De chupones, payasos y piratas
- "Ver el partido del seleccionado
fue como mirar una pel¨ªcula de terror". Diego Maradona,
tras una derrota argentina en 1999.
Ahora que ya sabemos casi casi cu¨¢les son las selecciones que ir¨¢n al Mundial de Sur¨¢frica, ?qu¨¦ enfrentamientos nos gustar¨ªa ver? ?Un Espa?a-Brasil? ?Un Espa?a-Italia? S¨ª, estar¨ªan bien los dos. Pero s¨®lo como acontecimientos deportivos. El problema de la selecci¨®n espa?ola es que, como fen¨®meno pol¨ªtico internacional, es anodina. No tiene enemigos. Todo el morbo, odio y maldad del f¨²tbol espa?ol se concentran en el Bar?a-Madrid y en otros pleitos internos.
Si lo que buscamos es el jugoso valor agregado del resentimiento hist¨®rico, tenemos que mirar por otros pagos. Holanda-Alemania siempre es una buena opci¨®n. Al hecho de que son vecinos, y que el Ej¨¦rcito alem¨¢n ocup¨® Holanda durante la Segunda Guerra Mundial se suma el doloroso e imborrable recuerdo de que en la final de 1974 Alemania venci¨® a la mejor selecci¨®n naranja de todos los tiempos.
Corea del Sur-Corea del Norte tendr¨ªa su gracia, como tambi¨¦n Nigeria-Sur¨¢frica si se clasifica Nigeria el mes que viene. Los dos gigantes africanos no se quieren y la relaci¨®n empeor¨® apreciablemente hace poco cuando la pel¨ªcula surafricana District 9, un ¨¦xito taquillero mundial, retrat¨® a los nigerianos como gangsters y can¨ªbales.
Pero todas estas rivalidades son ni?er¨ªas, en realidad, comparada con la gran rivalidad del f¨²tbol internacional, la ¨²nica de dimensiones intercontinentales, Argentina-Inglaterra. Puede que el destino nos defraude y no veamos un partido entre los dos en el Mundial del a?o que viene, pero ojal¨¢ que s¨ª. Ambos albergan deseos permanentes de venganza contra el otro y el factor Maradona le dar¨ªa en este caso un punto de rabia y locura deliciosamente inflamable.
Claro, existe la alarmante posibilidad de que los argentinos despierten de sus 100 a?os de pendejez y despidan a Maradona. El d¨ªa en el que Maradona deje de ser el ¨ªdolo nacional ser¨¢ el d¨ªa en el que Argentina empiece a detener el hasta hoy inexorable avance hacia el subdesarrollo que comenz¨® en la primera mitad del siglo XX. Pero es poco probable que antes del Mundial presenciemos semejante revoluci¨®n. No hay suficientes argentinos todav¨ªa capaces de entender que Maradona es el s¨ªntoma m¨¢s visible de la gran enfermedad nacional, el s¨ªmbolo por excelencia de la autodestructividad de un pueblo que una vez fue grande.
Y Maradona, para los ingleses, es el coco. Nunca, nunca se olvidan de la famosa mano de Dios, del gol injusto que elimin¨® a Inglaterra en los cuartos de final del Mundial de M¨¦xico 1986. Nunca se lo perdonar¨¢n. Tampoco se quedaron muy contentos los argentinos cuando una Inglaterra afortunada, inferior por juego, les gan¨® en el Mundial de 2002. Si se suma a todo esto el trasfondo de la guerra de las Malvinas de 1982 y una curiosa actitud de amor-odio (pero m¨¢s odio que amor) que los argentinos arrastran hacia los ingleses desde hace un par de siglos, el c¨®ctel est¨¢ servido.
En el caso de que Argentina ganara semejante encuentro el a?o que viene (si fuera en la final, cu¨¢nto mejor), el histrionismo maradoniano superar¨ªa incluso al que presenciamos esta semana tras la victoria de su equipo contra Uruguay. Una cosa es que "la chupen" los periodistas argentinos, lo cual, en realidad, no es ninguna novedad, ya que tantos de ellos la han estado chupando desde hace m¨¢s de 30 a?os o, m¨¢s bien, soplando, inflando el ego del payaso Michelin hasta que se lleg¨® a creer aquello de que ¨¦l era la prueba viva e irrefutable de que "Dios es argentino". Infinitamente m¨¢s placer y satisfacci¨®n le ocasionar¨ªa a Maradona y a su pueblo que los que la chuparan fueran los piratas ingleses.
Ahora, lo que les vendr¨ªa mejor ser¨ªa que ganara Inglaterra. Y no en la final, sino que les eliminaran en la primera vuelta. As¨ª, por fin, quiz¨¢, se acabar¨ªa con el mito del milagroso, todopoderoso Maradona y el pa¨ªs con el m¨¢s alto ¨ªndice de psicoanalistas per capita del mundo (cuya mayor¨ªa prefiere a Mart¨ªn Palermo como jugador a Messi) tendr¨ªa la oportunidad de iniciar el proceso necesario para recuperar la salud mental. Como en la guerra de las Malvinas, que acab¨® con la dictadura militar m¨¢s nazi de Am¨¦rica Latina, los ingleses lo celebrar¨ªan por todo lo alto, pero los verdaderos vencedores ser¨ªan los argentinos.
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