funciones y erigirse en poder absoluto suplantando a Dios. Fue cr¨ªtico igualmente de las instituciones pol¨ªticas, que se olvidan con frecuencia de que son s¨®lo mediaciones al servicio de fines humanitarios. Pero su cr¨ªtica no fue ¨¢cida, y menos iconoclasta, sino serena y constructiva. Y lo era por talante y por convicci¨®n, pero tambi¨¦n por su pr¨¢ctica del yoga.
En un clima de sumisi¨®n al orden establecido, fue un intelectual comprometido con la libertad, primero durante la dictadura en defensa de los derechos humanos, despu¨¦s, en la democracia, defendiendo especialmente los derechos de los ni?os, ni?as, adolescentes y j¨®venes marginados. Pon¨ªa en pr¨¢ctica la opci¨®n por los pobres, principio ¨¦tico por excelencia de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Su obra teol¨®gica m¨¢s emblem¨¢tica es El nuevo rostro de Dios, en la que entra en la mente de los agn¨®sticos y dialoga con la ciencia.
Vivi¨® una espiritualidad interreligiosa en la que conviv¨ªan arm¨®nicamente y sin contradicci¨®n las distintas herencias espirituales de Oriente y de Occidente. As¨ª era mi entra?able amigo el te¨®logo seglar Enrique Miret Magdalena. As¨ª le recordar¨¦ siempre y as¨ª me gustar¨ªa que lo hicieran quienes le conocieron.
Juan Jos¨¦ Tamayo es secretario general de la Asociaci¨®n de Te¨®logos y te¨®logas Juan XXIII.
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