Sol¨¢ y Oteyza se debaten entre la verdad y la realidad
Los actores estrenan una comedia de Michel Tremblay
El Palacio Vald¨¦s de Avil¨¦s (Asturias) es un teatro con fama de p¨²blico exigente y s¨®lidos h¨¢bitos esc¨¦nicos. As¨ª que no extra?¨® ver a los actores Miguel ?ngel Sol¨¢ y Blanca Oteyza temblar ante la calurosa acogida dispensada por su p¨²blico este fin de semana. No era para menos. Hac¨ªa tres a?os que no se sub¨ªan a un escenario, pues Sol¨¢ sufri¨® un grave accidente que le acarre¨® una larga recuperaci¨®n y le alej¨® del teatro (que no de la televisi¨®n). El motivo era el estreno de Por el placer de volver a verla, de Michel Tremblay.
Esta nueva andadura esc¨¦nica es una comedia, con toques de drama y humor blanco. Apela a la sensibilidad del espectador. Y eso es algo que nadie oculta, ni los actores, ni el director, Manuel Gonz¨¢lez Gil. Todo ello sobre el trasfondo de una historia que retrata una relaci¨®n entre una madre y su hijo, un trasunto del propio Tremblay.
"Quiz¨¢ el nuestro sea un teatro sin conflicto, pero nos gusta", admite la pareja. Podr¨ªa sonar a justificaci¨®n. Pero Sol¨¢ y Blanca Oteyza -quienes pasean juntos por la vida desde hace a?os con las hijas de ambos- no ven qu¨¦ hay de malo en querer subir al escenario una propuesta exenta de confrontaciones. Claro que basta rascar en ese teatro amable y sentimental para hallar cargas de profundidad destinadas a los aficionados al psicoan¨¢lisis dom¨¦stico.
Durante una d¨¦cada representaron juntos incansablemente Hoy: el diario de Ad¨¢n y Eva, montaje que obtuvo incontables premios. Y sobre todo, el m¨¢s importante: un mill¨®n y medio de espectadores.
Para este segundo asalto al ¨¦xito, Sol¨¢ se convierte en un hijo introspectivo, comprensivo, cuestionador, casi hura?o; mientras que ella es una madre estramb¨®tica, excesiva, fantasiosa, desconcertante y capaz de sumergirse en el mayor disparate. Cuando el hijo trata de devolverla a la tierra, se dan los mejores momentos de la funci¨®n. Claro que muchos quiz¨¢ vean el momento cumbre, con un buen nudazo en la garganta, en la despedida de ambos, con la madre irreversiblemente enferma.
Pero no todo es sentimentalismo. La obra tambi¨¦n se escora hacia el desprop¨®sito. Y tambi¨¦n hay carnaza para el degustador de alta cultura. Tremblay hace m¨²ltiples gui?os al gran teatro universal. Pero, por encima de cualquier aspecto del montaje, est¨¢ el m¨¢s rotundo y atractivo: la excelente interpretaci¨®n de dos actores que enganchan con su presencia a "esta peque?a gran obra que trata del infinito placer de comprobar que la realidad y la verdad no son la misma cosa". "Y que uno puede seguir llorando y riendo junto a quien se supone dej¨® de ser realidad, porque con la verdad puede traerle cuantas veces quiera. El teatro y el amor lo hacen posible", dicen los responsables de la versi¨®n de este montaje.
Tras su estreno y posterior presentaci¨®n en Logro?o, el montaje recorrer¨¢ diferentes ciudades para recalar en enero en el teatro Amaya de Madrid.
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