Idealismo
La interesante pel¨ªcula de Oriol Porta, reci¨¦n estrenada, Hollywood contra Franco es una magn¨ªfica gu¨ªa para comprender que la f¨¢brica de sue?os lo era tambi¨¦n de consignas, vinculadas siempre a lo que era necesario a la pol¨ªtica de Estados Unidos. Pocos acontecimientos del siglo pasado lo demostraron tanto como la guerra civil espa?ola, sangriento laboratorio para muchas cosas; entre ellas, la utilizaci¨®n del cine en las luchas de propaganda, un ensayo general para la inminente contienda en Europa y para la posterior guerra fr¨ªa. Hollywood contra Franco nos muestra la calculada dosificaci¨®n con que las grandes productoras trataron el conflicto espa?ol: con avarienta prudencia al principio, mientras Roosevelt manten¨ªa la hip¨®crita estrategia de no intervenci¨®n, al igual que hac¨ªan Gran Breta?a y Francia; con entusiasmo despu¨¦s, cuando el desastre republicano se convirti¨® en el eco rom¨¢ntico de quienes intuyeron, peleando en las Brigadas Internacionales, la b¨¢rbara inminencia de Hitler y el nazismo, y finalmente con nueva taca?er¨ªa, coincidiendo con la atm¨®sfera de la guerra fr¨ªa, que inclu¨ªa la caza de brujas del macartismo y el descubrimiento de que Franco era un excelente servidor de los intereses norteamericanos. Las pocas excepciones, las grandes productoras que no tuvieron inconveniente en utilizar los beneficios econ¨®micos que implicaba rodar en la Espa?a franquista al tiempo que manten¨ªan el veto a los directores y guionistas aniquilados por el senador McCarthy.
Y es precisamente la biograf¨ªa de uno de ¨¦stos, el guionista Alvah Bessie, hilo conductor de la pel¨ªcula de Porta, la que nos introduce en la grandeza y la miseria del "idealismo", la palabra m¨¢s invocada a lo largo del filme al justificar la movilizaci¨®n de 3.000 j¨®venes americanos para participar en la guerra de Espa?a. La grandeza inicial es f¨¢cil de deducir. La miseria posterior tambi¨¦n es coincidente con el lado miserable de la mentalidad revolucionaria: siempre hay alguien que se considera m¨¢s puro que los dem¨¢s. Y as¨ª se lo hicieron saber los veteranos de la Brigada Lincoln al demasiado famoso Ernest Hemingway cuando public¨® Por qui¨¦n doblan las campanas.
Pero, m¨¢s all¨¢ de esta alternancia de grandeza y miserias, el idealismo contrastado con la experiencia de los a?os, como aparece en el viejo Alvah Bessie, tiene algo de conmovedor y estimulante. Alguien que ha sabido decir no a los poderosos siempre nos proporciona una ense?anza.
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